3 de abril de 2014

Cuesta abajo....

Lo que más me cuesta a la hora de escribir no es decidir el tema, sino por dónde empezar y cómo. Pero cuando además te invaden sentimientos de indignación entonces es tarea harto complicada, aunque éstos vengan provocados por una ficción y por lo tanto sea algo irracional.
Sin embargo siento la necesidad de decirlo. Soy consciente de que voy dando tumbos y que voy pasando de la esperanza al extremo contrario, pero no puedo creer lo que están haciendo con los personajes de Martín y María. Por supuesto entiendo que ya no puede ser lo mismo que al principio, porque su historia ha evolucionado. Pero me da la sensación que los están echando a perder y no me resigno a ello.
Creo que estos personajes y su relación aún podrían dar mucho más de sí, sino fuera por la continua sucesión de tramas insufribles y situaciones límite a las que los abocan, salpicado muy escasamente con episodios de una cierta tranquilidad. Y de seguir esta tónica ya es pedir demasiado para el cuerpo, más cuando esta pareja ha contribuido en buena manera a llevar la serie a los niveles donde está ahora. Y si bien soy consciente de que todo es finito, incluso esta trama, y que quizás es bueno que la serie se regenere con otras (y por supuesto me refiero a la de Conrado y Aurora), creo que sería muy injusto pasar página con ellos. Yo, por descontado, no voy a hacerlo.
Pero si quiero incidir en lo que me parece desproporcionado con sus tramas y el ensañamiento que sufren.
Cierto es que es evidente el cambio que han vivido los personajes. No sólo han madurado sino que han cambiado de actitud. Pero me revienta que aún así y que el personaje de María se haya convertido en alguien muy diferente, que ha crecido rápido a fuerza de sufrimientos, sea aún considerada en ocasiones como una niña a la que hay que guiar. Y que ello provenga, entre otros, de una chica que es más joven que ella, pero que tiene un predicamento difícil de entender. ¿O acaso Aurora está capacitada, por ejemplo, para emitir diagnósticos sobre temas de la mente? Lo siento, pero aunque me gusta este personaje, esta faceta de estar de vuelta de todo me molesta.
Aunque lo que más lo ha hecho es que nadie ni siquiera haya considerado que el tema de Fernando no fuera una alucinación. Cierto que Martín ha expresado algunas dudas, pero me pregunto si no es más fuerte el miedo a que sea verdad, que no a tener en cuenta la posibilidad de que María esté en lo cierto. 
Y que ella es vulnerable lo ha demostrado el hecho de que se haya dejado convencer. ¿O acaso se trata de lo mismo que le sucede a Martín? El caso es que me parece bastante irrisorio que alguien no sea capaz de diferenciar la realidad de los sueños o imaginaciones. María estaba bien despierta cuando ha tenido lugar el encuentro con Fernando, y aun así han conseguido hacerle creer lo contrario.
Por cierto, los argumentos utilizados creo que no se cogen por ningún lado. El primero el convencimiento de que Fernando está muerto. Nadie ha visto su cadáver, ni nada que haga creer que se han librado de él para siempre, excepto unas ropas ensangrentadas. Después el hecho de que Martín diga que no haya visto ningún rastro, ni pisadas, ni ningún movimiento. Creo que sería el detective más rápido del mundo si con una sola mirada abarcara todo ello y consiguiera hacerse una composición correcta. Porque el tiempo que ha estado en el lugar de los hechos no ha dado más que para una visión fugaz. Otra cosa también es la afirmación de Aurora de que nadie ha visto a Fernando. ¿Acaso esperan que dé señales de vida, con los antecedentes que tiene?
Sólo una última cosa en este tema. Me parece muy excesivo que María sea tratada como una muñeca de porcelana frágil y delicada, a la que hay que proteger y cuidar con mimo, porque no veo el motivo para ello. Y más porque no puedo evitar compararla con su prima, y ello hace aún más visible este tema.  
En fin, podría seguir, pero creo que es mejor esperar acontecimientos. Porque me temo que todo va a ir aún a peor. 

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