30 de abril de 2017

El alcalde y el cura

Cuando se les adjudicaron los papeles, ni al uno, ni al otro, les cayó en suerte uno de relevancia. Bueno, al menos relativa, si hay que hacer una comparación entre los que se supone ostentan el rol de primeros espadas y quienes conforman el resto del elenco de la telenovela. Aunque por supuesto todos y todas son importantes, pero es evidente que existen diferencias en cuanto a visibilidad se refiere.
Además, aunque en diferente medida, los dos no gozan precisamente de mucho predicamento en cuanto a los seguidores se refiere, no porque no sean dos grandes actores, sino porque sus papeles entrarían más dentro de la categoría de los de relleno. Y muchas veces, especialmente Onésimo (el personaje), es incluso cargante. Pero creo que todos y todas hemos ido viendo que no hay que ser protagonista para tener protagonismo.
Más cuando, a pesar de todo, sus escenas vienen a ser un respiro en medio de capítulos que van desde lo insustancial o lo devastador, sin casi término medio.
Lo cierto es que, de entrada, con ninguno de los dos se presagiaba nada especial, ni siquiera que fueran a tener una continuidad en la telenovela. Pero después se ha demostrado que la elección fue correcta, aunque también haya costado un tiempo y bastantes tragaderas. Y ahora, aunque cueste admitirlo, considero que incluso ya están haciendo sombra a los otros dos personajes que se supone venían a complementar: Hipólito y D. Anselmo.
Porque creo que son dos personajes con una interesante personalidad.  
A simple vista se podría calificar a Onésimo de cargante (como he dicho anteriormente) por sus ideas descabelladas, en línea de casi todo lo que sucede en el colmado, pero considero que subyace en el personaje algo más rico a destacar. Desconocemos los medios que tenía su familia (aunque me parece recordar que, por ejemplo, alguna vez comentó que había hecho clases de esgrima para ganarse la vida), pero lo que sí ha quedado patente es que es una persona con una enorme sed de conocimientos, que le ha llevado a saber un poco de todo (ha demostrado que sabe idiomas, que conoce otras culturas,…), algo que lo que pocos en PV pueden alardear. Por cierto, creo que Hipólito tampoco es tan tonto como a veces pretenden hacernos creer, lo que pasa es que a la sombra de su madre no ha crecido, y sigue siendo un niño grande con una cierta cultura. Tampoco se tendría mucho que objetar a la labor de Onésimo como alcalde, cargo que lleva medianamente bien en la medida que se lo permite el hecho de no poder tomar decisiones importantes sin antes consultar a los terratenientes y ser servil hasta extremos repelentes. Pero nada que no fuera realidad en aquellos tiempos. Si claro, también tiene defectos: no es muy trabajador, es bastante aprovechado, no se destaca por su arrojo, y a veces se cree más de lo que es. Pero admito que a medida que ha ido pasando el tiempo ha mejorado mucho mi apreciación sobre él, e incluso me parece divertido a veces. Aunque es muy posible que buena parte de “culpa” de ello la tenga Jose Gabriel Campos, el magnífico actor que defiende un papel que a veces puede no ser muy agradecido.
Y qué decir de Don Berengario. Reconozco que la primera impresión sobre este personaje no fue muy buena. Pero sin perder su esencia de religioso conservador, e incluso intransigente a veces, hemos ido conociendo a una persona que ha ido adaptándose a la vida del pueblo, aprendiendo a aceptar que las cosas a veces pueden ser de otra manera, sin salirse de la moral y buenas costumbres. Y también hemos visto al hombre capaz de dejar asomar su naturaleza, el que se deja llevar por sus pasiones más mundanas y que le permiten disfrutar también de la vida real, la de la calle. Le hemos visto ejercer su ministerio con dedicación y eficacia, sin desfallecer, ni dejarse avasallar, aunque a veces también haya mostrado su cara servil con especialmente Francisca. (Pero, aunque no sirva de justificación, no hay que olvidar que en aquellos tiempos los poderes eclesiástico y de los terratenientes constituían una fuerza de presión sobre el pueblo llano, y que por lo tanto sus lazos eran estrechos)
Sin embargo considero que uno de los mejores rasgos de este personaje es que su seriedad y su rotundidad en algunos momentos, suele acabar en escenas divertidas, en las que un enfado o una regañina pueden ser motivo de jocosidad, no por el hecho en sí, si no por las maneras. Porque no es que se trate de un personaje divertido, sino que hace divertidas escenas que a priori no tienen nada de ello. Aunque, como en el caso anterior, creo que tiene mucho que ver el estupendo actor que defiende a este personaje, Miguel Uribe. De hecho creo que D. Berengario no podía ser otro que él. 

Estropear un personaje

Podrían decirme aquello de que es una ficción y que por lo tanto pueden darse todas las licencias que se deseen.
Pero creo que como espectadora también tengo derecho a decir que no me parece bien como norma, y ello hablando de los personajes y del momento actual de la telenovela. Por supuesto soy consciente, como he dicho muchas veces, que PV solo es un producto televisivo sin más ánimo que el de ocupar una franja horaria, que presuntamente su único fin es el de entretener, sin ir más allá, por lo que buscarle las vueltas es una tarea bastante inútil. Pero ello no significa que los responsables se puedan ahorrar las críticas, siempre que sean constructivas y razonadas.
Porque con la utilización indiscriminada de este recurso (el de las licencias) puede llegar un momento que, por ejemplo y como está sucediendo, un o unos determinados personajes acaben destrozados sin remisión, y sin que sirva de justificación ni la época, ni el espacio, ni el fin. De hecho incluso se me antoja peligroso para la continuidad del mismo producto televisivo (a los datos de audiencia me remito)
Por supuesto tampoco estoy pidiendo que pongan un psicólogo al lado de los guionistas para evaluar las posibles consecuencias de una trama concreta o de la evolución de un personaje, pero creo que no estaría mal que se hiciera anteriormente una valoración más exhaustiva de lo que se escribe para algunos personajes, porque creo que están perdiendo de vista que la gente aún tiene sentido crítico y no le vale todo (claro que me estoy refiriendo a la telenovela. De otros productos prefiero no opinar). Quizás también haya que diferenciar entre quienes ven ésta sin más y quienes se mueven por las redes sociales, estos últimos mucho más activos desmenuzando las tramas, lo que no quita que sean de alguna manera el altavoz de los sin voz. De hecho es fácil encontrar en estos sitios corrientes de opiniones razonadas y concretas sobre alguno de los temas, adaptadas a lo que es la realidad y sin concesión a las incoherencias.
Creo que para favorecer el dramatismo y la tensión, a veces los responsables del producto quizás llegan demasiado lejos en el intento y después es difícil dar marcha atrás. Como si por el solo hecho de que sea una telenovela se puedan justificar situaciones que en la vida real no tendrían cabida. Pero además parece obviarse algo importante, y es que los espectadores suelen disponer de más información que los mismos personajes, que normalmente quienes siguen la telenovela conocen la situación desde todos los ángulos y pueden tener una idea más exacta de todo. Y, en consecuencia, tener también un criterio basado en hechos contrastados sobre cada personaje. Por lo que un giro de guion inesperado para cambiar una situación y a continuación, como si nada, enviar todo lo sucedido al ostracismo, como si la gente no tuviera memoria o fuera tornadiza, creo que cada vez funciona menos.
Y, una vez bajado a los infiernos a un personaje, entiendo que para much@s es complicado volverlo a mirar con los mismos ojos que antaño. De hecho admito que yo misma soy una de ell@s.
¿O acaso piensan que, por ejemplo, el lavado de cara de Francisca va a servir para cambiar la apreciación sobre ella y sobre lo que ha sido la evolución de este personaje a lo largo de los 6 años de emisión? Puede que se haya suavizado, pero la esencia del personaje sigue intacta aún en la nueva situación. Precisamente porque nadie ha llegado a creer en este cambio forzado (y porque además periódicamente deja asomar la patita).
Aunque ahora mismo la controversia gira básicamente alrededor de los habitantes de Los Manantiales y las tramas que se mueven alrededor de ellos.
Quizás haya que remontarse al inicio para encontrar justificaciones a la actitud que muestran.
El hecho de haber presentado ya de entrada a Hernando y Camila como los protagonistas de una historia de amor y de haber puesto en ello unas altas expectativas, quizás ha hecho dejar arrinconado el hecho que todo empezó de manera poco convencional ya que su unión fue de conveniencia, sin que existieran lazos afectivos entre ellos (por cierto, y salvando las distancias, lo mismo que sucede ahora entre Matías y Marcela, con la diferencia que ellos si se conocían de antes y que ella ama al chico) También que ambos, Hernando y Camila, ya habían tenido anteriormente sus propias historias sentimentales, aunque con muy diferente resultado. Es cierto que la cercanía, el conocerse, ha logrado forjar lazos de amor entre ellos, pero aún unos lazos tan inestables que se tambalean ante la mínima, porque no parece llegado todavía el momento en el que la confianza y la sinceridad se instalen también en su relación de pareja. Por supuesto el recurso fácil de crear una situación en base a una denegación de confianza es algo por lo que han pasado la mayor parte de los personajes en algún momento. Y ellos no tenían por qué ser la excepción, aunque en este caso quizás hayan puesto muy a prueba la tolerancia de los espectadores, ya bastante mermada por la situación general de la telenovela.
Ya no hablo de Beatriz. Por lo mismo que escribía al principio, que conocemos la evolución del personaje desde todos los ángulos, hacerse una composición sobre el mismo en base a ello puede llevar a colocarlo en un lugar no muy halagüeño. Hemos visto sus constantes vaivenes en sus sentimientos, la facilidad con que se deja embaucar por su inmadurez o por su poca personalidad, la poca sensibilidad hacia los sentimientos de los demás colocando primero los suyos, su poca capacidad para aceptar una derrota, su poco creíble reconocimiento de culpabilidad por lo sucedido con Matías, … dan como resultado una imagen de chica caprichosa, consentida, incluso esnob cuando la muestran fiada a su apariencia externa. Que puede que crea que ama a Matías, pero que al mismo tiempo parece considerarlo como de su propiedad, al manifestar casi la certeza de que éste sin ella no es nadie.
Lo siento, pero en mi opinión no han considerado lo suficiente la deriva de este personaje y han llegado demasiado lejos con éste, así como con el de Hernando. No tanto con el de Camila, que a pesar de todo, considero que aún conserva alguna coherencia.
Pero lo que creo que ha acabado por hacer estas tramas más difíciles de tragar ha sido el personaje de Lucía. Lo siento por la actriz, que al fin y al cabo hace su papel, pero pienso que ella sola (el personaje) ha conseguido acelerar la “caída en desgracia” de los que están a su alrededor,….. 

25 de abril de 2017

El honor o ser libre para decidir

Ya he escrito antes sobre este mismo tema, pero me permito volver a la carga porque sigue siendo recurrente, y en los mismos términos que al principio.
Por supuesto no pretendo tener la razón, y tampoco dar la sensación que es una crítica a algunas opiniones. Que me merecen todo el respeto,…. aunque no las comparta
¿Se debe casar alguien sin que medien sentimientos afectivos, solo porque algo tan impreciso como el honor hace que uno o una se sienta obligado a ello? Evidentemente la primera idea que te pasa por la cabeza es la de las consecuencias que ello puede acarrear, la mayor parte no muy positivas, pero después puedes entrar a valorar todos los matices. Porque no todo es blanco o negro. 
Hay que ir al concepto honor para entender que éste tiene muchas definiciones y que en ello intervienen también la dignidad, los ideales, el sentido del deber, la manera de ser,… por lo que en algunas personas puede llevar aparejado el condicionar algunos de sus actos, y ponerlo por delante del libre albedrío.
Aunque solo con estas premisas y sin que exista otra razón, los cimientos para ligarse a otra persona sean de lo más inestables, y todo apunta a un futuro no muy halagüeño. A menos que se haga un esfuerzo para lograr establecer vínculos que vayan más allá de aceptar la convivencia forzada, y se aprenda a mirar al otro con los ojos de los sentimientos. Ya que considero que no es imposible llegar a querer mediante el tiempo y el conocimiento.
Por supuesto hay que diferenciar el honor objetivo, el que afecta a la propia persona, y el del concepto social que afecta a la relación con la sociedad, aunque ambos estén muy ligados. Pero mientras uno puede quedar circunscrito al ámbito íntimo, el otro es el que afecta a la imagen exterior que se proyecta. Y es este último el que hace que incluso en algunas culturas se den situaciones extremas en las que, por una estricta y mal entendida interpretación del tema, la violencia contra la mujer llega a lo máximo de la crueldad en el ser humano, cuando la responsabilidad del hombre es casi inexistente. Por lo que el honor de éste no es puesto en el punto de mira, mientras el de la mujer acaba muchas veces lavado con sangre….. Y no sigo, porque es un hecho que me produce mucha repulsa, y por el que creo que merece la pena luchar para conseguir su plena erradicación.
Pero ahora no es este el caso que me ocupa, así que vuelvo a la pregunta del principio.
Sin embargo la respuesta no es posible darla en términos actuales, porque hace casi un siglo las cosas eran muy diferentes y tampoco la situación de la mujer era la misma, pues entonces si quedaba marcada para siempre. Y dependiendo solo de la suerte para salir adelante.
¿Marcela se arriesgaría a pasar por una situación de ser señalada solo por el hecho de querer atrapar a Matías? ¿Por qué precisamente ahora, una chica a la que conoce todo el mundo, tomaría una decisión tan extrema para “pillar” a un chico? ¿Por qué, por ejemplo, parece olvidarse que el móvil económico es bastante improbable porque la dote la aporta la familia de la chica, y además los Castañeda no son precisamente ricos, sino personas que han de trabajar duro para salir adelante, por lo que difícilmente otra familia podría vivir a su costa? Pero lo que más me escuece es que la mayor parte de los comentarios sobre esta trama vayan en la línea de culpabilizar a la chica con conjeturas sobre violaciones, incestos o intentos de “colocar” un bebé a otro, pasando por sembrar dudas sobre la existencia o no de un embarazo, o sobre la posibilidad de que despierte más empatía por tratarse de una chica de clase humilde. Por supuesto, todo ello es posible, además sabiendo lo retorcidos que son los guionistas, pero, de momento, considero que existen dudas razonables para aceptar como ciertas estas posibilidades, aun cuando puedo tener que darme en el futuro con un canto en los dientes.
Y ¿dónde queda Matías en todo esto? Haya o no embarazo, sea o no éste el padre de la criatura, el caso es que queda probado que ha estado con Marcela de manera íntima y de modo voluntario. Y que ambos eran libres para hacerlo, aun siendo un acto dictado más por los instintos que por la razón, algo que ha traído supuestamente consecuencias. Claro que si no existe embarazo, las cosas pueden ser diferentes, pero solo hasta cierto punto, porque no quitan que el “honor” o la reputación de Marcela salgan igualmente perjudicados, y mucho más que la del chico. Ya que puede tacharse a éste de picaflor, de pensar más con la entrepierna que con la cabeza, de actuar irreflexivamente por tener nublada la mente por la bebida, pero al final acabar dejando que todo esto le justifique de alguna manera, mientras que con Marcela se es mucho más duro. ¿Acaso hay alguna razón para que los dos no reciban la misma censura, dado el caso?
Por supuesto no puedo pasar por alto el tema que subyace en todo esto: el supuesto amor que existe entre Matías y Beatriz. Y sobre el que hay muchas diferencias de opinión, especialmente a la vista de los altibajos que han dejado patente que quizás este sentimiento no sea tan fuerte como pretenden hacer creer.
Antes que nada he de decir que considero que las telenovelas tienden a sublimar o mitificar el amor romántico, y que la realidad suele distar mucho de ser tan idílica como nos la pintan. Porque los amores también pueden ir y venir, nada es eterno (Seguro que todas y todos conocemos algún caso de personas que se han unido creyendo que su vínculo afectivo iba a durar toda la vida, y no ha sido así). Vale, que es una valoración muy pesimista, y para nada pretendo generalizar. Solo expresar mi idea de que tampoco ha de ser un drama que dos personas muy jóvenes (Beatriz y Matías), que tienen toda una vida por delante, tomen distintos caminos y rehagan sus vidas por separado. Porque depende principalmente de las circunstancias, pero también de la voluntad de cada uno de ellos, el ser feliz o no.  Ya que tampoco nada garantiza que, a la primera ocasión, vuelvan a las andadas. Como ya ha sucedido anteriormente. 

23 de abril de 2017

La fidelidad

Definición de fidelidad: La fidelidad es una actitud de alguien que es fiel, constante y comprometido con respecto a los sentimientos, ideas u obligaciones que asume
Y existen muchos ejemplos de fidelidad en la telenovela.
Por descontado, el mejor y más grande ejemplo lo personifican l@s espectadores y las distintas páginas sobre PV que, contra viento y marea, siguen al pie del cañón. Aunque quizás haya que preguntarse si el motivo es la misma serie o la fidelidad a unos actores y actrices que lo dan todo en la pantalla, a pesar de unos guiones que considero cada vez menos interesantes y más reiterativos. De hecho si tuviera que decantarme por una de las dos opciones anteriores, no dudaría en escoger la segunda, porque pienso que realmente el verdadero secreto del Secreto (valga la redundancia) son ellos, los grandes actores y actrices del plantel de la telenovela.
Pero en el terreno de la misma ficción también existen ejemplos de fidelidad.
Como la de una pareja que se aman por encima de todo, Severo y Candela. La de un amigo incondicional, como Carmelo o Gracia. La fidelidad que liga a un recuerdo, como la de Nicolás. O la de unas firmes convicciones, como Adela o Raimundo. La de un vínculo, como Alfonso y Emilia a sus hijos. La de Berengario o Anselmo a su vocación. La de Fe, a pesar de todo, a una manera extrovertida de ser.
(Aunque, por supuesto, los anteriormente mencionados podrían perfectamente encuadrarse en cualquiera de los otros ejemplos)
Después existirían otros tipos de fidelidad de difícil clasificación. Como los de Onésimo e Hipólito a una manera de ser a veces caótica, a veces brillante, pero casi siempre estrambótica, absurda o incluso alocada. Y la de Dolores, fiel a su innata curiosidad y ganas de cotillear.
Y también hay otro tipo, aunque en el terreno negativo. La fidelidad de Mauricio, servil y ciego ante quien lo tiene sometido. O la de Francisca o Cristóbal a un tipo de entender la vida, que hace que se consideren por encima del bien y del mal.
Los que no sé muy bien donde clasificar ahora es a los habitantes de Los Manantiales, aunque cada uno de ellos tendría que ser considerado aparte. Pueden ser amigos, tener vínculos afectivos, convicciones, quererse,…. pero en algún momento de la actualidad han fallado en términos de fidelidad. Sí, es cierto, también todos los otros personajes han tenido sus más y sus menos, pero actualmente son ellos los que están en el punto de mira precisamente por estar puesta en cuestión esta actitud.
De todas maneras entiendo que la fidelidad, en todas sus formas, no puede ser una imposición, ni venir marcada por unas normas de conducta dictadas por la sociedad.  Porque de no ser algo interiorizado y sin que existan resquicios, no es una verdadera fidelidad. Aunque por supuesto también puede influir la liberalidad con que se pueden entender los vínculos y que depende de cada persona. Pero la esencia se pierde si se rompe el compromiso tácito de no engañar, no traicionar….
Sin embargo somos humanos y quizás en algún momento nuestras posibilidades reales quedan superadas por causas como el aburrimiento o la insatisfacción (recordar que Hernando insinuó algo al respecto de no haber tenido contactos íntimos desde hacía muchos días). Así que, sin buscarlo, nos lanzamos de cabeza a la emoción de algo nuevo. (Porque quiero creer que en este caso no se trata simplemente de atracción sexual, lo que disminuiría notablemente la apreciación sobre el personaje)
De todas maneras nada de esto sería una excusa para la infidelidad. Porque la fidelidad implica paciencia, afrontar las crisis, abonar la confianza y olvidar el miedo a fracasar. Y en el caso en especial de las relaciones de pareja, no permitir que los altibajos condicionen un futuro. Se trata de saber elegir y también de saber renunciar.
¿Por qué Hernando ha sido infiel a su esposa? ¿Por qué Beatriz y Matías, los dos, han permitido que se interpusieran otras cosas entre ellos?
Evidentemente son dos casos diferentes.
Probablemente el segundo es consecuencia de la poca experiencia, o simplemente que el vínculo no era lo suficiente fuerte como para resistir los embates de elementos externos. Así que la fidelidad no ha necesitado mucho para perder su valor.
El primer caso, el de Hernando y Camila, ya es otra cosa. Porque los vínculos adquieren otra dimensión y no se limitan al aspecto afectivo. Si, antes he comentado que pienso que también se ha de creer firmemente en la fidelidad, que no ha de ser una imposición. Pero si existe el amor, la fidelidad va implícita. No se puede engañar, ni traicionar a quien se quiere. (Por cierto, en esta historia encima existe otro tipo de infidelidad que hace que todo sea más indigerible: la de una persona con la que ha existido un alto grado de afinidad y complicidad, una amiga que tampoco ha dudado en engañar y traicionar)
Y una vez consumada la infidelidad, la confianza se rompe y los vínculos sufren un golpe muy duro. Y reparar esto requiere un esfuerzo considerable, o directamente imposible.

18 de abril de 2017

Los instintos y la razón

Cuando escribo algo sobre la telenovela tengo que recordarme constantemente que supuestamente la sociedad ha evolucionado, y que la mentalidad no es la misma en 1924 y en 2017 (aunque a veces haya que ponerlo en duda, vistas algunas actitudes, reales o ficticias, que nos retrotraen a tiempos remotos, casi a la época de las cavernas. Pero no es esto a lo que quería referirme). Porque el tema de fondo al que pretendo dirigirme son los instintos o las pasiones, algo que ha existido desde que el mundo es mundo y ya forma parte de nuestro ADN.
Dicen que las personas somos esclavas de ellas, y por descontado no voy a negar que más de una vez me he dejado llevar más por los instintos que por la razón, como seguro que le ha pasado a todo el mundo al menos una vez.
Y una posible respuesta a ello: según el filósofo David Hume, es porque “la razón no tiene ninguna fuerza para movernos a actuar. Lo único que puede movernos a actuar es un sentimiento”.
Aunque por supuesto podemos discrepar o no de esta afirmación. Pero sumergiéndonos un poco en esta filosofía, quizás podríamos llegar a alguna conclusión que nos permitiera entender porque a veces las personas hacemos cosas que se antojan incomprensibles, digamos como la actitud de Hernando, aunque en este caso solo se puede traducir como una infidelidad manifiesta e injustificable. Por lo que es claro que la razón no interviene.
Y considero que también la razón puede ser llegar a ser entendida como un sentimiento (racional, mientras los instintos, entre ellos la pasión, serían irracionales) y que va más allá de éstos, moviendo a actuar por cuestiones que quizás vengan impuestas por la propia sociedad al respecto de lo que se considera o no correcto, pero también por convicciones personales. Que puede afectar a las pulsiones, incluso hacerlas desaparecer, ya que la razón reúne el potencial para influir en la voluntad. (Aunque también exista el llamado instinto básico, y quizás es en este punto donde la pasión o los instintos esclavizan la razón).
Pero cuando la razón no se impone, ¿puede influenciar la vulnerabilidad de la persona en ciertos momentos, para que la sustituyan estos instintos más básicos? Pues sí parece posible (aunque no pretendo justificarlo, ni mucho menos). Y lo hemos visto, por ejemplo, con Alfonso, cayendo en la infidelidad cuando, sin venir a cuento, Severiano vino a ocupar sus pensamientos, con Carmelo cegado por el dolor y dando muerte al marido de Adela, y ahora lo podemos ver en Hernando, también obnubilado por los celos. Pero sin que ni él, ni los otros, hayan racionalizado estos instintos, ni hayan hecho antes el paso de contrastar los hechos con quién debían. Con lo que también interviene la cuestión de la confianza, Carmelo por ingenuo, y los demás por su incapacidad de entender que la sinceridad a veces es el mejor camino para hacer que las cosas vayan por el cauce adecuado.
Y es claro que un correcto ejercicio de la razón podría evitar muchos sinsabores y problemas.
Pero ciñéndome al tema de Hernando y su infidelidad, (y aunque dé la impresión que estoy mezclando churras con merinas) hay otra cosa en la que me gustaría hacer hincapié: los estereotipos. Y de ello también hay muchos en esta trama.
El primero, la supuesta atracción que puede despertar un carácter determinado, utilizando todos los tópicos concernientes a un estilo de vida diferente correspondiente a otra cultura. No me gusta la generalización, y por ello no me gusta que pretendan dar una imagen de las mujeres cubanas como ligeras de cascos, sensuales y potencialmente liberadas de prejuicios. Sí, es posible que su cultura las haga más libres en todo esto, y también es posible que a veces la diferencia atraiga, pero en esto ya entra otro tópico: el de que los hombres caen fácilmente en sus redes.
Otro patrón recurrente: el del recurso a la bebida para olvidar las penas. Aunque es cierto que una persona con la mente nublada por la bebida puede desinhibirse, y decir o hacer cosas que quizás no haría en estado normal, ello no puede ser nunca una justificación para dejarse llevar por los instintos más básicos.  Porque además con este término podrían entrar muchas cosas, y algunas muy peligrosas.
Aunque admito que lo que me molesta más en esta trama es el de la exaltación de unos supuestos atributos femeninos para atraer al sexo contrario. No siempre belleza física va unida a inteligencia, con lo que se magnifica la superficialidad en detrimento de la belleza interna. Y por supuesto cuando hablo de inteligencia me refiero a tener cultura, no a tener una mente retorcida para maquinar propósitos no muy nobles.

11 de abril de 2017

Un camino de espinas

Elías, Néstor, Damián….y ahora Lucía. Los tres primeros pasados a mejor vida, y la última ya veremos cómo tienen previsto que acabe su periplo por la serie. Y sin olvidar que, paralelamente, ha habido más muertes relacionadas con estos personajes.
Este es el panorama que ha deparado la trama de Los Manantiales en un solo año, en el que se han sucedido los personajes malvados a una velocidad pasmosa, sin darles ni siquiera la posibilidad de desarrollar su hipotético potencial. Cuando pienso que en efecto si lo tenían, especialmente Elías y Damián.
En el momento en que los habitantes de Los Manantiales llegaron a PV, y aunque no era del dominio público, ya se avecinaban grandes cambios en la telenovela, con despedidas de personajes importantes (es de suponer que la marcha de los actores y actrices se conoce con el tiempo de antelación suficiente como para permitir al equipo de guionistas introducir cambios en los planteamientos iniciales). Y presumiblemente esta nueva trama podía tener como misión ayudar a contrarrestar esto.
Y es cierto que en un primer momento si consiguió despertar muchas expectativas, básicamente porque el enfoque era novedoso, y la pareja protagonista parecía destinada a hacerse un hueco entre las grandes de la serie. Pero creo que todo se ha ido diluyendo en medio de tanto dolor, sufrimiento y muerte, unido a la falta de sinceridad, desencuentros y malos entendidos de los personajes,…. algo que puede acabar pasándoles factura a ellos y a l@s seguidores.
Claro que no todo puede ser un camino de rosas, porque la vida real tampoco lo es.. pero a veces también da treguas, algo que en Los Manantiales no han tenido apenas.
Y ahora es cuando vuelven a decirme que las tramas edulcoradas no venden, que hay que introducir tensión para despertar el interés y que los televidentes sigan pegados a la pantalla. Pero quizás sobre esto también haya que extraer valoraciones y conclusiones, ya que puede llegar un momento en que tanto dramatismo canse. Creo que debería existir un término medio para que se dieran situaciones de todo tipo (y excluyo de ello a los Mirañar, que ya sabemos por dónde cojean siempre), pero ahora mismo no veo que esté sucediendo. No hay casi ninguna trama que no tenga una situación complicada, de difícil resolución.
Y la de Los Manantiales sigue por este mismo camino trillado. De hecho, incluso los personajes cada vez son más contradictorios respecto a su personalidad inicial. Que quizás es posible que la gente cambie, que las posturas cambien, pero parece hay cosas que se han interiorizado para peor.  Una de ellas la certeza de que se han cometido errores,…..pero que al parecer no sirve para mucho, porque han perdido la ocasión de sacar una lección de ello y están volviendo a recaer.
Beatriz, de la que lo único que se puede alegar para encontrar una justificación a su comportamiento es que por su temprana edad podría ser más manipulable. Pero, influenciada o no, lo que está dejando asomar es una chica desconocida, caprichosa, veleta e incluso superficial, si nos atenemos a las expectativas que parece fiar a su nueva imagen glamurosa. Incapaz de asumir su parte de culpa por lo que la tiene sumida en un estado de ánimo depresivo: su truncada relación con Matías. Por supuesto es lógico que busque una explicación para el hecho de que él ahora la esté apartando, pero considero que lo está llevando desde la óptica de su propio ego y sin detenerse a pensar que él puede tener un motivo razonable. Ella no es la víctima, o al menos no lo es ella sola.
Lo he dicho en varias ocasiones: a veces llegan tan lejos con un personaje que después es difícil darle la vuelta y además esperar que vuelva a ser considerado de la misma manera. ¿Cómo puede suponer la renovada Beatriz que el chico se va a volver a lanzar a sus pies después de haberlo tratado de crio, y haber roto con él para irse detrás de otro? ¿Y que cuando le ha salido mal esto y vuelto a reconsiderar la posibilidad de recuperar al chico, esperar que sea éste el que se disculpe por algo que no ha hecho?
Quizás la que menos ha cambiado sea Camila, aunque también tiene sus puntos oscuros. Nunca acaba de ser sincera del todo, aunque si espera que los demás lo sean. Pero es un rasgo que ha tenido desde el principio, y por ello tampoco tendría que sorprender a nadie. ¿Qué es censurable y un error? Por descontado, ya que de no quedarse las cosas para ella se evitarían muchos malos entendidos, y no se llegaría a los extremos a los que se ven abocados cíclicamente ella y su esposo. Bastaría con hablar con él sin dejarse nada en el tintero, ya que al fin y al cabo se supone que un matrimonio se sustenta en la confianza mutua.
No dudo que el amor que se profesan ella y Hernando sea sincero, que haya ido creciendo a medida que se han ido conociendo de cerca. Pero este amor quizás no tenga los cimientos suficientemente asentados y fuertes cuando ambos permiten que elementos externos (digamos personas) se entrometan entre ellos. Y sobre todo, cuando no son capaces de solucionar sus problemas más que con el concurso de terceros. O a pesar de terceros.
Y me queda Hernando.
Es un empresario de éxito (o lo era), así que hay que suponerle mucho mundo. Pero parece que su pesquis para los negocios a veces se nubla cuando intervienen otros factores como su tendencia a no desconfiar de nadie, a creer sin contrastar las cosas, a no compartir sus inquietudes más que con ciertas personas como Nicolás o D. Anselmo, cuando tendría que hacerlo primeramente con Camila. No es ciego para según que cosas, su intuición no le falla siempre, pero cuando se trata de su esposa parece que las cosas no ruedan de la misma manera. Por supuesto no es suya toda la culpa porque, como he dicho antes, Camila tampoco luce por su sinceridad. Pero mientras no sean capaces de solucionar esto, siempre habrá algo que les separe.
Y será por esto por lo que Lucía está consiguiendo sus propósitos.
Volviendo al tema inicial. No se puede obviar que a pesar de todo y mientras no cambien las cosas, los habitantes de Los Manantiales siguen siendo los protagonistas destacados de las tramas. Pero creo que ahora mismo hace falta algo más para volver a llamar la atención de los cientos de seguidores que han dejado de ver la telenovela, cansados probablemente de ver siempre desgracias y nada de alegrías. Aunque esto último sea una opinión de cosecha propia basada, eso sí, en cifras reales y contrastables.

9 de abril de 2017

De hacerse mayor de golpe

Matías y Marcela, o un guiño a un tema que siempre es actualidad: los embarazos adolescentes.
No sé si es ésta la pretensión, o simplemente se trata de un giro de guion para introducir tensión a la relación intermitente y llena de altibajos de Matías y Beatriz. En todo caso, el tema que se presenta es el de dos adolescentes, el mismo Matías y Marcela, que sin apenas conocerse, ahora están unidos por un vínculo indisoluble que va más allá de lo meramente emocional, y que se ha de materializar en un pequeño ser que lleva su sangre. Dos jóvenes que se ven abocados a hacerse mayores de golpe, después de no haber tenido apenas infancia al haber vivido sus primeros años en un entorno duro y sin concesiones.
Él abandonado en un orfanato del que fue sacado por un hombre con el único objetivo de utilizarlo como mano de obra para delinquir. Aunque también es cierto que, en un golpe de suerte, la vida le ha dado una segunda oportunidad con una familia maravillosa que le quieren y le apoyan.
Ella, simplemente obligada por su género, a ser la sirvienta de su padre y hermanos, soportando la falta de libertad que ello conlleva. Sin posibilidad de escapar, excepto para caer en otra situación que implica el mismo resultado. Porque en aquellos tiempos la mujer no tenía muchas más opciones que vivir en la casa paterna hasta el matrimonio. Y una vez casada, y casi con toda seguridad, seguir reducida al silencio, limitada a hacer lo que se llegó a calificar en los peores años de la dictadura como “la única profesión digna de la mujer”.
Y quizás caigamos en la trampa de verlo todo con ojos actuales, sin tener en cuenta que hablamos de un siglo atrás, con una mentalidad diferente y con unos roles establecidos por la sociedad, que pocas cuestionaban.
Por lo que, visto lo visto, después de todo quizás no hayamos evolucionado tanto cuando a veces parece que asoma la incapacidad de ver en toda su extensión lo que supone una situación del tipo a la que se enfrentan ahora Marcela y Matías. Y esto vale para 1924 y para 2017, porque aún sigue sucediendo. Lo primero y peor es que, por alguna razón, parece que se normaliza la desigualdad que supone aceptar que la chica, al ser la portadora, tiene que asumir sin más la carga y, en cierto modo, la culpa de la situación,…. mientras que para el chico el comentario viene a ser que al aceptar su responsabilidad se va a poner encima una carga que va a condicionar su futuro. Olvidando que un embarazo es cosa de dos, y la responsabilidad compartida, aunque sea fruto de un error de cálculo o de inconsciencia.
Pero hay más, y lo hemos visto reflejado en las palabras de Alfonso y Emilia que enseguida se han hecho cargo de la situación, y que tienen una visión más amplia de la historia, quizás por haberla vivido personalmente.
No se trata solo de todo lo anterior, sino que hay que añadir, en el caso de la chica, el temor a ser rechazada socialmente, ser criticada por su entorno, ser puesta en duda, señalada como una fresca y tener que cargar con la mayor. Mientras que para el chico las opiniones son mucho más benévolas, e incluso se llega a buscar una justificación para exculparlo. Y desgraciadamente esto suele venir por parte de las mismas mujeres, lo que viene a suponer echarse piedras en el propio tejado y renegar de los avances que se puedan haber dado en materia de igualdad. Porque, como he dicho antes, no hay diferencia entre la responsabilidad de chico y chica en esta situación,… por lo que ninguno ha obrado mejor, ni peor, que el otro.
De todas maneras, admito que me parece bien como están enfocando el tema, y viendo que Matías no rehúye su responsabilidad y piensa en Marcela y su hijo. Y me uno a un comentario que he leído en otro sitio. Es cierto que ahora el chico no está enamorado de ella, pero ¿acaso lo que ya les une, con el tiempo no puede hacer nacer entre ellos algo más? Yo soy de las que pienso que realmente Marcela está embarazada y el bebé es de Matías. Y además hay otras muchas razones para creerlo. ¿Por qué mentir en algo que tarde o temprano se va a saber? ¿Por qué arriesgarse a recibir una paliza y el oprobio de la familia? Si es un plan orquestado con éstos ¿porque querrían “cazar” al chico precisamente ahora? ¿Por qué éste, un chico muy joven, que si bien sus padres tienen un negocio, tampoco es que sean unos ricos potentados?...
Pero me temo que esta historia, que podría ser muy bonita, sabiendo como las gastan los guionistas, no va a tener un gran recorrido y si más bien un final dramático para la familia Castañeda……..
Por cierto, no he hablado de Beatriz....

7 de abril de 2017

Los árboles y el bosque

Se dice que los árboles a veces impiden ver el bosque, y creo que algo parecido les está sucediendo a los responsables de la telenovela El Secreto de Puente Viejo. El éxito espectacular que está teniendo en otros países, especialmente en Italia, con picos de audiencia de más del 30 % (que por cierto considero que no son casuales, sino que hay que atribuir a partes iguales a la calidad de la telenovela, la gran promoción y los horarios de máxima audiencia en los que la pasan), parece que no deja ver que en España está en niveles bajísimos de espectadores, lo que me admito me produce un cierto desasosiego. También es cierto que el share normalmente sigue estando por encima del 16%, y supongo que con esto se contentan. Y que por ello no consideran necesaria hacer nada de publicidad, ni siquiera cuando se dan situaciones excepcionales como la celebración de los 1500 capítulos, de los que casi nadie se enteró.
Por cierto, cumpliendo mi palabra no voy a quejarme más por la diferencia de promoción que existe entre España e Italia (en realidad en nuestro país no existe), primero porque me alegro por los actores y actrices que gracias a la publicidad en Italia pueden tener una oportunidad de salida profesional hacia el exterior, pero especialmente porque después de leer un comentario que dejó una seguidora italiana en una de las páginas que administro, cambió mi percepción sobre este tema. Dejando aparte la calidad probada de la serie, se quejaba de los medios empleados para promocionar El Secreto de Puente Viejo en su país, en comparación con otros productos similares pero de factura netamente italiana, que siendo en su opinión igual de buenos, no gozaron de una mínima difusión y acabaron en un cajón. Y no creo que el comentario se pudiera calificar de chovinismo, sino de justicia, aunque ya sabemos que la máxima de que nadie es profeta en su tierra, sirve en todos los lugares. Incluido nuestro país, donde es cierto que cada vez hay mejores producciones.
Pero no se trata solo del que considero bajo número actual de espectadores de la telenovela, sino de la que me parece cada vez más notable apatía que se ha instalado en las páginas de las redes sociales dedicadas a este serial. Hace seis años que me muevo en estos lugares, y es cierto que durante este tiempo he visto muchos cambios, no solo en la serie, sino entre los que la siguen. Muchos y muchas han dejado de verla, y se han incorporado otros y otras, incluid@s televidentes de otros países, que además participan regularmente en las páginas españolas. Esto, que puede generar mucha riqueza al fusionarse diversas culturas, e incluso obligar de alguna manera a conocer otras lenguas, puede ser uno de los motivos de este cambio, pero no de la apatía que comentaba antes, que creo viene derivada por otras causas.
Cierto que hay que partir de la base que es una telenovela, y que no se puede comparar con las series de late night que tienen otros formatos más ágiles y cuyas tramas tienen una caducidad muchas veces ya cerrada. Puente Viejo es básicamente un culebrón (aunque no me gusta emplear esta palabra para describirlo) destinado a cubrir una franja de tarde. Por lo que no podemos pedir lo mismo que a las anteriores, pero si un poco más de lo que nos ofrecen ahora. Tramas repetitivas y por ello previsibles, ausencia de momentos de distensión, abuso de los flashbacks, pérdida del halo romántico de los inicios, ahora sustituido por un incremento de situaciones límite. Que si bien ayudan a mantener en vilo a l@s espectadores, también provocan un cierto hartazgo por haberse convertido casi en argumento único. Malos muy malos y retorcidos, buenos muy ingenuos o bobos, situaciones absurdas,…y muchas despedidas de personajes queridos (aunque ello no sea atribuible únicamente a los guiones, si no en ocasiones a la voluntad de los mismos actores o actrices. Que de todo ha habido, y que entiendo que pueden condicionar argumentos futuros, e incluso el trabajo de otros compañeros de reparto)
Por supuesto es solo mi opinión, pero creo que no se puede vivir de rentas, ni esperar que la paciencia y la tolerancia de los espectadores siga siendo eterna. A tenor de los comentarios en las redes considero que la gente cada día es más crítica, más exigente y no duda en exponer sus opiniones, con lo que de alguna manera te puedes hacer una idea general de lo que se cuece actualmente. Y no es para soltar cohetes. También es cierto que este colectivo, en el que me incluyo, significa una mínima parte del total de los seguidores de la serie, y por ello quizás no se considere representativo. Pero creo que sería un error apreciarlo así, porque también pueden constituir un altavoz del resto que es invisible.
Antes de dejarlo quiero dejar claro también que esto que se puede considerar una crítica no incluye a los actores y actrices de la serie, a los que considero unos enormes profesionales que llevan a cabo su trabajo con una gran maestría y dedicación. Y también expresar que, a pesar de lo pudiera desprenderse de este comentario, mi deseo es que la serie dure muchos años más.
Puente Viejo me ha dado mucho más de lo que pudiera parecer, y por ello le estaré siempre agradecida. 

5 de abril de 2017

Tres personas, una historia

Es muy posible que me tenga que retractar de este artículo, o en su defecto darme con un canto en los dientes, pero es la sensación que tengo ahora. Y soy consciente que probablemente vaya a ser la nota discordante en el sentir general, pero tengo necesidad de ponerlo en palabras porque pienso que a veces nos dejamos llevar por la corriente, sin valorar todos los pros y contras. Por supuesto, espero que se entienda que esto no es un reproche, porque yo misma no soy ajena a caer en ello más de una vez.
Lo he escrito muchas veces: desconozco cómo funciona la “biblia” de los guionistas y si existen unas pautas prefijadas para desarrollar los personajes y llevar el ritmo de una serie. Pero lo que es palpable es que hemos visto recurrir con frecuencia a los mismos argumentos, porque casi todos los personajes, en algún momento, han tenido su particular bajada a los infiernos. Aunque el peligro que hay en ello es que a veces se ha llegado tan lejos que se acaba instalando una visión difícil de borrar en el futuro.
Cierto que en la telenovela las cosas pueden diferir mucho de la vida real. Un giro de guion puede provocar que situaciones difíciles de perdonar acaben desapareciendo de escena, y pasen directamente al olvido. No suele suceder así en la vida real, aunque es verdad que cada persona también lo lleva a su manera y según sus convicciones. Y lo que para unos o unas es imperdonable, para otros esto será posible.
Pero mi habitual tendencia a irme por los cerros de Úbeda me está haciendo desviar del tema que quería comentar: la historia de Beatriz y Matías, con la tercera en discordia, Marcela.
De entrada ya todo el mundo parece que da por sentado que Marcela quiere engatusar a Matías. Quizás no sea cierto que esté embarazada, o que lo está de otro hombre, y en ambos casos sería igual de reprochable que destrozara la vida de una persona sólo por propios intereses, que no podrían ser otros que garantizarse un futuro medianamente estable y limpiar su reputación. Pero ¿a costa de unirse de por vida a una persona casi desconocida, pensando que en el futuro las cosas pueden ser mejores?
En el supuesto de que exista de verdad el embarazo, también es cierto que uno de adolescente puede llevar a veces a incurrir en situaciones precipitadas, y que una mujer sola, más a tan temprana edad, lo tenía muy complicado para sacar adelante un bebé. Tanto por el estigma que ello suponía, como por la dependencia hacia los hombres en aquellos tiempos. No hay que olvidar que el tema de la liberación de la mujer era entonces una utopía que casi nadie se planteaba. Y que en el caso del hombre, dejar preñada a una mujer tenía un significado muy diferente, aunque también hay que matizar que dependía de la responsabilidad que éste consideraba que tenía que asumir. O no. Y Matías no parece que desee eludirla.
Pero no por todo ello hay que poner únicamente a la chica en la picota. Creo que hay que repartir todas las culpas, y por descontado Matías también tiene su parte.
Dejando aparte la posibilidad de que le estén colocando una paternidad que no existe o no le corresponde, el caso es que si ha estado con la chica en una situación comprometida, y que no se arrepiente de ello (de momento, y al menos esto es lo que dice). Marcela no le ha forzado, y por lo tanto ha sido un acto voluntario para el que no existe ninguna excusa, ni siquiera la de una obnubilación momentánea. Porque de aceptar esto último ya volvemos a poner a Marcela en el punto de mira, deduciendo que ha sido ella la que ha empleado malas artes para llevarlo a esta situación, y exculpando en consecuencia a Matías.
Y no, tampoco me olvido de Beatriz y que ella también ha “colaborado” a que todo se torciera.
Lo cierto es que la chica que vemos ahora no es la misma que al principio. Por supuesto no espero de ella que sea una mujer sumisa y sin voluntad, si no todo lo contrario. Pero el caso es que, básicamente guiada por Lucía, ha dado un cambio radical a su persona (no solo en el aspecto físico) y ha pasado a dar la que considero una imagen de chica consentida y caprichosa, movida por el ego que le proporciona su nuevo aspecto externo, sin reparar que ello la convierte en una persona superficial. Así como está ofreciendo una idea contradictoria del amor que dice que siente por Matías, que parece que va y viene según sopla el viento. No olvidar que cuando se sentía atraída por Ismael bien que dejó claro que sus sentimientos habían cambiado y ya no consideraba a Matías su novio. Ahora no puede victimizarse y pretender que ella es la agraviada, cuando además tampoco ha tenido reparo en jugar con otros y utilizarlos para sus fines, como ella misma se encargó de declarar con respecto a Eusebio.
Así que nadie es inocente en esta historia.
Y aquí entra lo que dije al principio: el riesgo de ir demasiado lejos con las situaciones y después pretender volver al principio.
Por cierto, olvidaba otro aspecto en todo esto: el pulso que se hace visible entre dos mundos, el de una chica rica y otra pobre. Y el hecho de que se pueda generar empatía hacia la más desfavorecida. Pero no es mi caso, o al menos intento no caer en esta trampa. Solo me limito a exponer una opinión sobre los personajes de esta trama.