Martín y Tristàn

Ante todo he de decir que mi intención al empezar este escrito era hacerlo acerca de los hombres de PV, después de haber dedicado un espacio a las mujeres. Pero creo que si en el caso de éstas las características comunes de casi todas me lo pusieron más fácil, en el caso de los hombres esto es mucho más complejo, porque considero que cada uno de los personajes masculinos da casi para un comentario para él solo. Y esto es lo que me ha pasado con Martín, del que soy consciente que aún me he dejado un montón de cosas en el teclado.  

¿Alguien se pregunta alguna vez si Aurora ha heredado algo de su padre? Reconozco que yo misma incurro en el estereotipo de referenciarla siempre con su madre, olvidando que los genes de Tristán también tendrían que estar presentes en ella de alguna manera. Aunque quizás es porque también pienso que quién realmente los ha heredado es Martín, que aunque no sea hijo biológico, era y es la viva imagen de su padre en cuanto a carácter y forma de ser.  
He de decir que estas reflexiones me vienen dadas por un comentario dejado en este blog, que me puso delante este tema y de algo que con el paso del tiempo ha ido quedando diluido por otras tramas, que creo que injustamente le puede haber pasado algo de factura al personaje de Martín. Porque aunque su carácter haya evolucionado y madurado, cosa que no veo nada anormal pues su situación personal es muy diferente a la que tenía cuando llegó al pueblo, en el fondo sigue siendo el chico bueno y entregado, pero que no ha perdido la fuerza y coraje que tenía. Solo que los expresa de otra manera, más madura y reflexiva, eso sí, añadiendo algún acto puntual de impulsividad no muy meditado. Martín ya no es el joven seminarista que llegó al pueblo dispuesto a entregar su futuro a la iglesia. Ahora es un terrateniente con responsabilidades, con carisma y predicamento entre unos conciudadanos que le escuchan y respetan, y además es un hombre enamorado, que bebe los vientos por su amada. Y esto último, que para algunos/as es sinónimo de memez, a mí me parece que entra dentro de la normalidad (no me refiero a la memez) cuando uno o una tiene sentimientos fuertes hacia otra persona. Y de hecho su historia es la de un amor tierno y apasionado, que ha sido el motor de la serie durante más de trescientos capítulos.   

Si se mira con perspectiva, considero incluso que su historia no se diferencia mucho de la de su padre, salvo por su infancia y adolescencia. Porque tanto Tristán como Martín han tenido una vida dura y además han tenido que luchar para poder estar junto a la mujer que amaban. Y finalmente logrado su objetivo, aunque después de pasar por mil vicisitudes. También ambos han sufrido por este sentimiento, que estuvo condicionado mucho tiempo por circunstancias adversas, pero que, sin embargo, no les hizo desistir. 

Y, al final, los dos han hecho bueno el dicho de que el amor siempre triunfa.