24 de abril de 2014

¿Sola e incomprendida?

Ya puesta en plan negativo, algo que por otra parte creo que tiene razones fundadas visto el rumbo de la serie, ¿por qué no rematarlo?
Así que allá voy.
No me acabo de creer a la doña y su paripé de que está sola, incomprendida y triste. Y especialmente me carga su continuo victimismo y su incapacidad de reconocer que ella misma es la culpable de su situación. Pero tanto como esto, lo que está llegando a parecerme farragoso es su insistencia y las escenas, calcadas de un día para otro, sobre el mismo tema recurrente de las finanzas de Fulgencio.
Quizás sea por aquello de que nunca da puntada sin hilo, su preocupación se me antoja motivada por algo muy diferente de lo que aparenta. ¿O es que realmente ya chochea? Si fuera esto último quizás se podría entender su repentino ataque de blandura, pero su pasado no cesa de salirme al paso y no consigo ver a la mujer que al parecer pretenden hacernos creer que puede estarse redimiendo. Cierto que, como todo el mundo, tiene derecho a una segundad oportunidad, pero en este caso ya sería la de tropecientos y aún sigue en lo mismo o parecido. Se le pueden dar oportunidades, pero no indefinidamente, y está demostrando que sigue igual de despiadada como siempre. Excepto para lo que le conviene y especialmente para mantener su estatus social intacto.
En el tema de la marcha de los muchachos hacia una guerra que nadie parece saber porque se libra, ha quedado muy claro quién es Francisca Montenegro y que se puede esperar de ella. Una persona de las que se llenan la boca de buenas palabras y de sentido patriótico, pero que no tienen escrúpulos en enviar a otros para que luchen y mueran, aunque sea por una causa incierta. Y, por descontado, a ninguno de los que considera de su clase social, ya que la guerra sólo está destinada para el vulgo. Patético!!

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