29 de abril de 2014

El peso del mundo

Creo que alguien debería decirle a Aurora que no es necesario que cargue con el peso del mundo ella sola. Que la mayoría de la gente dispone de libre albedrío y que a veces si alguien está solo es porque ha decidido tomar esta opción, no necesariamente la causa ha de ser por el hecho de que ella dedique un poco de su tiempo para estar con su familia y Conrado. Es cierto que un amigo lo es las veinticuatro horas del día, pero ello no ha de implicar también la obligación de estar a su lado todo el rato. También es cierto que el tiempo se puede compartir, pero si tenemos en cuenta que Aurora pasa la mayor parte del mismo en el dispensario y junto al médico, ¿cuánto le queda para estar con los demás, especialmente con Conrado? ¿No es más importante que esté junto a su hermano y María, que realmente necesitan su consuelo?
Y puedo entender que ahora esté desolada por la supuesta muerte del médico. Algo que, por cierto, aún me cuesta creer. El hecho de que éste tenga la cara desfigurada me hace dudar de ello y de que realmente nos hayamos librado de él (ya sabemos que en este pueblo más o menos sucede como en The Walking Dead, serie que no veo pero de la que tengo referencias sobradas). También entiendo que esté impresionada por la manera en la que ha sucedido la muerte , acentuado por el hecho de que además haya sido quien ha encontrado el cadáver. Porque aún en el caso de que no hubiera tenido ninguna relación, debe ser un duro trago enfrentarse a semejante panorama.
También puedo entender que sienta la obligación moral de hacerse cargo del muerto, especialmente teniendo en cuenta que éste no tiene a nadie. Bueno, esto tampoco es cierto, pues tiene a su “hermana”. Y como no podía ser menos, Aurora se ha prestado también a darle la noticia a ésta, sin saber que al otro lado del teléfono se encuentra su archienemiga. Al respecto, reconozco que la vuelta de Jacinta me aburre sobremanera. Creo que seguir con lo mismo ya empieza a ser cansino, ahora más que no hay uno sinó dos desquiciados rondando por el pueblo, uno para cada pareja. Sólo espero que aquello de que “a la tercera va la vencida” sea cierto (eso en el caso de Jacinta, porque en el de Fernando ya deber ser la de tropecientos, con las de veces que ha estado a punto de palmarla). 
Pero llegado al punto de que la gente le dé el pésame a Aurora ya me parece excesivo. Eran compañeros de trabajo y hasta cierto punto buenos amigos, pero nada más.

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