29 de abril de 2014

Duelo al sol

Acostumbrados como estamos a eventuales duelos dialécticos entre los protagonistas de la serie, normalmente con la doña como uno de los contendientes, es refrescante que se dé uno de diferente en el que ella sólo esté presente de manera intangible. Y además que uno de los antagonistas sea  Mauricio, al que se le suponen pocas luces (o al menos esto es lo que pretende la doña) pero que ha demostrado que puede estar al mismo nivel que cualquier interlocutor en cuanto a encajar y devolver sin despeinarse.
Ha sido un duelo de palabras no dichas, de amenazas no formuladas abiertamente y de arrogancia mal disimulada, que Mauricio ha sabido afrontar desde el respeto a los que se supone de rango superior a él, pero sin ceder ni un palmo de terreno. Porque Fulgencio a pesar de todo se le ha pasado por alto un tema crucial: la lealtad del capataz hacia su ama, algo que está por encima de todo. Y ya sabemos que lo que pueda decir el primo no es determinante para que Mauricio desista de su idea de proteger a su ama a toda costa, con la sospecha de que Fulgencio tiene en mente algo contra ella. Aunque es evidente que el capataz no puede ni imaginarse que sea un tema del que él está muy al margen.
También es cierto que Fulgencio cuenta con bazas que Mauricio no tiene: el deseo de la doña de retener a sus primos para paliar su soledad, el clientelismo de ésta que le lleva a defender a los de su clase, pero especialmente el miedo a perder sus privilegios y su nivel de vida. O dicho de otra manera, verse al mismo nivel que las personas a las que desprecia. Aspectos que el psiquiatra está sabiendo manejar muy bien para sacar adelante sus planes, que cada vez es más evidente que pasan por arruinar a su prima o hacerse con su dinero.
Pero volviendo a Mauricio.  
En los últimos tiempos este personaje parece que se está reivindicando. Cierto que sigue igual de tirano y bruto, especialmente con los que trabajan bajo sus órdenes, pero también cada vez más deja entrever retazos de una persona con corazón. Aunque lo situaría en el término medio de lo que han dicho María y Rosario. En el fondo el capataz tiene sentimientos, pero también es un siervo fiel que ejecuta las órdenes de su ama sin rechistar (aunque estamos viendo que últimamente lo hace a su manera y  cuestionándolas cada vez con mayor frecuencia).  
Lo que le hace humano son pequeños detalles, como el de la muñeca, que vemos que hace de manera voluntaria y que le salen del corazón. Porque también hay que reconocerle algo, y es que sabe ser agradecido con los que le tratan bien. Aunque estoy convencida que lo que siente por María va más allá de esto, y es realmente pena por su situación y cercanía hacia la chica que vio crecer y con la que compartió momentos felices. 

2 comentarios:

  1. Me gusta Mauricio. Con María y Efrén ha sido muy dulce.

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    1. Es verdad. Será porque, como dice María, es un buen hombre a pesar de todo

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