9 de febrero de 2015

Nuevos viejos tiempos

Después de la despedida de Jordi y Loreto, o lo que es lo mismo Martín y María, me ha invadido una especie de nostalgia. Que es algo que me sorprende a mi misma, porque vivir del pasado es algo que intento evitar a toda costa, aparte de que entiendo que la marcha de esta pareja era inevitable por temas ajenos a la serie. Pero creo que hay un motivo para que sienta este deseo de recurrir al visionado de sus escenas, además de las de Martín con Tristán, y son dos cuestiones: porque lo que veo actualmente no me atrae en demasía, y porque la serie ya no es ni reconocible.
Por descontado también creo firmemente en la máxima de renovarse o morir, y ello vale para todo. Y PV no puede ser como al principio, porque hay otros personajes y también han pasado un montón de años en la ficción, desde que Pepa y Tristán iniciaron esta historia. La sociedad de la época en la que transcurre la acción ya no es la misma, y en consecuencia también los valores tendrían que haber experimentado cambios (aunque en algún caso parezca que sigan anclados y no haya pasado el tiempo). De hecho esto es algo que siempre (y no sólo en 1922) ha convenido a los que manejan los hilos, porque la evolución puede llevar consigo también el cambio de mentalidad, y que la gente piense por si misma siempre es peligroso para el establishment. Sin embargo también es inevitable que exista quien haga uso de esta cualidad. No todo el mundo es acomodaticio, ni se deja llevar por las conveniencias sociales o las normas establecidas. Y también hay quien no se deja manipular, ni se fía de las apariencias.
El último ejemplo de ello es Fe. No creo que nadie en La Casona, exceptuando quizás Mauricio (que también desconoce algunas cosas de ella) tenga ni idea de la verdadera naturaleza de la chica. Es evidente que los de la casa, en mayor o menor medida, la consideran la sirvienta que es además la gobernanta, cocinera, doncella y chica para todo, alguien eficiente y leal. Pero no creo que nadie de los de la planta de arriba tenga ni la más remota sospecha que, detrás de todo ello, se encuentra además una mente lúcida y clarividente, a la que no se le escapa nada y que es capaz de ver más allá de lo que pretenden. De hecho es la única persona de las que no están en “el ajo” que ha puesto en cuestión el tema de Amalia y su “parto”.   
Y de aquí a que descubra la verdad va un suspiro. Ya sabemos que Fe no se rinde fácilmente y que, por mucho que Mauricio le pida prudencia, no va a dejar de abrir los ojos y buscar respuestas. Aunque de momento su atención esté fijada en el pequeño ser que, afortunadamente para él, ha caído en sus brazos. Y ya sabemos que solamente el padre del pequeño va a hacerle sombra en el cariño hacia éste, porque Fe no hay duda que va a ser la nueva versión de Rosario, la mujer que en los principios de la serie cuidaba de un pequeño Martín que sólo podía contar con ella y con su padre Tristán. 
Vamos, que también en este caso se repite la historia. 

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