Dicen que la línea que separa el
amor del odio es muy tenue. Lo que no sé si lo mismo funciona a la inversa y
tampoco creo que se pueda atribuir este sentimiento a lo que en principio
anidaba entre Conrado y Aurora, que más bien pienso que era algo parecido a la animadversión
originada por la actitud hostil del geólogo. Actitud que después ha mostrado su
justificación y que afortunadamente ha quedado ya lejos. Ahora Conrado es un
hombre respetado, aunque los intereses jueguen un papel importante en este tema
y no tanto las buenas obras que ha hecho desde que llegó al pueblo. Pero bueno,
lo que cuenta es el presente y, por fin, Conrado tiene amigos, alguno de
verdad.
Pero más que esto, lo que tiene
es el amor. Ya lo ha dicho el mismo. Jamás tuvo mucha suerte en la vida, pero
le ha pasado una sola cosa que le hace reconciliarse con ésta: ha conocido a
Aurora y se ha enamorado.
La verdad es que es difícilmente reconocible
el Conrado actual comparado con el que llegó hace unos meses al pueblo. Incluso
sus rasgos se han suavizado y aparenta menos edad. La felicidad es evidente que
juega un papel fundamental en todo ello y el amor en particular, dejando que
salga a la luz un hombre tierno y sensual, que sabe dejar en cada beso a Aurora
un aura de pasión pero sin grandes arrebatos, tierno y dulce a la vez. Que sin
ser empalagoso en sus manifestaciones, sabe poner en palabras sentimientos de
lo más romántico y precioso. Y que ya no concibe su vida sin ella, hasta el
punto de que no pasa día que no lo deje claro y evidente con lo que, de seguir
a este ritmo, no va a tener más remedio que cumplir sus promesas sin más
dilación. Aunque es claro que estas promesas están hechas con la seguridad de
que sus deseos son correspondidos con igual intensidad.
La verdad es que me
encanta esta pareja cada vez más, así como la manera en la que llevan su relación. Sin grandes
alharacas ni una pasión desmedida, sino como dos personas que se quieren pero
que respetan el espacio del otro. Que no digo que esto no suceda con Martín y María,
pero de manera diferente. Porque si algo tienen en común Conrado y Martín es que para ellos las mujeres son personas, no objetos de deseo, ni herramientas
de reproducción o de adorno. Pero en Conrado esto aún va más allá, quizás también en
parte porque Aurora tiene un carácter mucho más independiente que María, y Conrado sabe
valorar esta parte de la chica. Por cierto, como un día hizo Tristán con Pepa,
cuando además la instó a seguir la carrera de medicina.
También es cierto, como ya se ha dicho muchas veces, que esta serie es sobre grandes mujeres, pero creo que es justo reconocer, y no hay que desdeñar, el papel de ciertos hombres. Desde Raimundo, un librepensador, culto y adelantado a su época, hasta Alfonso, un hombre valeroso, tierno y generoso, o D.Anselmo un sacerdote poco ortodoxo y que realmente entiende lo que es su ministerio(aunque a veces provoque también motivos de censura). Pasando por supuesto, por el anteriormente mencionado Tristán, un hombre fantástico, amante entregado y que se saltó todas las normas para poder seguir a su corazón, además de noble, honrado y padre amoroso. Incluso los Mirañar a veces sorprenden (más Hipólito que Pedro) y Mauricio también tiene sus momentos de gloria. Pero quien realmente representa ahora a este género son los dos protagonistas. Martín y Conrado. Ambos, cada uno desde su propia parcela, representan un tipo de hombres de los que la mentalidad de la época debía dar pocos ejemplares.
También es cierto, como ya se ha dicho muchas veces, que esta serie es sobre grandes mujeres, pero creo que es justo reconocer, y no hay que desdeñar, el papel de ciertos hombres. Desde Raimundo, un librepensador, culto y adelantado a su época, hasta Alfonso, un hombre valeroso, tierno y generoso, o D.Anselmo un sacerdote poco ortodoxo y que realmente entiende lo que es su ministerio(aunque a veces provoque también motivos de censura). Pasando por supuesto, por el anteriormente mencionado Tristán, un hombre fantástico, amante entregado y que se saltó todas las normas para poder seguir a su corazón, además de noble, honrado y padre amoroso. Incluso los Mirañar a veces sorprenden (más Hipólito que Pedro) y Mauricio también tiene sus momentos de gloria. Pero quien realmente representa ahora a este género son los dos protagonistas. Martín y Conrado. Ambos, cada uno desde su propia parcela, representan un tipo de hombres de los que la mentalidad de la época debía dar pocos ejemplares.
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