Aunque no creo en lo que
considero una superchería, de existir realmente un lugar parecido a PV casi
estaría por abogar para la intervención de un exorcista. No veo muy normal que
se den cita en el mismo sitio, toda la caterva de iluminados, desalmados, psicópatas
y asesinos del mundo mundial. Y que además actúen con casi total impunidad y
disponiendo para ello de siete vidas. Exceptuando a los que de alguna manera se
han redimido o arrepentido de sus desmanes, pues para éstos si existe el
finiquito.
Aun admitiendo que existen los
que parecen gafes o personas a las que persigue la fatalidad, tampoco creo que
sea muy corriente que en este pueblo casi nadie se libre de sufrir las
desgracias más terribles. Si, ya sé que la consigna es que éstas venden más que
las alegrías, pero es que de esto último casi no existe en la serie. Y en este
caso, cualquier parecido con la vida real no es que sea coincidencia sino algo
muy tangible, pues lo cierto es que ésta ya encarga de poner esta circunstancia
día sí, día también delante de nuestras narices.
También es cierto que
aparentemente ya nos hemos librado de una sabandija (aunque aún no tiene tres
metros de tierra y una losa de una tonelada encima, y hasta que esto suceda ya
sabemos que no hay nada definitivo). Pero la cuota sigue estando muy por encima
de la media, si tenemos en cuenta además que PV al parecer es un pueblo muy
pequeño. Y lo que es peor, al igual que reza el dicho de las moscas, que cuando
matas una vienen cien al entierro, pues en PV te libras de un canalla y salen
otros aún más retorcidos, y además por duplicado o triplicado. Ahora se trata
de una “viuda negra” que fatalmente ya ha pasado antes por aquí y que, al
parecer, como buena tarántula venenosa, cumple con su función de arrasar a su
paso.
Y por si no fueran pocas las
desgracias que arrasan el Jaral, y a todos los que de alguna manera están relacionados
con esta familia que lo habita, parece que otra vez vuelve a tener en el punto de mira a Aurora.
Pero creo que pedirle a Martín que vuelva a afrontar otra desgracia ya es excesivo.
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