13 de junio de 2014

Desmontando estereotipos

Cuando hablan de Bosco, algunos se refieren a él como un salvaje. Aparte del estereotipo que se crea con este calificativo, como alguien que viste taparrabos, vive en chozas o en los árboles y que caza para comer, las connotaciones van más allá, y de entrada ya son excluyentes para quien es etiquetado de esta manera. Sin olvidar el temor que crea la sola mención.
Claro que, como en este caso, la rumorología y la ignorancia han sido las principales fuentes que han contribuido a crear una imagen que no se corresponde con la realidad. Porque aun suponiendo que Bosco fuera tal como dicen, me pregunto si la palabra salvaje se puede aplicar a lo dicho anteriormente, y a quién realmente se le puede aplicar esta denominación. El/la que respeta y valora su entorno, la naturaleza que le envuelve y las personas con las que convive, o el/la que hace uso de todo ello para su solo beneficio personal y sin tener ninguna consideración con sus semejantes. Quien se cree con la potestad para impartir justicia por su mano, quien excluye a una parte de la sociedad sólo por consideraciones materiales o de conveniencia, o por el contrario, quién cree en las personas por encima de todo.
Pero volviendo a Bosco. No sé el rumbo que tomará este personaje y si Francisca conseguirá llevarle con ella al lado oscuro, pero espero de verdad que no sea así y que los genes de Tristán y Pepa también hagan su parte.
Por de pronto ya ha dejado asomar algunos rasgos característicos, que de alguna manera también le asemejan a su hermano Martín. Ya lo comenté anteriormente, y no descubro nada nuevo, que es evidente que alguien que ha sufrido maltratos físicos y psíquicos lleva una huella indeleble, y no sólo en las carnes. Aunque las consecuencias, una vez libres, podrían ir en dos sentidos: el de deseos de venganza contra el ejecutor o contra la humanidad en general, o como en el caso de Martín, y por lo que parece de Bosco, en el sentido de justicia al tratar de impedir que otros sufran lo mismo.
Pero también hay algo más. La rebeldía innata. En los dos casos se ha revelado como algo que estaba ahí agazapado y presto a salir. Aunque las situaciones sean diametralmente opuestas. Y mucho me temo que esta rebeldía de Bosco no va a poder manifestarse siempre que lo desee, por mucho que ahora la actitud de Francisca ante los modales toscos del chico sea tolerante hasta el extremo de lo inaudito.
Por cierto que ahora la doña parece que se verá enfrentada a algo más, a consecuencia de esta irrupción. Algo que la obligará posiblemente a tener que tomar partido entre las dos personas que conviven con ella. Es evidente que para Bernarda, Bosco supone un contratiempo importante a sus planes de hacerse con el patrimonio de Francisca, y no dudo que hará todo lo posible para malmeter y deshacerse de éste. 
Aunque no dudo de quién ganará este pulso (de momento).

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