Un abuelo al fin y al cabo

Cuando abrí este blog me propuse hablar de la serie y de todos sus personajes sin excepción. Aunque es inevitable que mis simpatías hacia algunos en concreto hagan que les dedique más tiempo que a los demás. Pero ello no ha de impedir que tenga también en consideración a los que menos me inspiran, porque es posible que a veces tampoco los haya llegado a entender lo suficiente.

Y creo que esto me sucede en el caso de Raimundo, un personaje con sus altos y bajos, pero defendido por un magnifico actor cuyo talento considero que han desaprovechado en demasía y al que, por cierto, hace un año tuve la fortuna de conocer en persona. Raimundo, salvo en una época concreta, casi siempre ha sido alguien que ha estado en segundo plano y supeditado a otros personajes, pero que esconde detrás a alguien al que admito que cada vez presto más atención, especialmente porque comparto muchas de sus actitudes y  su filosofía de vida.

También es cierto que este personaje no suele ser determinante para ninguna trama. Pero siempre está ahí, con unos y otros, intentando poner su experiencia y sabiduría al servicio de los demás. Raimundo es un hombre culto, con una mente abierta y preclara, con valores éticos muy marcados y un claro defensor de las clases oprimidas por la presión de los terratenientes. Cierto que esto no lo hace muy diferente de otros personajes, pero a este hemos de añadir su carácter irreverente y crítico con el poder establecido contra el que no duda en arremeter por temas como la intoxicación informativa o la interpretación sesgada de los acontecimientos , y que lo convierten en un revolucionario a pequeña escala.

Pero ante todo es un hombre que ama a su familia y que siempre está ahí para ellos. Cierto que en el pasado cometió errores con sus hijos, pero ahora es diferente. Y el que cometió con Tristán no lo va a repetir con su nieto. Por fin todos se han dado cuenta de que Martín también sufre y que necesita ayuda para superar su dolor. Y quien mejor que un abuelo para este cometido.