26 de abril de 2014

Un montón de silencios

Repasando un escrito anterior me he dado cuenta de que, de alguna manera, estoy adjudicando toda la culpa de la situación por la que atraviesa la relación de la pareja, a María. Y probablemente no sea muy justa con ella. No es que quiera decir que la tiene Martín, porque tampoco es cierto, sinó que creo que la situación de incomunicación e incluso incomodidad que se palpa en el ambiente, y que casi se podría cortar con un cuchillo, es atribuible a los dos. Porque una de las primeras premisas del amor es la confianza mutua, y en consecuencia el hablar sin reparos de los sentimientos que anidan en el corazón y la mente.
Pero algo les está pasando a ambos cuando son incapaces de dejar aflorar lo que sienten y, especialmente, apoyarse el uno en el otro y llorar juntos su pérdida. Ahora cada uno  hace esto último a su manera y por separado. Martín huyendo y buscando ocupar su tiempo y sus pensamientos para no tener que aceptar la realidad, María refugiándose, aislándose y alimentando aún más su dolor. Ni siquiera ya son capaces de tocarse, y se comportan como dos buenos amigos que se interesan por el otro sólo por cortesía.
Sin embargo también hay algo en esta situación que los diferencia. Es cierto que Martín ha tenido más tiempo para asumir la situación, pero aparentemente es el único de los dos que es consciente de la brecha que se está abriendo ante ellos, y que está dispuesto a hacer algo para remediarlo. Haciéndose evidente también que María es la parte más vulnerable de la pareja y la que necesitará más tiempo y ayuda para superar la situación. Claro que esto en el caso de que fuera algo que no tuviera vuelta de hoja, pero ya sabemos que tarde o temprano van a descubrir que su hija está sana y salva. Lo que no sabemos es si será antes de que su relación se haya estropeado tanto que cueste volver a recomponerla. Entre ellos se han creado un montón de silencios que será necesario romper, un montón de palabras que será necesario decir. Porque es posible que María, aunque no lo reconozca, culpe a Martín de la situación, y aun recuperando a Esperanza, nadie podrá quitar los días de angustia pasados y un hecho que al mismo Martín le provoca congoja, y es no haberlo podido evitar.
De hecho éste ha cometido otro error: buscar la ayuda de la doña. Para mí ha quedado bastante evidente que Francisca ha visto el terreno abonado para conseguir su principal propósito, que es que María vuelva con ella y deje a Martín. Lo siento, quizás sea muy dura con ella, pero esto es lo que me parece. No me creo ni de lejos que sus motivos sean realmente sinceros, cuando utiliza la manipulación y la apelación a lo mismo de siempre: el agradecimiento que María se supone que le debe por los años que ha estado bajo su ala. Incluso llegando a tergiversar las cosas y lanzar infundios, como la supuesta maldición para el legado de Pepa, cuando todos sabemos que esta maldición es ella misma. 

2 comentarios:

  1. Francisca está contenta con esta situación. Creo que va a aprovechar aún más

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también lo pienso. Los avances de la próxima semana van en este sentido de pretender sembrar cizaña entre la pareja.

      Eliminar