12 de junio de 2014

Un diamante sin pulir

Bueno, pues parece que el chico no ha tardado mucho en dejar asomar que tiene ideas propias y un sentido de la justicia innato. Será porque lo ha vivido en propias carnes o porque lo lleva en sus genes, el caso es que hace ni un día que Bosco vive en La Casona y ya cuestiona los métodos de Mauricio con los trabajadores. Lo sorprendente es que la doña le reste importancia a ello, obnubilada por el chico que ahora parece requerir todo su tiempo y atención.
Aunque empiezo a olerme que no es oro todo lo que reluce. Bosco es ahora como un juguete nuevo para Francisca, y aunque pueda intervenir el agradecimiento, sabemos que la doña nunca hace nada sin un propósito. Si no fuera así, sería la primera vez que se comporta siguiendo los dictados del corazón, pero cuesta creer semejante cambio radical. Y ahora Bosco es como un diamante sin pulir, al que ella puede dar forma y brillo a su antojo. Siempre en el caso, claro está, que éste se lo permita.
En realidad, que la doña no ha cambiado tanto lo demuestra el hecho que haya empezado la “instrucción” del joven dándole una versión sesgada de sus desencuentros con María, en una clara manipulación para llevar el agua a su molino. Aunque también es cierto que Bosco ya tendrá tiempo de hacerse una composición por su cuenta y decidir quién tiene razón o no. Porque puede haberse criado en estado semi-salvaje, pero lo que es evidente es que tiene una mente despierta, y que además es posible que la mujer que le hizo de madre le inculcara nobles sentimientos, algo que las palizas y la brutalidad de Silverio no han conseguido corromper. Y que espero que a Francisca tampoco le sea posible.
Pero hay una cosa más. Es algo que muchas veces se ha reprochado del personaje de Aurora, y que es que intenten asemejarla a su madre. Creo que con Bosco va a pasar algo parecido, pero con respecto a su padre Tristán, del que ya se adivinan algunas semejanzas, como la que he hecho notar anteriormente.
Aunque en este caso espero que sepan hacerlo con mesura.  

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