Unas ideas estramboticas

Los Mirañar son capaces de provocar sentimientos encontrados. Mientras que un día pueden convertirse en personas responsables y preocupadas por sus congéneres, al otro, de manera individual o en conjunto, pueden dejar asomar la mezquindad más absoluta. Incluso Hipólito se ha dejado arrastrar a ello y, en el caso de la lluvia de ideas, dejando que ello vaya contra su propia esposa.

Me parece totalmente lastimosa la actitud de todos, padres e hijo, casi llevando al límite de la humillación a Quintina. El menosprecio total a unas ideas brillantes ha dejado retratados otra vez a estos singulares personajes que a veces parece que no ven más allá de sus narices. Por descontado, no es difícil imaginar la cara de los que pueden recibir unas propuestas semejantes a las que se les han ocurrido a esta familia, y las carcajadas que pueden venir a continuación ante tamaño despropósito.

Aunque de todo ello lo que me produce más desazón es la actitud de Hipólito. Creo que su dependencia a sus padres, no solo la económica, le convierte en una especie de marioneta y un sin sangre. Es un hombre casado, que bebe los vientos por su esposa, pero es incapaz de actuar como una persona madura y tomar decisiones por su cuenta sin contar con la aprobación de su mandona madre. Creo que ya sería hora de que cortara los lazos que le impiden volar y estar con quien realmente debe. Y, por descontado, no permitir que sus padres pongan en entredicho la capacidad de Quintina para pensar por sí misma, cuando ha demostrado que es la más lista de todos ellos.