16 de junio de 2014

Las dos caras de la doña

Es complicado hacerse una idea de lo que entiende Francisca por agradecimiento. Al parecer en ella este sentimiento depende del estrato social en el que se encuentra la persona destinataria del mismo, exceptuando el caso puntual de Bosco. Aunque creo que también esto tendrá su momento, seguramente hasta que el chico la decepcione rebelándose por algún motivo. Algo que no es nada aventurado pronosticar que tarde o temprano va a suceder, porque Bosco ya ha demostrado que es de lo más despierto, y encima tiene sentido de la justicia.
Pero de momento algo está pasando que se sale de los esquemas habituales en la doña. Quizás es como ha dicho Raimundo y ésta ha visto en el chico algo que se les escapa a los demás, pero el caso es que son totalmente sorprendentes los gestos de ternura y cariño que le dedica a un chico del que no sabe casi nada, sólo que le ha salvado la vida. Si no fuera porque se trata de una mujer sin escrúpulos, difícilmente redimible, incluso creería que realmente está cambiando.
Pero en un mismo capítulo ya hemos visto la otra cara de la doña.
Lo que es claro es que no ha perdido ni un ápice de su maldad y gusta de subyugar a los que ella considera inferiores. Y que el agradecimiento no es algo que tenga en cuenta a la hora de tratarlos, aun cuando se trate de personas que la han servido con lealtad y dedicación, preocupándose de su bienestar más allá de su cometido. Este es el caso de Mariana, que a pesar de lo que dice la doña, si se ha mostrado agradecida, aguantando además sus malos tratos verbales y su tiranía.
Y ésta quizás habría seguido aguantando, de no haber sido puesta en juego también su felicidad. Me parece de una mezquindad sin nombre que Francisca incluso parezca disfrutar de estropear un momento tan importante para la chica, aunque esta vez no lo ha calculado muy bien y ha ido demasiado lejos. No se puede humillar a las personas y esperar que agachen la cabeza indefinidamente, sólo por  satisfacer un capricho, y además con unos argumentos tan cínicos y rastreros como que las clases que ella considera inferiores no tienen derecho a disfrutar de cosas que, a su parecer, solo están destinadas a los pudientes.
Francisca ha tenido que oír todo lo que Mariana se ha callado durante años, todo lo que han tenido que soportar ella y su familia. Y no solo esto, sino que ésta tampoco ha dejado en el tintero el poner a la doña ante sus demonios, y por qué ha sido abandonada por todos y todas. Y solo cuando Mariana se ha ido dándole con la puerta en las narices, creo que Francisca se ha dado cuenta de su equivocación, y de que además lo que le ha dicho la chica no andaba nada desencaminado.
También es cierto que nadie es imprescindible, y que con dinero se puede comprar casi todo, por lo que Mariana no tardará en ser reemplazada. Pero creo que a la doña no le será fácil olvidar las palabras de la chica y sus reproches, aunque es evidente que tampoco se lo va a perdonar.  

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