30 de septiembre de 2014

Deudas pendientes

¡Ha llegado el momento de saldar deudas pendientes!
Así reza la nueva cortinilla sobre la serie, que estos días se está pasando por la pantalla. Pero escarmentada por las veces que ha parecido una cosa y después lo que ha acabado sucediendo sea diametralmente opuesto, tengo mis dudas de que se refiera a Francisca y doy casi por seguro que se debe tratar de lo que ya es habitual. Y es que las supuestas deudas se saldan siempre en la misma dirección y con unos destinatarios entre los que normalmente no se incluye a ésta. Por cierto, el término deuda tampoco creo que sea el adecuado, porque invariablemente la palabra correcta sería venganza.   
Y ya tenemos una más en la frente. ¿Es que esta mujer no se cansa nunca? Ahora le toca el turno a Conrado, Aurora y Martín, y su proyecto de Casa de Aguas. Pero esta vez es algo que conlleva daños colaterales, porque no solo está en juego el futuro de sus promotores, sino el de toda una comunidad. Y es cierto que, hasta ahora, todo el mundo ha permitido que la doña haga y deshaga a su voluntad, que se enriquezca a costa de explotar a la gente, y además que los mantenga firmemente atrapados en su red a través del poder y la coacción. Pero hasta esto tiene un límite, y no se puede estirar la cuerda indefinidamente sin que se rompa en algún momento. Sólo falta que salte la chispa y que alguien ponga voz al descontento general, para que la situación pueda llegar a experimentar un vuelco.
Bueno, también es posible que esto sea sólo una utopía. Desgraciadamente el abuso de poder a costa de la gente no es algo concerniente a una época concreta, ni a una determinada clase social. Siempre ha sucedido y aún sigue sucediendo, quizás con otras maneras pero con idénticos resultados. Dígase abuso de la mayoría, prevaricación, aprovecharse de los amiguismos, manipulación de los medios,……. el caso es que siempre en último término es la población la que paga las consecuencias.
Y en este caso no estoy muy segura de que los habitantes de PV sean capaces de alzarse contra el poder de la cacique. Aunque si hay algo que diferencia de las situaciones anteriores y es que ahora pueden ser comandados por unos líderes con arrestos. Y un par de ellos son un importante referente, dueños de una hacienda. Es decir, salvando las distancias, de la misma clase social que la doña, aunque es evidente que no con el mismo poder y contactos en las altas esferas. Pero dicen que la unión hace que la fuerza, así como que la inteligencia y la prudencia pueden llegar a vencer obstáculos que a priori se antojan insalvables. Y de estas últimas cualidades no creo que les falten a Martín, Conrado y Aurora. Ni incluso a María.
La doña, desde el pedestal en el que se siente invulnerable, quizás ha infravalorado esto. 

29 de septiembre de 2014

Una mente intrincada

Cuestan entender los entresijos de la mente de Francisca. En realidad a veces parece que coexistieran en ella dos personalidades, especialmente cuando se trata de algunos sentimientos concretos. Porque en su manera de mostrarlos, se mezclan confusamente algo que parece amor, un rencor que no la abandona y un odio irracional hacia todo y todos los que se oponen a su voluntad, sin que se establezca una línea definida para cada uno de estos sentimientos.
Por ejemplo, es difícil entender que pretende con Raimundo. ¿Que se sienta agradecido con ella por haber hecho algo por él, y de esta manera conseguir que vuelva a acercarse a su lado? No tengo a Francisca por ingenua, pero si es lo que pretende es esto me parece que anda bastante desencaminada, ya que no creo que Raimundo esté precisamente por la labor. Es cierto que fue la mujer más importante de su vida y que jamás ha dejado de sentir por ella algo especial. Pero llega un momento en que hay que dejar atrás el pasado si se quiere sobrevivir a éste, y creo que el hombre ya hace tiempo llegó a la conclusión que Francisca sólo es un lastre, y que lo mejor es que ésta pase a formar parte de unos recuerdos que fueron bonitos pero que mejor olvidar. Porque no se puede estar eternamente lidiando con algo que parece no tener vuelta de hoja, y es el hecho de que la doña sea incapaz de mostrar algo más que rencor y no admitir otros sentimientos. Pero al respecto de la doble faceta de la doña y con respecto a Raimundo, hay otra pregunta En caso que la pregunta anterior fuera cierta ¿por qué quiere seguir formando parte de la vida de éste, si lo que desea al mismo tiempo es que permanezca lejos de ella? Es harto complicado entender esta actitud que al parecer la ha llevado a maquinar para impedir un indulto y que Raimundo pueda volver con los suyos. Inexplicable de todo punto, sino fuera porque su retorcida mente seguro que tiene una explicación que a ella se le antoja lógica, pero que de esto no parece tener nada. Y que al final se podría hacer llegar a deducir que piensa que si ella no puede ser feliz, nadie más puede serlo. Pero lo que parece no ver es que con sus maquinaciones lo que hace es alejar aún más a todo el mundo, al mismo tiempo que una redención que a estas alturas ya se me antoja imposible.
Por el mismo estilo son los sentimientos hacia Tristán. Parece que para ella solo existe el de los primeros tiempos, el fruto del verdadero amor, el aguerrido y valiente capitán, el hombre entregado a su familia y el hijo en el que había depositado sus esperanzas. Hasta que un día éste rompió las cadenas, y cambió todo. El otro Tristán, el que sufrió su ira y sus malas artes, el que padeció sus desmanes provocándole con ello un sufrimiento enorme y al que después ignoró durante años, parece que convenientemente lo relega al olvido.
Por ello, y ni por un segundo, me parecen creíbles los sentimientos que pretende expresar. Por descontado amor no puede ser, ya que no se puede pretender decir que se ha querido a alguien cuando no se ha dudado en procurar su infelicidad, cuando le ha roto todos los sueños arrebatándole un futuro junto a la mujer amada, y se ha empeñado además en que esto no cese ni siquiera después de la muerte de éste, trasladando este rencor a sus hijos. Alguien así no puede pretender albergar sentimientos tiernos cuando no existe en su interior más que un corazón de piedra, incapaz de tener ni siquiera remordimientos. Por ello creo que lo que siente por Bosco entra más en el terreno de la conquista, pues es el único que ahora le da algo que ansía como es el cariño y la devoción. Y además ve en él lo que ha buscado siempre: alguien que continúe su legado, pero eso sí, con sus condiciones y según sus normas, alguien a quien pueda manipular y moldear a su antojo. El día que éste haga algo que la desilusione, o se niegue a seguir su voluntad (si es que ello sucede alguna vez), Bosco pasará a ser como los demás, a engrosar la lista de los repudiados, y todo este supuesto amor se verá lo que es realmente. 
Y ello puede suceder el día en que el chico descubra su verdadera identidad y alguien le explique, por ejemplo, la responsabilidad de la doña en la muerte de su madre o el ninguneo a su padre por parte de Francisca.  

28 de septiembre de 2014

Inés, un personaje y una actriz

No me gusta hacerlo, y es un ejercicio que evito tanto como soy capaz. Pero aparte de que considero que las tramas de la serie no dan para mucho más, y además ya he escrito con anterioridad, y en fechas recientes, sobre casi todos los temas que ahora mismo son susceptibles de captar mi atención, voy a volver a centrarme en el personaje de Inés y lo que me parece éste, además de lo que pienso sobre la actriz que lo defiende. Aunque sé que soy una humilde bloguera y que mi opinión sólo llega a un cierto público (al que, por cierto, estoy sumamente agradecida) soy muy consciente de que estoy haciendo una crítica, y que hay que ser muy meticulosa y objetiva porque algo así puede llegar a hacer daño, especialmente a quien es blanco de la misma, si por lo que sea llega a su conocimiento. Cosa que, por supuesto, tampoco pretendo evitar. Pero yo misma lo he sufrido por alguno de mis comentarios, por lo que sé que aún a pesar de intentar aceptarlo con una cierta filosofía y con la idea de que las críticas a veces también pueden ayudar, es algo que en el fondo duele, especialmente si se consideran injustas.
Lo dicho. Intentaré ser objetiva y explicarme, sin dejarme influenciar por lo que se dice (que tampoco es muy bueno) sobre este personaje.
No sé muy bien si el problema es de los guiones, que pienso que no son muy currados, o es la actriz que no está muy acertada. El caso es que han conseguido que me impacienten sus escenas, especialmente en las que comparte pantalla con Fe. En mi opinión la diferencia entre el trabajo de ambas actrices es abismal, porque mientras Marta nos deleita con un montón de registros verbales o gestuales, a cual más gracioso e interesante (aparte de muy profesionales), en mi opinión Fariba muestra siempre un perfil plano, en el que admito que me muestro incapaz de ni siquiera atisbar si pretende parecer triste, alegre u otra cosa. Lo mismo que su expresión corporal, en la que creo que aún le faltan muchas tablas.
De todas maneras también diría que no le hacen ningún favor, ni la ayudan, unos guiones en los que tampoco puede lucirse demasiado. Limitada a mostrarse entre sirvienta humillada y amante apasionada, poco tiempo le resta para mostrar algo más de dotes de actriz, o prodigarse en registros más complejos. Es más, aunque la comparación no pueda parecer muy afortunada, en algunos momentos incluso me ha llegado a recordar al personaje de Uriah, el servil y  histriónico personaje de David Copperfield, que pasa la mayor parte del tiempo agachando la cerviz ante su amo, aunque en este caso con aviesas intenciones, Cosa que no sucede con Inés, que se deja humillar por otros motivos y además sin hacer nada para impedirlo, cuando no veo tan difícil que le cuente la verdad a Bosco, recupere las joyas y después ponga leguas de por medio, como hizo hasta que recaló en PV.
Otra cosa es que sea un sentimiento al que es difícil darle nombre lo que la ata a La Casona, y para el que ellos utilizan la palabra amor, y yo (y creo que la inmensa mayoría de l@s espectadores) le pongo otro muy distinto.
No puedo hacer esta afirmación con rotundidad, pero considero que llamar amor a algo en lo que solo interviene el conocimiento del cuerpo del otro, es cuando menos aventurado. Por lo que a priori lo que parece es sólo sexo, sin más. También es posible que a través de ello se pueda llegar a algo más profundo, pero creo que, en este momento, ponerle este calificativo es cuando menos precipitado, más cuando además se pretende dar la imagen que ella y Bosco son muy jóvenes y están descubriendo un mundo que no conocían. Creo que los guiones han sido llevados a un ritmo acelerado, sin dejar que esta relación ya desde un principio se fuera forjando a un ritmo que llegara a cuajar en el ánimo de los espectadores. Y provocando, por lo que puedo leer y siento yo misma, que ahora se dé el efecto contrario al que probablemente se pretendía llegar.
Por supuesto, no pretendo ni estoy en condiciones de dar lecciones de cómo hacer las cosas, porque quizás sea yo la equivocada y el rumbo sea el correcto. Pero no es éste  mi sentir en este momento.
Otra cosa es Bosco y el actor que está en su piel. En este caso si pienso que Francisco es un buen profesional, a pesar del papel poco lucido que le toca representar. Pero también es cierto que sus escenas le brindan más oportunidades de dejar patente su buen hacer ante las cámaras. Solo que creo que ya es momento de que, antes de que la valoración de su personaje caiga aún más, permitan que éste suelte lastre con respecto a la doña y deje asomar su libre albedrío para que además pueda conocer su verdadera historia y sepa que tiene una familia. 

26 de septiembre de 2014

La indefensión de una mujer

Hay dos Martín enormes: el enamorado dulce y tierno, y el enfadado y con arrestos. Ambos son igual de interesantes y, en mi opinión, y aunque considero que en todos los registros Jordi es igual de buen profesional, es en estas facetas concretas cuando deja aflorar sus mejores cualidades interpretativas. Y ayer hubo la ocasión de volver a verlo en acción en las dos y en una misma escena. La de un hombre que quiere profundamente a su esposa y  la descubre en peligro inminente, sin que ésta atine a defenderse de un acosador. Y que la acoge entre sus brazos para darle protección y consuelo. 
A pesar de que creo que Martín habría actuado de igual manera aunque se hubiera tratado de otra mujer o incluso de cualquier persona, ya que su natural le lleva a que no considere un deber o una obligación defender a alguien que crea que precisa ayuda, sino que es algo que le sale sin dudar ni vacilar, que lleva implícito en sus genes. Pero ahora se trata de María, la mujer que es el centro de su existencia y a la que se ha entregado en cuerpo y alma, la que siente que debe cuidar y defender por encima de todo, la que no puede permitir que sufra más.  
Puedo entender su cólera al descubrir la infamia del modisto y las malas artes que ha empleado para engañarlos a todos. Pero especialmente puedo entender que descargue toda su rabia para hacerle pagar a Rigo el haber intentado ultrajar a María. Y no porque Martín sea el típico macho posesivo, sinó porque es el hombre enamorado que siente que puede haber fallado a su esposa, no pudiendo impedir que ésta vuelva a pasar por este trance.
Aunque hay otra moraleja en esta historia. La indefensión de las mujeres ante los hombres, algo que era muy acusado en aquel tiempo pero que aún no ha perdido del todo su vigencia porque el pensamiento machista sigue ahí, aunque afortunadamente en mucho menor grado. Un ejemplo de ello se ha visto esta misma semana en la que, creo que era un obispo o algo parecido, venía a decir que las mujeres necesitábamos ser tuteladas, sin poder contar con libre albedrío. Sin más comentarios.
Pero en este caso no me refiero sólo a la violencia física, sinó a otro tema igual de doloroso. El poco valor de la palabra de una mujer frente a la de un hombre, además de la estricta moral imperante en la época con la obligación de una conducta intachable, pero sin que este particular fuera aplicable a los hombres en la misma medida. Por ello entiendo las razones de María para callar y no denunciarlo, aunque cueste aceptarlo. Probablemente de hacerse público el tema, María habría acabado apareciendo como la única culpable de la situación, y en cuanto a ponerlo en conocimiento de las autoridades, es evidente que era la de palabra de una chica contra la de un sujeto con un cierto poder, además de un hombre. ¿Quién la iba a creer?
Sólo que éste no ha marchado de vacío. Probablemente con unos cuantos moratones visibles y con el rabo entre las piernas. Además de con un vestido menos.    

25 de septiembre de 2014

La visibilidad de los personajes

Supongo que es un esfuerzo inútil intentar entender la deriva de la serie.
Después de semanas de ver la pareja Martín y María encasillados en tramas pueriles y sin dejar asomar lo que ha enamorado a los seguidores durante más de dos años, parece que finalmente han decidido devolverles algo del protagonismo perdido. Pero no sucede lo mismo con Conrado y Aurora, de los que tengo la sensación que cada vez espacian más sus momentos de pantalla. Puede que a algún@s ya les baste con sus ocasionales escenas, pero tengo la sensación que, de alguna manera, también les están restando protagonismo, pues a lo sumo tienen cinco minutos de cuota de pantalla por capitulo (a veces incluso ni siquiera esto, y menos como pareja) y casi siempre por cosas que no suelen pasar de lo cotidiano, con alguna ocasional escena algo más movida, pero que es esto, una excepción puntual. Y, claro está, las escenas románticas, que por otra parte creo que se resuelven sin casi darles tiempo a ponerse, porque es habitual que cuando lo hacen, “oportunamente” alguien se encargue de estropearlo. Cosa que, por cierto, no sucede exclusivamente con esta pareja, y que era y es algo habitual en la serie cuando una pareja decide ponerse romántica. Y por culpa casi siempre de no haber entendido que el mejor remedio para ello es poner una buena cerradura a la puerta.
En realidad en los últimos días, exceptuando María y Martín, casi tienen más visibilidad Fe, Alfonso y Mauricio, cosa por otra parte que no voy a censurar porque creo que también les tocaba. Sin contar los inevitables Bosco e Inés, una pareja que no consigo asimilar (¿alguien se acuerda de que éste es el hermano de Martín y Aurora? Pero en el lado opuesto y pasando casi completamente al rincón de los olvidados, está por ejemplo, Candela, cuyo papel ha pasado a ser de secundaria de lujo. Aunque creo que merece algo más, tanto el personaje como la actriz.
Por supuesto, todos los actores tienen derecho a sus minutos de gloria, pero esto no me parece muy compensado, y también es cierto que es bueno que haya diversidad, y que no siempre sean los mismos protagonistas. De hecho hay que admitir que las tramas de Fe han añadido un elemento de distensión que se agradece “en gordo”, y que permite superar algo el aburrimiento de algunos capítulos. Dejando aparte su salero y gracejo particular que es capaz siempre de arrancar una sonrisa, ahora mismo es realmente hilarante ver como provoca los celos indisimulados de Mauricio, un hombre que parece hacer suyo el refrán del perro del hortelano " que no come , ni deja comer", ya que parece que le cuesta decidirse. 
Pero toca hablar de estos otros actores secundarios.
En concreto, durante meses hemos visto desfilar a Emilia y Alfonso sin que les dieran ningún protagonismo más allá del de una pareja con una vida establecida y sin grandes altibajos. Afortunadamente parece que las cosas van a cambiar, con la “adopción” de Matías, un chico muy joven que me parece que va a ganarse inmediatamente las simpatías de l@s espectadores, con su carácter rebelde y un tanto esquivo, pero con un  buen corazón y una evidente necesidad de sentir el calor de alguien que le quiera. Y estoy segura que al lado de dos magníficas personas como Alfonso y Emilia va a conseguir, además de esto, dejar atrás su pasado y tener la esperanza de un porvenir.

Será interesante, si esta situación se confirma, hacer el paralelismo entre Matías y Bosco. Ya sé que es adelantar acontecimientos, pero ambos chicos parten de una misma situación: la de haber sufrido la opresión de quienes les han tenido bajo su yugo, para pasar ahora a ser tratados como personas y sentir el calor de un hogar y el cariño de alguien. Que en el caso de Matias es algo que seguro Alfonso y Emilia están dispuestos a darle de manera desinteresada, no así como sucede con Bosco y la doña. 

24 de septiembre de 2014

Siempre a su lado

Sera que es lo que toca en este momento…. O exigencias de unas tramas que tienen un fin concreto…… O, siendo muy optimista, quizás consecuencia de la insistencia de l@s seguidores (aunque sea algo difícil de creer). Pero parece que en los últimos días Martín y María están más visibles, y sus escenas han vuelto a tener este punto de romanticismo tan esperado y deseado por quienes han seguido fielmente su historia desde el principio (entre l@s que, por supuesto, me incluyo).
Aunque sea porque en este momento María necesita a su esposo a su lado. Sin embargo no hace falta que se lo diga con palabras, ni que se lo pida, porque Martín siempre está ahí para apoyarla y darle consuelo.

No voy a volver a insistir en el tema de lo que pienso sobre la manera como han hecho visible otra vez a la chica, y en consecuencia a Martín, aunque si sobre la actitud de éste, tomando prestado lo que dice Raquis Pucelana, un hombre adoraaaable!! A pesar de todos sus recelos, ha sido capaz de pasar por encima de ellos y anteponer lo que piensa que es el deseo de su esposa. Aunque en realidad parece que no es tal cosa, sólo las ganas de María de probar una cosa nueva y ver si es posible hacer algo más que de esposa y madre. Lo que sí ha quedado claro es que el tema de ser modelo no es nada que ni siquiera se hubiera planteado, por lo que su renuncia a seguir no le ha supuesto ningún problema, ni ha necesitado meditarlo, así que no se puede interpretar como que ha tirado la toalla. Por cierto, algo que nadie ha sacado a relucir, simplemente me avanzo a posibles paralelismos que se puedan establecer, y que no creo tengan razón de ser. 
En realidad pienso que María ha hecho bien en plantar a Rigo (al que, por cierto, le veo un cierto parecido con Fernando/Carlos Serrano). No tiene porque aguantar a un energúmeno semejante, que se cree el centro del universo solo por ser famoso y tener un montón de aduladores que le siguen la corriente, aunque sea por interés. Y que además parece que cree que esta condición le permite saltarse todas las normas, entre ellas el respeto a las personas. Sin embargo, admito que es posible que haya habido, y aún siga existiendo, quién para prosperar en esta u otra profesión, permita que este tipo de sujetos existan y que además se aprovechen de la situación. (Por supuesto, sin generalizar en esto último, porque también debe haber profesionales honrados y sin tantas ínfulas). Pero en el caso de María ha errado el tiro, porque no todas las mujeres son iguales. Y María ha demostrado que no se deja deslumbrar por los oropeles, y además que también los tiene bien puestos cuando es necesario. Nada que ver con la inocente jovencita que se dejaba embaucar por Francisca. Ahora es toda una mujer con arrestos, que por cierto le van a hacer falta por lo que se ha visto en los avances.
O quizás lo que va a necesitar es un paladín que la salve, así que ya tenemos a Martín otra vez en la palestra. Ya que parece que también hay otro que necesita el correctivo adecuado.
Otra cosa, que ya he hecho en otras ocasiones. He de volver a expresar mi protesta por el tema de los abusos, o intentos de ello, hacia María. Creo que ya está bien de este color, y de que siempre sea la misma el objeto de ello. 

La carta de Cuba

Casi estoy por creer que PV si es el ombligo del mundo. Porque no hay otra explicación al tema de la carta ya que, con la dirección que llevaba escrita, las posibilidades reales de que llegara a su destino eran 0 patatero.
Aparte de que el servicio de correos es un rato leeeeeeento, ya que han tardado veinte años en hacerla llegar a su destinatario. Claro que ha tenido que atravesar un océano, y además es posible que se haya necesitado todo este tiempo para que, con los medios de la época, se pudiera averiguar en qué país está situado PV, ya que en la carta este particular es inexistente. Vamos, un detalle “insignificante”, al que hay que añadir que, aún en el caso de que pudieran saber esto, existe también la posibilidad que hayan varias localidades con este mismo nombre.
Y ya llevamos mareando la perdiz toda la semana con el tema, cuando creo que ni siquiera había que plantearse a quien entregarla, que por supuesto son los hijos o la viuda de Tristán. La doña ni siquiera tenía que enterarse, porque ¿a santo de qué le han de pedir su opinión sobre este tema? Y lo que es más que evidente es que de llegar a sus manos, esta carta habría pasado a mejor vida sin que nadie llegara a conocer su contenido.
Vale, entiendo que la misiva va a traer consecuencias y que esto es solamente el principio, pero admito que me cuesta seguir la lógica de Hipólito y me impacienta tanta tontería gratuita. También es cierto que a veces las cartas no traen buenas noticias, pero tampoco veo muy ético ni profesional retenerlas en ningún caso, ni aunque en éste sea para evitar un posible “soponcio”. La correspondencia es algo muy sagrado y pertenece a su destinatario, por lo que nadie ajeno puede decidir sobre ello.
Por cierto. Creía que el tema de que Tristán llegara siempre tarde y mal a las cosas, y no se enterara de casi nada hasta que ya no había remedio, era un tema ya zanjado. Pero veo que ni siquiera después de muerto esto va a ser posible. 

23 de septiembre de 2014

Como un objeto de adorno

Supongo que como yo misma, mucha gente se estará preguntando (y quizás ya ni siquiera esto) que pinta Bernarda en esta historia. Su trama lleva meses estancada en el mismo punto, sin que se sepa nada del misterioso interlocutor que se encuentra al otro lado del teléfono, o de los planes que ésta tiene en mente y que hacen que siga anclada a este lugar. Bueno, hablando en propiedad, sí que se conoce cuál es su meta, que no es otra que hacerse con el dinero de Francisca. Lo que no se sabe es cómo piensa llevarlo a cabo, algo que ahora pasa también por incluir el deshacerse de Bosco.
Demasiado complicado. Aunque es evidente que su talento para las males artes es casi parejo al  de la doña, pero que no se arriesgará a ponerse en evidencia y mucho menos dar un paso sin atar antes todos los cabos.  
Pero mientras, pasan las semanas, y lo único que vemos es a una mujer que deja deslizar su existencia encerrada en un lugar alejado de todo contacto con sociedad, sin otra función que leer o descansar de no hacer nada, aguantando con estoicismo las constantes humillaciones y desprecios a los que la somete Francisca, que no deja de recordarle, de manera indirecta, que es una mantenida.
Lo único que no se le puede negar es que es una excelente maestra, que ha conseguido en apenas tres meses que Bosco no sólo aprenda a leer y a escribir con la soltura propia de quien lleva años haciéndolo, sinó que lo ha pulido y empapado de cultura de tal manera, que incluso es capaz de hablar con propiedad como si tuviera realmente muchos estudios y ya estuviera en disposición de codearse, al mismo nivel, con la gente de la clase social en la que ahora está inmerso por obra y gracia de Francisca. 
Creo que éste es uno más de los fallos de la trama, que se han saltado la lógica en este tema.
No tengo nada en contra de la actriz, que creo que cumple su papel con gran profesionalidad, pero considero que están estirando esto demasiado y que no estaría mal que dieran algún paso en la dirección de que su personaje dejara de ser algo más que un objeto de adorno, sin ningún cometido. Es injusto para ella.   

22 de septiembre de 2014

Un pueblo demasiado pequeño

No sé qué considerar peor. Si la cara de bobo y la falta de reacción de Bosco ante algo a todas luces improcedente, o las injustificadas y gratuitas pullas, que en realidad se podrían calificar más bien de insultos, vertidos por Francisca. Aunque en realidad tanto el uno como la otra merecen el mismo calificativo: patéticos.
Es inevitable que en un pueblo pequeño como Puente Viejo la gente tarde o temprano acabe cruzándose, por mucho que quieran evitarse, y que en consecuencia se produzcan encuentros no deseados. Pero nada en la serie sucede porque sí, y he llegado a la conclusión que la intención de los guionistas no es otra que poner en boca de la persona más dispuesta para ello, es decir Francisca, algunas opiniones que nadie más dirá en la serie, y que sólo se pueden encontrar casi en exclusiva en las redes. O dado que lo capítulos se ruedan con bastante antelación, las que es más que previsible que se den, como así ha sucedido en el caso de Aurora. Pero una cosa es lo que es y otra lo que parece, aunque con Aurora esto último se puede traducir para alguien a quien le importe poco buscar el fondo de la cuestión, que lo que ha hecho es tirar la toalla a las primeras de cambio.
Aun así la actitud de Francisca es totalmente abominable. Es su nieta, sangre de su sangre, aunque la inquina que le tiene a ella y a su hermano es rayana en lo irracional. Cierto que ambos no son precisamente dóciles corderillos a quienes sea posible tapar la boca, y que los dos han dado muestras sobradas de carácter y de que es fácil que les dobleguen. Pero no se puede culpar a los hijos de los “supuestos pecados” de los padres, como tampoco esperar que acepten esta situación sin rebelarse. También es cierto que cada una de las partes lo ve según su propia óptica, y que mientras la de Martín y Aurora es la correcta, la doña se lo mira desde un prisma muy diferente que no tiene nada que ver con la realidad. Por lo que los chicos tienen motivos más que sobrados para no sentir ningún apego a esta abuela que ha conseguido, con sus malas artes, que toda su familia y paisanos sientan un profundo y merecido desprecio hacia ella.   
Pero de ahí a perder incluso las formas y la educación, especialmente cuando se trata de una persona con cierto prestigio (al menos entre los suyos) ya es ir demasiado lejos. Francisca se ha comportado como una vulgar arrabalera, lanzando todo el veneno que es capaz de acumular contra alguien que, primero no puede defenderse, y después que está muy lejos de merecer semejante chaparrón. También es cierto que casi nunca deja de comparar a Aurora con su madre, utilizándola para que siempre salga malparada la chica. Sin embargo no creo que tuviera necesidad de ir tan lejos.
Y sólo cuando los ánimos se han crispado del todo y Francisca empezaba a perder terreno, ha sido cuando Bosco ha reaccionado como el gallito que empieza a parecer. Pero no contaba que se iba a encontrar con la horma de su zapato.
La verdad es que si no soluciona pronto este tema de Bosco y emerge la persona que creo que aún subsiste en él (no puede haber cambiado tanto que ya no recuerde su pasado), no creo que sea posible empatizar con el chico. Y no me refiero a encontrar el camino para encauzar el tema de su supuesto amor por Inés, (algo que sigo sin creerme) sinó a que abra los ojos y resurja la persona que existía antes de que Francisca pusiera su zarpa en él.
Porque quiero creer que Tristán y Pepa no pudieron hacerlo tan mal con este hijo. 

21 de septiembre de 2014

Luces y sombras en la cocina

Es realmente sorprendente que Francisca soporte a una sirvienta tan peculiar como Fe, que además no es capaz ni de darle gusto a su exigente paladar, ni de que le sea totalmente satisfactorio el trabajo que hace. Y sólo veo una explicación: en el fondo, y aunque nunca vaya a reconocerlo, creo que le divierte el carácter atolondrado y el hablar a veces ininteligible de esta chica tan especial, y un personaje con una personalidad única. De ello da cuenta el hecho de que, a pesar de que la doña cuida mucho de dejar claro quién manda, siempre suele acabar las conversaciones con Fe dando la impresión que no consigue enfadarse con ella.
Supongo que no es nada fácil crear un personaje nuevo que tenga unas características que lo hagan atractivo y pueda además encajar en una serie ya consolidada. Pero estoy convencida que ni siquiera los guionistas podían imaginarse que con este iban a acertar hasta el punto de que consiguiera calar tanto en la audiencia. Porque, sin pasar de personaje secundario, ha conseguido hacerse un hueco importante en las simpatías de l@s espectadores. De hecho no creo haber visto nunca ni un solo comentario en su contra.

Es como un rayo de luz que aporta frescura, aún en las situaciones más tensas. Que sin caer en el absurdo como los Mirañar, consigue al igual que éstos, que asome de vez en cuando una sonrisa en medio de tanto drama. Aunque tampoco se lo han puesto fácil, ya que le han buscado una “compinche”, Inés, la mar de complicada e incluso en ocasiones borde hasta decir basta, que un día anda alicaída, otro como alma en pena y al siguiente un poco más alegre, pero que es claro que en ninguno de los casos se podría decir de ella que es la alegría de la huerta. Nada que ver con Mariana, con la que hacían un dueto excepcional.
Y, por supuesto, no me olvido de Mauricio, que solo los guionistas saben cuál va ser su papel al lado de esta mujer que se esfuerza en lanzarle requiebros, pero de los que parece no darse por aludido. ¿O quizás más de lo que intenta aparentar?
En los diferentes hilos sobre la serie ya se empieza a pedir que esta pareja prospere. Y creo que estaría bien, ahora que Mauricio está mudando en otra persona mucho más humana de lo que era al principio, y dejando asomar sentimientos que se desconocían en él. Ahora es sociable, se mezcla con la gente y participa de las alegrías generales. Y especialmente, aunque siempre fiel hasta el tuétano a su señora, empieza a no sentir demasiado entusiasmo en ejecutar alguna de las órdenes de ésta que traen aparejados perjuicios a sus paisanos.
Y creo que la cercanía, antes de Mariana y ahora también de Fe, está ayudando a este cambio de carácter. 
Ya puesta a hablar de Mauricio, una pega. Su extremada prudencia que impide que salgan a la luz secretos que podrían cambiar muchas cosas. Aunque creo que en el caso de Bosco e Inés está actuando correctamente.

20 de septiembre de 2014

Humillada y vencida

Ya empecé otro comentario de manera parecida. Pero lo que he sentido al ver las escenas de Inés y Francisca me incita a volver sobre lo mismo.
Ante todo me ratifico en que esta situación no ha conseguido que sienta ninguna lástima por la primera, sinó más bien me produce indignación por la actitud de la segunda.
Pero, aunque sólo es mi opinión y que puedo estar equivocada, por lo que estoy dispuesta a rectificar si en el futuro se demuestra lo contrario, sigo pensando que parte de culpa de que no consiga empatizar con el personaje de Inés y por ello lamentar su situación actual (algo que sólo se puede atribuir a ella misma), la tiene la propia actriz, que no logra convencerme con su actuación. Incluso pienso que haciéndola interactuar con María Bouzas, esta impresión aún aumenta de grados en sentido negativo, ya que aunque ésta tenga fama de generosa con los actores que empiezan y la secundan, en muchos casos no puede evitar sobresalir y ensombrecerlos, como sucede en este caso en el que considero que además su oponente se lo pone fácil. Algo que también pasa con Fe/Marta, dado el sorprendente (por desconocido) y enorme talento que despliega ésta en su papel y que, en mi opinión, hace que Fariba quede completamente en segundo plano. Aunque no sería muy justa si no atribuyera también una parte importante a unos guiones que se pierden en momentos que quizás a alguien le pueden parecer románticos pero que a mí me parecen algo sustancialmente diferente, y también a unos personajes carentes de una personalidad (en este caso incluyo también a Bosco) que considero que los responsables del tema no han sabido desarrollar. Por cierto, aunque no me gusta nada el papel de bobo que le hacen interpretar, la otra parte del binomio, el actor Francisco Ortiz, si pienso que hace bien su trabajo. Otra cosa es que sea creíble en el papel de un chico de diecisiete años, algo que cuesta mucho de asimilar.  
Pero centrándome en el devenir de la serie.
¿Es necesario tanto enconamiento por parte de la doña? ¡¡Vaya víbora está hecha, que además encuentra placer en el sufrimiento ajeno!! Cierto que tampoco es ninguna novedad en un mujer que fue capaz de mirar hacia otro lado con su propia hija, que no tuvo reparos en provocar la infelicidad a su hijo sólo por el hecho de que no cumplía con sus expectativas, que conspiró para provocar un aborto a su nuera Pepa y al final consiguió acabar con ella, que causó la muerte a su segundo esposo, que desprecia a los de su sangre sólo por ser hijos de quién son,…. y así hasta el infinito. Con semejantes antecedentes tampoco se puede esperar otra cosa de ella más que maldades. Y, por descontado, sin ninguna posibilidad de que algún día llegue su redención.
Aunque quizás también haya quien piense que con esta actitud hacia Inés puede existir alguna justificación. De haberla, que tampoco exime a la doña de censura, seria porque ella piensa que la chica es una arribista, que pretende embaucar a Bosco para darse la gran vida a su costa. Hasta ahora, nada de lo que ha visto la doña le puede dar otra impresión que esta. Pero llegados a este punto, lo lógico hubiera sido que echara a Inés a la calle, y luego la hiciera escoltar hasta la salida del pueblo. Y no por lo que ha optado de obligarla a seguir sirviéndola, para así humillarla y torturarla con la visión de a quien ésta no puede alcanzar. Algo que solo una mente muy retorcida es capaz de maquinar.
Inés habrá de saber de la peor manera posible las consecuencias de jugar con fuego, desoyendo las advertencias de todos los que conocen bien a la doña. Ésta es el poder que aplasta a quién osa interferirse en sus planes, es la mano implacable que venga afrentas muchas veces inexistentes, juega con los sentimientos de los demás sin importarle el precio, es juez, jurado y verdugo…..Y es también una víbora que engaña, manipula, somete y finalmente clava su aguijón. Pero el veneno que Francisca lentamente va acumulando, puede que algún día se vuelva contra ella, como el escorpión que acaba autoinmolandose al verse perdido.  
Y creo que ya sería hora que esta rueda se pusiera en marcha, ya que cansa tanta maldad gratuita.

19 de septiembre de 2014

Volviendo a las andadas

No me voy a poner a cuestionar la posibilidad de que un reconocido modisto se desplace a un pueblo perdido en el mapa para valorar por sí mismo las posibilidades de una posible modelo, porque no lo veo imposible, aunque sí bastante improbable. Tampoco voy a insistir en el tema de la salida que parecen haberle encontrado a la invisibilidad de María y que deje de ser un florero para pasar a convertirse en un objeto de deseo, dicho con todo el respeto del mundo a la profesión de modelo, que me parece tan digna como cualquier otra. Y lo que menos deseo es alinearme con la opinión de Francisca, que considero llena de prejuicios. Lo que si cuestiono es el hecho de que con ello la situación adopte lo que me parece un cierto tinte machista que no me gusta para nada, más cuando se trata de un personaje maltratado una y otra vez por unos guiones absurdos, y por situaciones extremas que parecen cebarse en ella.  
Y si, lo digo después de haber visto también los avances de la semana que viene, en los que se vuelve a las andadas con este personaje.
Admito que en un serial, si se quiere ser fiel a la realidad, tienen que estar representados todos los estratos de la sociedad y todas las diferentes personalidades. Y en el caso concreto de las mujeres no todas pueden ni son iguales, ni tener la misma manera de ser. Las hay fuertes, decididas y con carácter, y otras no tanto. Por supuesto no digo que María no tenga muchas de estas cualidades, pero creo que poniéndola, por ejemplo, ante su prima y cuñada, la diferencia se acentúa aún más. Cierto que las comparaciones son difíciles de establecer, pues María ahora tiene unas obligaciones familiares que la atan, y decidir sobre su futuro sin contar con ello es muy complicado, ya que su responsabilidad la obliga a compatibilizar su papel de esposa y madre con lo que sea que quiera hacer por sí misma. El caso de Aurora es muy diferente, porque ella si puede decidir dar un paso adelante y buscarse un futuro que no sea el del habitual rol destinado a las mujeres. Aunque parece que ha decidido optar porque sea esto último, con la gran decepción que ello conlleva para la causa femenina. 
Pero lo dicho, creo que tenían otras salidas con María que no pasasen por convertirla en mujer objeto.
Cierto que también hay la otra realidad de María, la de su preciosa relación con Martín. Esta que últimamente parecen querer negar a l@s espectadores, que nos vemos obligad@s a mantener una esperanza incierta, y a asumir con resignación y el mejor ánimo los escasos momentos que ahora nos brindan con ellos. Y que hace que ya parezcan lejos otros momentos mucho más intensos entre esta pareja, como si el matrimonio hubiera consumido en parte la pasión. No así la ternura y dulzura de Martín, que siempre consigue paralizar por un momento el corazón.
Por cierto, desde aquí quisiera romper una lanza a favor de Jordi y su papel de Martín. El otro día leí que esta situación de poca intensidad en la relación de la pareja podría venir derivada en parte porque Jordi, sabedor de su marcha temporal o definitiva de la serie, ha abandonado las ganas de seguir defendiendo su papel con total convicción. Por supuesto todas las opiniones son respetables, aunque en este caso no la comparto lo más mínimo, porque sería lo mismo que decir que ha perdido también la profesionalidad, lo que considero muy injusto y poco ajustado a la realidad. Más bien pienso que la culpa se tiene que atribuir a unos guiones desangelados, que se limitan a hacer que él y Loreto sigan siendo visibles, pero sin devolverles el protagonismo perdido.   

18 de septiembre de 2014

Un nuevo padre para Matías

Siempre ha estado ahí, en segundo plano, pero muy presente. Y creo que ya es hora de que le den el protagonismo que se merece otro de los hombres adorables de la serie, y un magnifico actor del que creo que no han sabido aprovechar todo el potencial. Y aunque esto no tenga nada que ver con su profesionalidad sobradamente demostrada, y ahora poniéndome en plan frívolo, además es el que considero uno de los hombres más atractivos de PV. 
Alfonso, el paradigma de hombre íntegro, generoso, esforzado y valiente, amante esposo, padre, hermano, hijo,…. y un paladín siempre dispuesto a luchar por lo que considera justo, o en contra de lo que cree que no lo es. Además pienso que debe ser de los pocos, por no decir el único personaje, al que un secreto haya conseguido empalidecer su trayectoria en algún momento. 
Y con Emilia constituyen una pareja preciosa, con una historia de amor que no tiene nada que envidiar a ninguna de las que han sido o son protagonistas. El único borrón que existe es en el tema de María, que ninguno de los dos supo llevar: una escondiendo el verdadero motivo a Alfonso de su renuncia a criar a María, y éste dejando que Emilia decidiera y le privara de ser el padre que siempre quiso ser. Pero ahora, aunque el tiempo perdido no se puede recuperar, si se puede hacer todo lo posible para paliar el error, y Alfonso lo hace con creces. Porque tiene un corazón tan grande que no le cabe en el pecho, con unas enormes ganas de ofrecer cariño a quién considere merecedor de ello.
Y ha visto lo que los otros no son capaces de ver, llevados por los prejuicios, sin pruebas, de los que han hecho objeto a la familia de quincalleros. Que no digo que éstos en concreto no se hayan ganado a pulso la mala reputación, pero que se sepa nadie les ha visto cometer desmanes (y ya sabemos que la doña se ha aprovechado de esto para sus fines, así que también lo podrían haber hecho otros) Desgraciadamente la sociedad a veces cae en este tipo de actitudes que en algún caso incluso se podrían tildar de xenófobas, y no faltan colectivos o personas que por su origen étnico o social, creencias religiosas, color de piel o ideas, no sufran este estigma de que les sea atribuido un determinado rol negativo. Porque por el hecho de que haya una oveja negra en el rebaño, no quiere decir que tod@s tengan que correr la misma suerte.
Alfonso ha demostrado que está por encima de esto, y que para él primero están las personas. Más cuando ha podido apreciar que Matías es honrado, trabajador, quizás con un punto de rebeldía que se podría atribuir también a sus pocos años, pero alguien que está supeditado a su padre y hermanos, que es evidente que lo utilizan y lo maltratan. Aunque en el fondo no creo que sea sólo compasión y empatía por el chico, sino que sabemos que en Alfonso anida un padre frustrado que no ha podido ejercer de tal hasta fechas recientes. Estuvo a punto de conseguirlo con el bebé que se encontró Emilia, y entonces quedó meridianamente claro que la paternidad es algo que anida en él, y que una de las cosas que siempre ha sentido es no haber podido ejercer de padre con todas la consecuencias, estando al lado de su hija y viéndola crecer. Pero aunque el chico no es precisamente un bebé, creo que en Alfonso han vuelto a resurgir estas ansias y va a “adoptarlo” de alguna manera. 
Además, estoy convencida, que Emilia, aún con sus reticencias, no va a tardar a sentir lo mismo que su esposo. Al fin y al cabo, ella también atesora un montón de valores parecidos a los de éste.   

17 de septiembre de 2014

Se tuercen las cosas

Reconozco que por mi parte es muy poco piadoso y además insolidario, pero querría sentir pena por Inés cuando no es así, y lo que la situación realmente me provoca es más bien indignación hacia Francisca.
Todo lo que toca acaba estropeándolo, y ahora alguien más va a volver a caer bajo su ley implacable. No le queda nadie de su familia, a los que ha conseguido alejar con sus desmanes, y con María también ha sucedido lo mismo. Ahora sigue con Bosco, al que está convirtiendo en un memo insensible y cegato, sin personalidad, que sólo ve por los ojos de la mujer que le da techo, comida y algo parecido al cariño. Aunque realmente sea manipulación.
También es cierto que, en el tema de Inés, Francisca solo sabe lo que ha visto y lo que en su ingenuidad le ha confirmado la chica, y desconoce que haya algo más, como el hecho de que Bosco esté implicado. Por lo que, desde la perspectiva de la doña, incluso puedo entender que haya llegado a la conclusión de que Inés intenta aprovecharse del rico heredero que es ahora Bosco, como si éste fuera un inocente corderillo fácil de atrapar y necesitara ser protegido para que no sea así. Aunque lo peor, estoy casi convencida de que éste va a seguirle el juego y dejar que Inés cargue sola con todo. Pero aun así nada justifica que Francisca humille, mienta, chantajee y conspire para hacer daño a todo el mundo, especialmente a los que tiene por inferiores.
Vale, quizás pueda entender que una abuela quiera lo mejor para su nieto, y que considere que Inés no es un buen partido. Pero tampoco es nadie para decidir por los demás, y menos en asuntos del corazón. Aunque es evidente que no es el cariño lo que la impulsa sinó la conciencia de clase y el egocentrismo superlativo que gasta, con una mentalidad que la lleva a considerarse y a considerar a los suyos como una casta superior que no puede mezclarse con el vulgo.
Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda, cuando mi intención inicial era dar mi opinión sobre Inés y Bosco.
Hago todo lo posible para no dejarme contagiar por otras opiniones y por el desánimo que cunde especialmente entre l@s seguidores de Martín y María, entre las que me incluyo, además del pesar por la creciente invisibilidad a que los han condenado, en detrimento de unos recién llegados. Pero no puedo evitar sentir, aunque no entienda nada de tendencias, ni pueda imaginar en que se basan los guionistas para dar un determinado enfoque a los personajes, que con Bosco e Inés no han acertado mucho, o para ser sincera, nada de nada. Cierto que aún es posible que esto cambie, pero en mi opinión están construyendo unos personajes sin ninguna personalidad, dos títeres supeditados a otros que consiguen anularlos. Es solo mi apreciación, que no tiene por qué coincidir con el sentir general (aunque pienso que no se aleja mucho de ello) pero no consigo empatizar con ninguno de los dos, ni creérmelos para nada. Por supuesto nada que ver con los que los han precedido, aparte de Tristàn y Pepa, como Martín, Aurora y sus respectivas parejas, que han conseguido calar en la audiencia sin ningún problema y con unas personalidades arrolladoras. E incluso con otros personajes menos protagonistas, pero que igualmente tienen un lugar destacado, que por ahora no creo que Bosco e Inés se hayan ganado.
Ya lo he dicho antes. Bosco me parece un memo insufrible, incapaz de despegarse de las faldas de Francisca, sin que le cuestione nada, y comportándose la mayor parte del tiempo como un títere en sus manos. Y lo que es peor, con su actitud de señorito venido a más, aproximándose cada vez más a convertirse en alguien a imagen y semejanza de Francisca. Incluso han conseguido hacerme olvidar la mayor parte del tiempo que es el hermano de Martín y Aurora. Por lo que respecta a su supuesto amor por Inés, me reafirmo en mi opinión de que lo que siente por ella es sólo tensión sexual, nada parecido a un amor profundo y real. Aun así admito que el actor me gusta como defiende su papel.
De Inés ya no puedo decir lo mismo. Lo lamento, pero no me gusta ni el personaje ni la actriz. No consigue transmitirme ninguna emoción. En lo referente al personaje, casi podría decir lo mismo que de Bosco. Y quizás alguien pueda pensar que por ser un personaje femenino tendría que sentirme obligada, de alguna manera, a mostrar mi solidaridad con ella y su situación, pero ni aun así. Por este lado es difícil que me gane. De hecho no creo que haya en PV ningún personaje femenino que sea tan plano y despierte tan poco mis simpatías.
Sólo una última consideración. También es posible que haya quien pueda pensar que esta opinión crítica esta condicionada porque veo a esta pareja como una rival para las que son las auténticas protagonistas. Pero aunque quizás llegue el momento que consigan desplazar en las tramas a éstas, no creo que nunca puedan igualarlas, por lo que, en mi opinión, no es éste el problema. Y, por descontado, tampoco creo que intentando meter a este par por los ojos, saltándose otras parejas con mayor recorrido y seguidor@s, sea la manera de conseguir hacerlos creíbles, así como lanzar las campanas al vuelo por un repunte de la audiencia que no creo que se tenga que atribuir para nada a ellos, sinó que más bien tendría que relacionarse con el auge que la serie está experimentando en Italia y otros países, además de a las nuevas tramas de Aurora, que aportaban un aire nuevo y refrescante, pero a las que desgraciadamente también han dado fin.  

16 de septiembre de 2014

Vuelta a casa

Pues parece que se ha consumado el estropicio: Aurora tira la toalla y vuelve a casa.
Mirado en perspectiva, y en mi opinión, esta trama ya nació sin grandes posibilidades de tener continuidad. Admito que me gustaba, y mucho, por la frescura que aportaba al desarrollo de la serie, pero el reto que suponía enlazar una historia de amor con las dificultades de la distancia física y el tiempo, era algo que se me antojaba, ya de entrada, complicado de llevar a los papeles y que además llegara a satisfacer a todas las partes. Ya que quizás los protagonistas de la historia hubiesen podido esperar, pero es evidente que no así l@s espectadores. Tampoco hay que olvidar que no se pueden intentar establecer comparaciones con la época actual, ya que ahora las cosas son distintas y que una situación de este tipo no plantearía los mismos problemas (de hecho tengo un caso en mi propia familia que lo ilustra con total precisión, y que han llevado sin grandes sobresaltos).
Lo peor del tema es que, aunque lo intenten enmascarar con justificaciones que pueden parecer creíbles y que además nadie tiene derecho a opinar sobre una decisión personal tomada aparentemente después de meditarla, pero en la que es evidente que han influido factores externos y razonamientos varios, la imagen que proyecta Aurora es de una veleta o incluso de una cobarde. Cosas que sé que no son ciertas, pero que no dejan de tener una apariencia que no ayuda.
También es verdad que todos los que pueden pensar esto quedan atrás y no importa lo que crean. Porque estoy convencida que los que son realmente importantes en la vida de Aurora, como Conrado, su familia y amigos, no la van a cuestionar ni a reprochar su decisión. Aunque en el fondo sea por razones egoístas, para tenerla cerca. Pero lo cierto es que es una gran decepción ya que representa también, de alguna manera, ceder a los convencionalismos y dejar de lado la lucha por un lugar en la sociedad que no sea el del rol preestablecido para las mujeres. Cierto que la felicidad es lo más importante, y que puesta en la balanza con los deseos es lógico que se incline hacia lo primero. Pero por mucho que Lucas y Gregoria, con argumentos diferentes, hayan conseguido hacerla cambiar de opinión, nada indica que tengan toda la razón. Cada persona es un mundo y cada situación puede tener una solución. En este caso difícil, y como decía al principio sin muchas posibilidades de salir adelante, pero ni siquiera se ha llegado a buscar otra vía que no sea la de renunciar al supuesto sueño de ser doctora.
Y ahora otra vez a la rutina, ocupando un puesto para el que, por cierto, no tiene ninguna titulación. En la actualidad no creo que esta situación se pueda dar e incluso puede que esté penalizada, pero en aquella época me imagino que la legislación no debía ser tan quisquillosa con estos temas. Aunque lo cierto es que, aún bajo la supervisión de un doctor titulado, no veo nada normal que tenga a su cargo un dispensario y recete incluso medicamentos o prescriba tratamientos, sólo por el hecho de tener conocimientos de medicina. Más cuando para poder ejercer con supuestas garantías, se necesitaban (igual que ahora) al menos siete años de estudios y prácticas, y además para la casa de aguas si están solicitando enfermeras con titulo. Son contrasentidos, algo más para el lote.  
Por supuesto, no puedo dejarlo sin hacer una mención expresa a Lucas. Creo que es una de la más preciosas despedidas que he visto nunca, y además me ha convencido para que lo ponga en la lista de hombres adorables de la serie, porque además ya dije que no lo veía, al menos por ahora, como un peligro para la relación Conrado y Aurora. Voy a echarlo en falta, aunque me imagino que no va a ser una despedida definitiva y que aún puede dar mucho que hablar. En realidad casi estoy convencida de que es un comodín que se guardan los guionistas para una trama futura. 
Pero esto son sólo conjeturas mías. 

15 de septiembre de 2014

Las otras escenas

Es un tema del que no se habla mucho y al que admito que, hasta ahora, tampoco había prestado mucha atención. Y no es que haya llegado a la conclusión que puede sustituir de alguna manera escenas como las que se dieron entre Tristán y Martín, porque creo que esto es imposible. Pero las que no son románticas también han tenido y tienen su lugar en esta serie, y han propiciado muy buenos momentos como los que he mencionado anteriormente. Como los que ahora se dan entre Martín y Conrado, dos hombres excepcionales, momentos que cada vez me parecen más interesantes y dignos de ser mencionados.
Trabajar codo a codo en un proyecto común, pero especialmente una amistad que se afianza, han hecho que su complicidad sea cada día mayor, igual que la confianza que se tienen. Y si se cumplen los pronósticos fatales (que, por cierto, hasta donde alcanzo no pasan por ahora de ser simples conjeturas) y Jordi deja la serie temporal o definitivamente, estas escenas van a ser una de las cosas que voy a echar también en falta. 
A Martín le ha bastado una mirada para que Conrado captara lo que le estaba pidiendo. También es cierto que no era muy difícil imaginárselo, ya que Dolores no es precisamente muy discreta en sus intenciones, y todo el mundo sabe de qué pie cojea.
Mi querida Margonz escribía el otro día en su blog que el parón que much@s percibimos que está sumida la serie, propiciaba que con mayor frecuencia se fijara en detalles que, en la mayor parte de las ocasiones, suceden sin que se les preste demasiada atención. Y básicamente ponía como ejemplo la trama de los Mirañar, que normalmente se basa en sinsentidos. Comparto la misma sensación, que hace que aun admitiendo que estas escenas no me suelen parecer de mucho fuste, al menos consiguen arrancar una sonrisa, e incluso a veces aportan algo de cultura de la época. Sin olvidar que los actores que las defienden son magníficos.
Y con los Mirañar como eje, un ejemplo.
Es cierto que la relación de Martín con su hermana es preciosa, así como el cariño que se profesan. Y ha estado bien que le pidiera su opinión sobre la actitud a adoptar en el tema de María. Pero admito que, casi como esto, he disfrutado con Conrado pugnando por evitar que Dolores pusiera la oreja en la conversación entre los hermanos, aunque mucho más verlo inmerso en la vorágine de escoger una loción de afeitado que no tenía ni la más mínima intención de comprar. Realmente me ha hecho mucha gracia esta escena. Casi tanta como la cara que puso cuando pretendieron hacerle caer en la trampa de los restos del Cid.
Es refrescante que también los que lo han pasado mal, den a conocer alguna vez su vena humorística.
Igual que Martín, que una y otra vez se ve inmerso en situaciones estrambóticas en el colmado y que suele resolver con mucha gracia.

14 de septiembre de 2014

Vuelve la auténtica Mariana

Que me perdonen los guionistas, pero a veces casi llegaría a pensar que encuentran un cierto placer morboso en estropear a los personajes que ellos mismos han creado. De otra manera no se entiende lo que han hecho con Mariana, a la que rebajaron de golpe al nivel de una mujer sin arrestos, cuando tod@s sabemos que ella no es así. Afortunadamente esto se ha enmendado, pero solo porque la fortuna intervino y lo quiso así.
Aunque lo realmente sorprendente es que en su momento se dejara amedrentar por las amenazas y la presión de una simple mujer a la que podía haber cortado las alas fácilmente, y en cambio se enfrente a Francisca, la persona más poderosa de la comarca y al parecer parte del extranjero, sin que le tiemble el pulso y sienta ningún temor a unas posibles represalias.
Quiero creer que es porque conoce bien a la doña y sabe de qué pie calza, de otra manera no se entiende. Y lo curioso del asunto es que ha logrado su propósito y Francisca realmente ha creído las amenazas, aunque otra cosa será cuando ésta sea capaz de serenarse y pensar con claridad. Pero, como ha dicho Mariana, ya están en paz y no hay motivo para empezar otra guerra, que llevaría a otra guerra y así nunca acabar. Porque si algo ha quedado meridianamente claro, ya que Francisca ni se ha molestado siquiera en desmentir, es su participación en la venida de Micaela y , por lo tanto, en la intención de provocar sufrimiento a Mariana y de rebote a su familia. Ya se ha vengado de la supuesta afrenta infringida por la muchacha y ya es hora de que la deje en paz.
Aunque ya sabemos que con Francisca nunca es suficiente.

AMOR, en mayúsculas

Siempre he buscado huir de nostalgias. Por ello no me gustan las connotaciones de la frase de que el pasado fue mejor, si acaso sólo diferente. Sin embargo admito que a veces me dejo llevar por la añoranza y me sorprendo viendo y volviéndome a emocionar con las escenas entre Martín y Tristán, un personaje que consiguió sacar de mi un montón de sensaciones que desconocía, más después de tener la ocasión de conocer en carne y hueso al protagonista. Aunque por encima de esto y sin ninguna duda, están los momentos entre Martín y María, una pareja que han conseguido levantar una oleada de pasiones con su historia de amor.
Hasta fechas bien recientes, unos momentos vividos a escondidas y con el estigma de ser prohibidos a los ojos de la sociedad, pero cargados de la magia especial del primer y único amor. Un tiempo en el que este sentimiento era la única premisa, y la esperanza de que llegara el día en que pudieran vivirlo en paz y total libertad el motivo para seguir adelante sin desfallecer. Instantes que, por cierto, nunca tuvieron ni de lejos los tintes rayanos en la obscenidad con los que nos han “obsequiado” en otras parejas (alguna de muy reciente), y si grandes dosis de química innegable.
Un amor apasionado, pero al mismo tiempo cargado de una inmensa dulzura y ternura. Un AMOR en mayúsculas que no admite dudas, ni creo que las haya admitido nunca.
Un sentimiento que aún sigue ahí, aunque de diferente manera. Salvada la barrera de Fernando, que se antojaba infranqueable, ahora nada se opone a que vivan intensamente lo que sienten. Y quizás es precisamente esto lo que se demanda por parte de los espectadores, aunque realmente el amor ha crecido y madurado, solo que considero que ha adoptado otra forma. Se tienen plenamente el uno al otro y no necesitan demostrárselo continuamente, porque no hace falta. Sus miradas y sus caricias, aunque sean leves, llevan toda la carga del amor que los une.
Es cierto que parece que se ha perdido algo del halo de romanticismo y que el matrimonio parece haber apaciguado sus ansias de estar el uno en los brazos del otro, pero quizás habría de mirarlo desde otra perspectiva. Ahora que nada puede separarlos, tienen todo el tiempo del mundo para darse el uno al otro. Que, por descontado, tampoco quiere decir que ello suponga dejar de lado la pasión, ni las ganas de mostrar sus sentimientos. Y por ello entiendo que, aunque no visible para los ojos de unos espectadores a los que nos habían acostumbrado con escenas preciosas cargadas de romanticismo, existen momentos, lejos de las miradas, en los que satisfacen el deseo de sentir el cuerpo del otro.  
Aunque en realidad si existe lo que hablaba antes, aunque quizás de otra manera. Tanto Martín como María están demostrando que su amor está por encima de todo. Ella poniéndolo como prioridad y sin la menor vacilación, él luchando contra sus deseos para anteponer a ellos los de su esposa. Y todo ello aderezado además con escenas preciosas con Esperanza. En particular él, que sabe impregnar a las mismas una ternura especial y que retrotrae a las otras escenas que ya he mencionado anteriormente, con su padre.

Por supuesto, con todo este intento de buscar una justificación a la situación actual de poca visibilidad de la pareja en la serie, no pretendo dejar de lado lo que, coincidiendo con much@s otros, considero el fondo de la cuestión. Y es la sensación manifiesta de que los guionistas están permitiendo con las tramas sin fuste que les dan ahora, que el protagonismo de la  pareja vaya languideciendo sin remedio, en detrimento de otros personajes.
Y no voy a discutir el derecho de los demás a tener su espacio. Por descontado la pareja Conrado y Aurora se han ganado el protagonismo con otra historia de amor que se va consolidando, siendo creíble sin recurrir a situaciones extremas. Su pasión madura y su química cada vez más evidente, no necesita de demostraciones más allá de lo que se ha visto, porque ya no necesita convencer a casi nadie.
Algo muy diferente de lo que se pretende con Bosco e Inés. Una supuesta historia de amor que esta sí que creo que va a costar entrar plenamente en el ánimo de los espectadores, que solo hemos tenido ocasión de ver pasión desbordada y nada que se pueda parecer a sentimientos de otra índole. Porque el amor también es conocimiento de la otra persona en el amplio sentido de la palabra, y de estos dos solo hemos visto que saben del cuerpo del otro, nada de su corazón y de su alma. ¿Qué clase de amor puede ser éste? 

Se me ha olvidado hacer una mención al hecho de que, cuando unos parece que vamos despidiendo esta trama, otros empiezan a disfrutarla y también a sufrir con ellos. Aunque en este caso Martín y María hayan entrado en Italia por la puerta grande, con una gran promoción y medios, cosa que por alguna razón inexplicable jamás ha sucedido en España. Pero ya dicen que casi nadie es profeta en su tierra. Cosa que, por cierto, da cuenta del grado de injusticia que puede existir, en este caso hacia una pareja que ha mantenido el listón de la serie en su punto mas alto, con unos indices de popularidad que ya quisieran otras.  

¡¡Bienvenida Italia a esta preciosa historia !!

13 de septiembre de 2014

La realidad se impone

Son dos chicas de edades similares, cuya vida ha sido azarosa y llena de dificultades a pesar de sus pocos años. Y ahora ambas, cuando ya parecía que el rumbo de sus vidas estaba encauzado y su futuro más o menos  decidido, de repente han visto como el destino daba una vuelta de tuerca enfrentándolas a un reto singular: decidir si lo que tienen es lo que quieren o desean algo más.
Antes de continuar he de remarcar el hecho de que, a pesar de todo, la suerte las ha favorecido a ambas, porque al final han encontrado dos hombres maravillosos que han sabido interpretar la palabra amor en toda su acepción. Que saben respetar el espacio de sus mujeres sin coartar sus deseos y sacrificando los propios.
De María ya he hablado y parece que tiene sus prioridades claras. Pero ello no impide que además también pueda tener sueños, y ahora el destino le ha puesto en su camino la posibilidad de descubrir que también existen para ella. Sin renunciar a lo que ya tiene, que es por lo que tanto ha luchado.
El caso de Aurora lo veo algo diferente. Ella si tenía sueños (o al menos así lo creía), pero la dura realidad se impone. Los sueños a veces, por mucho que se porfíe, pueden convertirse en una dura cuesta arriba imposible de superar, más para una fémina y en aquellos tiempos. Porque fuera del mundo que Aurora ha conocido hasta ahora, de los referentes masculinos nada corrientes que ha tenido y que dan una imagen poco habitual de este género y para la época en la que transcurre la acción, existía otro mundo en el que las mujeres no contaban, pues ya tenían un rol asignado desde su nacimiento y no era el de tener un puesto de responsabilidad y parejo a un hombre. Afortunadamente al menos en este campo las cosas han cambiado mucho, aunque hay todavía otros sectores en los que el papel femenino sigue siendo residual.
Poco le va a servir la firmeza de carácter, o la voluntad de no dejarse avasallar, en un lugar lleno de varones misóginos carcamales y machistas, dispuestos a hacerle la vida imposible solo por el hecho de ser mujer y reclamar los mismos derechos que los hombres. Y ya sé que Aurora no es mujer de tirar la toalla, pero la lucha es muy desigual, acrecentada ahora por una añoranza creciente y por las palabras de la razón.

Porque, sin haberse puesto de acuerdo y con argumentos bien diferenciados, Lucas y Gregoria la han puesto delante de una encrucijada, obligándola a sumergirse en su interior y descubrir la verdad oculta. Y es que quizás tenían algo de cierto las palabras de Martín cuando le decía que se refugiaba en su supuesto sueño para huir del sufrimiento. Y ello sin apercibirse que precisamente esto iba a acrecentarse al tener además que elegir entre el amor y el querer. Pero ahora obligándola a darse de bruces con el hecho que las ideas románticas casi siempre solo existen en los libros, y que los deseos no pueden confundirse con la realidad.
Admito que me gustaría que Aurora les diese en toda la cara a la pandilla de mentecatos que pululaba por aquellas instituciones, demostrando que una mujer puede con ellos, como en su día hizo Gregoria. Y, por supuesto, no espero de ella que se muestre sumisa y callada ante las injusticias y los malos modos de los carcamales que tiene como profesores, que estaría bien que alguien pusiera en su sitio. Pero también entiendo que la realidad de la situación de Lucas y su novia le haya hecho ver el peligro al que se enfrenta en su relación con Conrado, y la posibilidad de perderlo.
Habrá que ver hacia que lado se inclina la balanza. Aunque no tengo ninguna duda.
Al respecto de esto, tengo que decir otra cosa. Me gusta la trama de la aventura universitaria de Aurora y me gusta el simpático, bromista, buen compañero y mejor amigo Lucas, por lo que sentiré dejar de verlo, cosa que por otra parte creo que va a suceder con toda probabilidad. Pero lo cierto es que, a pesar de todo, jamás he conseguido imaginarme cómo podía desarrollarse la historia de Conrado y Aurora desde una distancia tan considerable y por un espacio de tiempo tan largo.