Por alguna razón, la
escena de hoy me ha llevado a recordar los versos que leyó Tristán el día de su
boda con Candela, y que pertenecen al Cantar de los Cantares de Salomón.
“Grábame como un
sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte
es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como
llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden
apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, sólo
conseguiría el desprecio"
No creo que sea
necesario volver a afirmar que el amor de Martín por María trasciende cualquier
intento de ponerlo en palabras. Es puro, tierno y lleva el compromiso firme de
anteponerlo a todo, incluido él mismo. No sabe de orgullos, ni de animadversión,
ni siquiera de humillaciones, cuando se trata de lograr a cambio el bienestar
de la mujer a la que ama y por la que daría todo. ¡¡Que mayor prueba de amor
que ello!!
Verlo aguantar
estoicamente las pullas de una mujer que desprecia los lazos que los unen, y además
haciéndolo a sabiendas que esta misma persona arruinó la vida de sus padres, y por extensión la suya,
dice mucho de la gran persona que es Martín. Evidentemente no puede perdonar,
ni olvidar, pero si ha podido hacer a un lado los oscuros sentimientos que le
inspiran esta mujer, porque ante todo necesita recuperar a María. Y no va a
reparar en recursos. Primero lo intentó con Candela, y fracasó, aunque no por los motivos que él piensa. Ahora lo ha
intentado con Francisca, aunque también va a suponer un fracaso, porque ésta ni
siquiera ha sido capaz de saltarse su estúpido orgullo para, por una vez, hacer
lo que debe. No pierde comba al hablar una y otra vez de su sufrimiento por la pérdida
de su hijo (cosa que cada vez lo veo más como un intento de provocar lástima),
pero parece que cuando la misma situación les sucede a otros no entiende de
ello.
Y lo que en Martín ha
sido un intento de ayudar a la mujer a la que ama, se va a convertir en una
herida más profunda en ésta.
Pero ¿quién le
ayuda a él? María, inmersa en su propio dolor, parece que ignora que él también
sufre. Aurora, Rosario, Emilia si se dan
cuenta y le dan su apoyo y cariño, pero todas tienen sus propios problemas. También
están los hombres, Conrado, Raimundo y Alfonso, aunque todos parecen que han optado
por dejarle que libre su propia batalla. Quizás quede D. Anselmo, pero sus
consejos de poco pueden servir, porque siempre llevan al mismo sitio: la
resignación. Y esto es algo que Martín aún no puede asumir.
Sólo espero que esta
situación no dure mucho. Porque ni Martín ni María saben que esto se podría
revertir, ya que su pálpito es cierto y tienen a su hija viva y sana al alcance
de sus brazos.
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