Acostumbrados
como estamos a eventuales duelos dialécticos entre los protagonistas de la
serie, normalmente con la doña como uno de los contendientes, es refrescante
que se dé uno de diferente en el que ella sólo esté presente de manera intangible. Y
además que uno de los antagonistas sea Mauricio, al que se le suponen
pocas luces (o al menos esto es lo que pretende la doña) pero que ha demostrado
que puede estar al mismo nivel que cualquier interlocutor en cuanto a encajar y
devolver sin despeinarse.
Ha sido
un duelo de palabras no dichas, de amenazas no formuladas abiertamente y de arrogancia
mal disimulada, que Mauricio ha sabido afrontar desde el respeto a los que se
supone de rango superior a él, pero sin ceder ni un palmo de terreno. Porque Fulgencio
a pesar de todo se le ha pasado por alto un tema crucial: la lealtad del
capataz hacia su ama, algo que está por encima de todo. Y ya sabemos que lo que
pueda decir el primo no es determinante para que Mauricio desista de su idea de
proteger a su ama a toda costa, con la sospecha de que Fulgencio tiene en mente
algo contra ella. Aunque es evidente que el capataz no puede ni imaginarse que sea
un tema del que él está muy al margen.
También
es cierto que Fulgencio cuenta con bazas que Mauricio no tiene: el deseo de la
doña de retener a sus primos para paliar su soledad, el clientelismo de ésta que
le lleva a defender a los de su clase, pero especialmente el miedo a perder sus privilegios y su nivel de vida. O dicho de otra manera, verse al
mismo nivel que las personas a las que desprecia. Aspectos que el psiquiatra está
sabiendo manejar muy bien para sacar adelante sus planes, que cada vez es más evidente
que pasan por arruinar a su prima o hacerse con su dinero.
Pero
volviendo a Mauricio.
En los últimos
tiempos este personaje parece que se está reivindicando. Cierto que sigue igual
de tirano y bruto, especialmente con los que trabajan bajo sus órdenes, pero también
cada vez más deja entrever retazos de una persona con corazón. Aunque lo situaría
en el término medio de lo que han dicho María y Rosario. En el fondo el capataz
tiene sentimientos, pero también es un siervo fiel que ejecuta las órdenes de
su ama sin rechistar (aunque estamos viendo que últimamente lo hace a su manera
y cuestionándolas cada vez con mayor
frecuencia).
Lo que
le hace humano son pequeños detalles, como el de la muñeca, que vemos que hace
de manera voluntaria y que le salen del corazón. Porque también hay que reconocerle
algo, y es que sabe ser agradecido con los que le tratan bien. Aunque estoy
convencida que lo que siente por María va más allá de esto, y es realmente pena
por su situación y cercanía hacia la chica que vio crecer y con la que compartió
momentos felices.
Me gusta Mauricio. Con María y Efrén ha sido muy dulce.
ResponderEliminarEs verdad. Será porque, como dice María, es un buen hombre a pesar de todo
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