10 de mayo de 2014

Una situación límite

Si algo tiene una situación límite, es el hecho de que pone al ser humano ante algo ineludible, forzándole a tomar una postura. Aunque también es cierto que esta  puede derivar hacia múltiples caminos, como el de enfrentarse a ello sacando el potencial de uno, o que se opte a dejar que las cosas se solucionen por si solas. En el primer caso colocaríamos a la casi totalidad de los habitantes de PV, y en el segundo a la doña, que ha escogido el camino de aislarse y decidir que el tema no tiene que ver con ella. Quedando en evidencia lo que siente por sus conciudadanos, a los que no ha dudado en exprimir cuanto ha podido, pero que cuando han llegado tiempos difíciles ha optado por abandonarles a su suerte. Bueno, quizás haya un tercer camino que es el de Hipólito que ha escogido la negación, aunque después haya tenido que rendirse a la evidencia.
Esta situación también sirve para que quede constancia de que las individualidades no cuentan para nada ante un tema que afecta a todos en general. Y que cada uno, a su manera, puede aportar algo a la comunidad. Desde experiencia, conocimientos, sentido común, hasta un par de brazos o unas palabras de consuelo para aliviar los sufrimientos. Nadie es más importante y todos son imprescindibles.
Y otra vez la solidaridad vuelve a estar muy presente.
Aunque esta vez la situación límite tiene doble motivo. Por la supuesta epidemia, que se ha demostrado que no es tal, y por la inacción de las autoridades.
Se ha hablado mucho de que en el momento en el que transcurre la acción se vivían momentos convulsos, y quizás para los políticos esta situación de un pueblo perdido en los confines de la España profunda sólo era un tema más a resolver. Pero algo no tan baladí que se tenga que despachar por la vía rápida. Aunque eso es lo que parece, a tenor de la decisión que han tomado. Entiendo que se establezca una cuarentena ante lo que parece una epidemia mortífera, y que se trate de impedir la propagación más allá de los límites del pueblo. Pero es una decisión sin calificativos que se haga sin dotarles de los medios para luchar contra la amenaza que se cierne sobre los ciudadanos, y sin ofrecer la ayuda necesaria que se requiere y que un gobierno responsable está obligado a dar. Limitándose a enviar al ejército a cercar el pueblo, es como condenar a muerte a toda una comunidad.
Otra vez queda patente la diferencia de clases. Es como si se dijera que al fin y al cabo “sólo” se trata de un pueblo de mala muerte y que no importa mucho la suerte de los pocos habitantes del lugar.

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