19 de junio de 2014

Una Montenegro diferente

Reconozco que no hay día que no consigan sorprenderme un poco más con la actitud de Francisca respecto a Bosco. Su enorme tolerancia, e incluso diversión, por un comportamiento que se aleja mucho de los cánones que impone su clase social, es cuando menos inaudito. Además, y de pronto, todos sus males se han desvanecido y encima parece que ha rejuvenecido varios años. Supongo que tendrá algo que ver con el hecho de la influencia que puede tener en su vida, alguien joven y con unas enormes ganas de vivir. Y que con su cercanía, y de alguna manera, éste le traslade esta misma fuerza.
Otra cosa es pretender cambiar al chico para convertirlo en una persona distinta de la que es, alguien a imagen y semejanza de ella. Porque, a pesar de haber vivido en semi-esclavitud, Bosco es un espíritu libre, y no será fácil domar esto.
En realidad, y asumiendo esta nueva situación, aunque las maneras disten mucho de ser ni siquiera parecidas a lo que ha vivido hasta ahora, el chico va a salir de un régimen de sometimiento para caer en uno de dependencia y sumisión a una normas que están muy alejadas de lo que él entiende. Y no creo que sea fácil aceptarlo, aunque también es cierto que es una persona con una enorme necesidad de sentirse querido y dar asimismo cariño. Y esto, de momento, lo está recibiendo de la doña. Así que tampoco es difícil entender que desee complacerla, aceptando algunas condiciones difíciles para él.
Pero volviendo a la actitud de la doña. Porque una cosa es que sienta que vuelve a tener un objetivo en la vida teniendo a Bosco a su lado, y otra es que se haya convertido en una persona diferente. Por ello me parece que su mano tendida a María podría esconder algo más que el deseo de que la ayude con el chico, para aprovecharse de una supuesta ingenuidad que aún podría estar latente, y de que aún conserva intacto el cariño hacia ella. Porque lo que es poco creíble es que, de pronto, además de disculparse, se muestre incluso cercana con María y se comporte como si no hace ni pocos días que la echó con cajas destempladas de su casa. Y después de que durante meses la haya tratado sin ninguna contemplación, achacándole además a ella todas las culpas de su mala relación.
Sólo espero que María no caiga en una trampa, aunque pienso que esta vez la doña lo tiene algo más difícil. Es cierto que a la chica la pierde su bondad, pero también ha madurado y además Martín actúa de voz de la conciencia. Ya que si algo tienen María y Martín, además de un mutuo amor inmenso, es que han aprendido a confiar ciegamente en el otro. Hablan de todos sus problemas y lo que les acongoja, y no tienen secretos el uno con el otro. Además Martín le ha demostrado por activa y pasiva que tiene plena seguridad en que ella sabrá tomar la decisión correcta en cada caso, y María sabe que el criterio de éste es importante para valorar cualquier situación. Incluidas, o especialmente, las que atañen a Francisca.  

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