26 de mayo de 2014

Vuelve (la) Esperanza

Después de varios días con tramas que no dejaban de dar vueltas sobre el mismo tema y sin que se produjeran demasiados avances sustanciales, se han condensado en un solo capitulo una escena impactante, otra de fuertes sentimientos, una de romántica, y otras que bien podrían merecer un comentario por sí solas.
Pero mejor ir por partes.
Por un momento me he puesto en la piel de María y Martin, y aún así creo que no he conseguido hacerme sinó una idea aproximada de los sentimientos que pueden recorrer a una madre que acuna en sus brazos a la hija de la que tanto ha llorado la pérdida. O los de un padre que es incapaz de dar crédito a que la niña que con tanta desesperación buscó sin descanso día y noche, esté aquí sana y salva, y en los brazos de María, a los que él hizo la promesa de devolverla. La pequeña que presentía viva y cercana, demostrando la fuerza de la llamada de la sangre.
Todo ello en una escena de gran carga emocional y con la tensión al límite. Porque, en otra parte y lejos de sus miradas, antes se ha gestado un drama potente y, por cierto, muy bien interpretado. Ya que Aida puede ser una mujer pequeña de estatura, pero muy grande actuando. Tanto como Candela, el personaje que le ha tocado defender.
Si alguien ha leído algo de lo que escribí en mis tiempos del foro de Fórmula TV, sabe que nunca he ocultado mis simpatías por el personaje de Candela, y que siempre que se ha terciado he mostrado mi rechazo a los ataques de quién o quienes la calificaban de intrusa por irrumpir en la vida de Tristán. Y lo hice y lo seguiré haciendo con la misma intensidad, porque jamás creí que fuera menos merecedora del cariño del Capitán que cualquier otra mujer, y porque considero que detrás de Candela hay una gran señora, que hoy ha sacado a relucir su coraje y valentía. Porque ¿quién se enfrentaría con gallardía a un hombre armado con un cuchillo, sabiendo que éste no se va a detener y que puede acabar con su vida? Y ello sin dudar un segundo en interponerse entre éste y la pequeña, sacando fuerzas de donde no las hay, y sólo con el único propósito de impedir que un malvado se salga con la suya. 
Un día dije que confiaba en Candela y en su determinación, que le podía llevar a dar su vida por Esperanza. Y hoy se ha demostrado que es así.
Porque aún enferma y herida, quizás de muerte, aún ha tenido la suficiente entereza y fuerza de voluntad como para alejar a Esperanza del hombre que ha pretendido llevar el dolor a su familia. Aguantando hasta dejarla a salvo en los brazos de sus padres. 

2 comentarios:

  1. Una escena maravillosa. Me encanta el personaje de Candela.

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  2. No puedo estar más de acuerdo contigo. El personaje de Candela contó con mis simpatías desde el primer día y el trabajo de Aida de la Cruz cuenta con mi más absoluta admiración, al igual que tu forma de escribir.

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