Una nueva María

Hay días que una se tiene que tragar lo escrito anteriormente. Pero me alegro de que ello suceda y de que María sorprenda gratamente. Bueno, en realidad otras veces ha mostrado su disposición a ayudar y lo ha llevado a cabo, aunque siempre con la duda de si la cercanía de Martín tenía algo que ver en ello. Sin embargo hoy no ha necesitado que nadie la indujera a poner manos a la obra y además con unos razonamientos que demuestran que después de todo ha madurado y que ya es toda una mujer. Nada de la chica “mema” a la que en algunos hilos no dudan en calificar de esta manera. Ni frágil, ni delicada de salud, como pretende Aurora. De la misma manera que los demás, María está dispuesta a arrimar el hombro y no dejarse convencer por los que quieren mantenerla al margen por temor a un posible contagio. Lo ha dicho bien claro. Si los demás se arriesgan, ella también va  a hacerlo, pese a todo y a todos. 

Me ha encantado su determinación y que ni siquiera haya consultado sus proyectos. Cierto que técnicamente el Jaral aún no es su casa, pero si es su hogar presente y futuro y, por consiguiente, de alguna manera es la señora y ha asumido este papel con todas las consecuencias.

Demostrando por otra parte que el amor obra milagros y que la generosidad innata lo mismo. Todo ello se ha conjugado para que abandonara su melancolía y su tristeza, para darse a los demás. Tiempo habrá para llorar sus penas, pero ahora no hay lugar para ello y María lo ha asumido con coraje.  

Como también que la brecha que hay entre ella y su madrina es cada vez mayor. De hecho se advierte en el trato, que sigue siendo correcto, pero que ya ha abandonado toda traza de cercanía por parte de María. Seguramente debe sentir todavía cariño por la mujer que la crió, pero ésta ya no ocupa el primer lugar en su lista de prioridades, ni quizás el segundo, ni probablemente el tercero. Y más cuando recupere a su hija.