25 de junio de 2014

Un alumno para María

En vista que la relación de Martín y María transcurre sin grandes sobresaltos (¡uf, que miedo me da decir esto!) y que todo lo que se relaciona con ellos, aparte de escenas preciosas casi cada día, es todo lo que se mueve alrededor de su niña y de los planes de boda (que espero que cojan carrerilla pronto, antes de que algo, o alguien, que mucho me temo que suele tener siempre el mismo nombre, los estropee o al menos haga el intento), hoy voy a centrarme en María y su nueva faceta de profesora de Bosco.
Del preceptor del rey, un hombre evidentemente muy estricto y con el que estoy segura el chico no habría durado ni un día, a estar bajo la tutela de María, creo que media un abismo. Aquello de que la letra con sangre entra, seguro que no va con Bosco, y María ha entendido enseguida que hay otra manera de pulir sus modales y hacer que la curiosidad sea la mejor arma en la tarea que se ha propuesto. Bueno, en realidad tendría que decir que le ha sido propuesta, y es evidente que con fines que van más allá del interés para que el muchacho reciba una buena educación.
Porque aparte de que a la doña le sale gratis, y que además no creo que dude que María es capaz de hacerlo muy bien, está meridianamente claro que su pretensión principal es la de aprovecharse de esta situación para sembrar cizaña en la relación de la chica y Martín. Y, de alguna manera, quedando demostrado que el supuesto cariño que dice tener por Bosco, y que a veces parece incluso verdad, en realidad esconde también un plan para salirse con la suya. Si días atrás ya tuve la impresión que cuando Bosco desapareció, la doña se comportaba como si en realidad hubiera perdido a su juguete favorito, ahora cada vez estoy más convencida de que el chico también representa para ella otra marioneta a la que pretende manejar a su gusto. Eso sí, intentado al mismo tiempo atraerlo a su redil, con mimos y desvelos, ya que ha quedado patente que con gritos y reproches no le será fácil doblegarlo.
Aún así admito que las escenas de “clase” tienen un punto divertido, básicamente por el carácter inocente de Bosco, un chico que no tiene nada de maldad y si un gran corazón, además de una perspicacia innata y un don natural que hace que sientas inmediata simpatía hacia él. Y que creo que disfruta enormemente de sentir que las personas que ahora se le acercan no lo hacen por nada más que por él mismo, buscando su compañía.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario