27 de abril de 2014

Los otros

Cuesta un poco encontrar algo sobre lo que escribir sin ser repetitiva, o sobre lo que pueda explayarme en algo más que cuatro líneas, que no sean las tramas que constituyen el núcleo central de la serie.  
Y es cierto que mis escritos se suelen referir siempre a éstas, sin dejar demasiado espacio a otras que, lo reconozco, no consiguen suscitarme el mismo interés. También es probable que esto mismo provoque que pierda la ocasión de hablar de temas que podrían ser interesantes y que quizás podrían distraer un poco las tramas insufribles (en todos los sentidos, real  y ficticio) que estamos teniendo ahora. Al fin y al cabo todo el universo de PV no se resume en dos parejas, sino que incluye un montón de historias paralelas que en algún momento han tenido o tienen su importancia o su razón de ser. Y, por descontado, lo más importante,  detrás de las mismas hay unos magníficos actrices y actores que defienden sus respectivos papeles con gran profesionalidad y que merecen la misma consideración que los protagonistas principales.
Una de estas tramas es la de los Mirañar. Pero admito que en realidad me es bastante complicado hallar un hilo argumental para hablar de ellos, porque la mayor parte del tiempo su misión en la serie es rayar el absurdo más absoluto, con actitudes que van desde las ideas más estrambóticas que se le pueden ocurrir a una persona y que normalmente salen de Hipólito o Pedro, hasta una Dolores que puede pasar de un extremo a otro de un amplio espectro de comportamientos sin apenas despeinarse, hasta una Quintina que es la más cuerda de todos, pero cuya ansia de saber a veces la coloca en situaciones extremas. Sin embargo todos ellos pueden ser capaces de sorprendernos para bien en algún momento. Por cierto, incluso Pedro con sus dotes de visionario, pues en días pasados habló de Tutankamon, cuando aún tuvo que pasar más de un año, hasta noviembre de 1922, para que se descubriera la tumba de este faraón.
También en estos últimos días se han sucedido dos situaciones que he obviado, aunque admito que es por mi falta de información, pero que ambas están situadas en el contexto de la situación de la época. Me refiero a la leva de los quintos para ir a una guerra que sólo beneficiaba a intereses comerciales y que se saldó en el mismo año de 1921 con una derrota sangrante para los españoles. La otra es la convulsa situación del país, con revueltas y un creciente descontento popular contra la clase dirigente, un tema del que se está aprovechando Fulgencio para llevar el agua a su molino.
Y creo que es justo que dedique un espacio a Florencio, el chico que a causa de la soberbia de la doña es posible que pague con su vida en una lucha absurda, en la que los pobres muchachos que no podían pagar su liberación eran carne de cañón asegurada. Pero que también ha demostrado que ellos eran los realmente valientes, nada que ver con los ricos que se escudaban tras su dinero y enviaban a otros a que les hicieran el trabajo sucio.

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