30 de mayo de 2014

Las señoras del Jaral

No voy a cuestionar el pleno derecho de Aurora y Candela a ostentar el título de señoras del Jaral, adquirido una por ser dueña de una parte de la hacienda y la otra por ser la viuda del antiguo señor. Pero aunque es posible que ambas intervengan de alguna manera en la administración de la casa, el hecho de que dediquen la mayor parte del tiempo a otros menesteres fuera de ésta, hace que sea necesario que alguien se ocupe de las tareas cotidianas. Y aunque es cierto que también está Rosario, creo que este papel es de María, la otra señora de la casa, aunque en este caso porque es la mujer del señor.  
De lo que no hay duda es que Martín es el señor del Jaral, además de que se ha ganado a pulso esta distinción y el respeto de sus conciudadanos no sólo por su linaje, sinó por sus actos. Y María no le va a la zaga. Aunque educada para ello, considero que por sí misma ha hecho méritos sobrados para que también sea considerada algo más que un mueble y si toda una mujer, de la que Martín pueda sentirse orgulloso. Hoy lo ha vuelto a demostrar, encarándose con Francisca. De hecho es la primera vez que creo que la lucha entre las dos voluntades ha estado a la par, porque la chica ha estado conciliadora pero firme. Y creo que ha quedado bastante claro que ya no hay vuelta atrás en su relación con la doña.
El hogar de María ahora es el Jaral, y su lugar estar junto a su hombre y a su hija. Es cierto que ya lo he dicho otras veces, pero no me cansaré de repetir que Martín y María junto con su hija hacen una estampa preciosa, y dan la viva imagen de una familia feliz. Y si, Martín anda embobado con sus dos mujeres, pero no creo que se le pueda censurar que los sentimientos se le trasluzcan en cada poro de la piel. Su vida ha estado plagada de dificultades y sufrimientos, pero al fin parece que el destino ha decidido dejar de ensañarse con él y permitir que sea feliz. Igual que María.   

De hecho la felicidad parece que se ha instalado en el Jaral. Y pronto volverá a estar toda la familia reunida, junto con Candela.
Al respecto de ésta, hoy hemos tenido otra imagen preciosa. La de otra familia que, sin lazos de sangre, constituyen un magnífico ejemplo de una de las características de este pueblo: la estrecha relación que une a sus mujeres. 

3 comentarios:

  1. En cierta ocasión Fernando Mesía menospreció a Rosario creyendola aún criada y Martín señaló su nueva condición en la casa; Señora del Jaral, y Fernando debía respetarla como tal.

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  2. Tienes razón. Lo único que diferencia a Rosario de las demás mujeres del Jaral es que ellas lo son por derecho y Rosario lo sería por un cargo que se podría llamar honorífico.
    Gracias por tu comentario

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