30 de abril de 2014

Gritando su dolor

Hay muchas maneras de vivir con el dolor o sobrellevarlo.
Hay quien lo hace en silencio, refugiándose en la soledad y cerrando todas las puertas, como María. Y hay quien decide gritarlo al viento, descargando toda su desesperación y mostrándose incluso amenazador, como Martín.
Ha sido un momento sobrecogedor, en el que toda la rabia de éste ha salido a flote, renegando de un maldito destino que no le da tregua. Como ese dios que, de existir, parece dispuesto a ponerle a prueba continuamente, a pesar de haberle dedicado su infancia y adolescencia, e incluso estuvo a punto de hacer lo mismo con su futuro. Pero el grado de fe de cada uno también cuenta y aparentemente la de Martín ha llegado al límite del aguante. Ha rozado el cielo con los dedos y lo ha tenido casi todo, pero lentamente, una a una, va perdiendo todas las cosas que habían conseguido reconciliarle con la vida. Su madre, su padre y su hija se han quedado por el camino (bueno, ésta última temporalmente, aunque él no lo sabe), pero no está dispuesto a dejar que le arrebaten también a María y por ello está determinado a todo, incluso a perder el alma inmortal de los creyentes, antes que ver marchar a la mujer que es su principio y su fin, el motor de su vida.
Puede que haya quién piense que este ha sido sólo un momento más, pero creo que han conseguido recrear uno de los momentos más preciosos que han sucedido en la serie, además de uno de los más conmovedores. A los que espero podamos añadir pronto el de la reconciliación de la pareja y el reencuentro con su hija, que seguro que serán igual de bonitos.
Pero esto no será hoy, ni probablemente la semana que viene.
Porque aparentemente antes tendremos que ver como la situación de la pareja se deteriora aún más, gracias a las malas artes de Francisca. Y, ¿porque no decirlo?, a la mezcla de dudas y resignación de María. Cierto que buena parte de la situación viene dada también porque la doña se ha aprovechado de la vulnerabilidad de la chica para lanzar lo que no es más que una insidia, pero con la intención más que evidente de manipularla para separar a la pareja. Es absolutamente deleznable y muestra de un cinismo y un egoísmo total, esta actitud mezquina enmascarada de buena voluntad y de algo que cada vez parece más alejado de sus deseos, como es el de ver feliz a María.
Pero aunque parece que, de momento, ha conseguido sus propósitos, no creo que consiga llegar mucho más lejos. Porque afortunadamente también hay quien vela por María y quién realmente desea lo mejor para ella. Y lo mejor es Martín, que es cierto que como todo ser humano tiene sus carencias y comete errores, pero de lo que no hay duda es de que ama a María con todo su ser. Algo que, por supuesto, es correspondido. 

29 de abril de 2014

El peso del mundo

Creo que alguien debería decirle a Aurora que no es necesario que cargue con el peso del mundo ella sola. Que la mayoría de la gente dispone de libre albedrío y que a veces si alguien está solo es porque ha decidido tomar esta opción, no necesariamente la causa ha de ser por el hecho de que ella dedique un poco de su tiempo para estar con su familia y Conrado. Es cierto que un amigo lo es las veinticuatro horas del día, pero ello no ha de implicar también la obligación de estar a su lado todo el rato. También es cierto que el tiempo se puede compartir, pero si tenemos en cuenta que Aurora pasa la mayor parte del mismo en el dispensario y junto al médico, ¿cuánto le queda para estar con los demás, especialmente con Conrado? ¿No es más importante que esté junto a su hermano y María, que realmente necesitan su consuelo?
Y puedo entender que ahora esté desolada por la supuesta muerte del médico. Algo que, por cierto, aún me cuesta creer. El hecho de que éste tenga la cara desfigurada me hace dudar de ello y de que realmente nos hayamos librado de él (ya sabemos que en este pueblo más o menos sucede como en The Walking Dead, serie que no veo pero de la que tengo referencias sobradas). También entiendo que esté impresionada por la manera en la que ha sucedido la muerte , acentuado por el hecho de que además haya sido quien ha encontrado el cadáver. Porque aún en el caso de que no hubiera tenido ninguna relación, debe ser un duro trago enfrentarse a semejante panorama.
También puedo entender que sienta la obligación moral de hacerse cargo del muerto, especialmente teniendo en cuenta que éste no tiene a nadie. Bueno, esto tampoco es cierto, pues tiene a su “hermana”. Y como no podía ser menos, Aurora se ha prestado también a darle la noticia a ésta, sin saber que al otro lado del teléfono se encuentra su archienemiga. Al respecto, reconozco que la vuelta de Jacinta me aburre sobremanera. Creo que seguir con lo mismo ya empieza a ser cansino, ahora más que no hay uno sinó dos desquiciados rondando por el pueblo, uno para cada pareja. Sólo espero que aquello de que “a la tercera va la vencida” sea cierto (eso en el caso de Jacinta, porque en el de Fernando ya deber ser la de tropecientos, con las de veces que ha estado a punto de palmarla). 
Pero llegado al punto de que la gente le dé el pésame a Aurora ya me parece excesivo. Eran compañeros de trabajo y hasta cierto punto buenos amigos, pero nada más.

El abominable Fernando

No me sorprende en absoluto que Esperanza llore. Pero no porque el maldito Fernando la esté torturando, cosa que es evidente que sucede sólo en la ficción, sinó porque creo que yo también lo haría si tuviera al abominable hombre de las nieves a medio palmo de la nariz.
He de decir que esta trama me tiene absolutamente desconcertada y que tendrán que hilar muy fino para que me resulte creíble que Candela se deje someter a chantaje, con algún motivo que sea más justificado que la amenaza de hacer daño a la pequeña o a su familia. Creo que en este punto hay montones de incongruencias que hacen que de ser ésta la explicación, sea de todo menos razonable. Porque Candela ha tenido multitud de ocasiones de escapar con la pequeña y avisar a las autoridades o a la familia. O aún en el caso de que no pueda apartarse mucho de la confitería, hay otras maneras como deslizar una nota en la bolsa del pan o dejar entrever algo. (Estoy segura que de ser posible, las/os foreras/os le podríamos ofrecer un montón de opciones para librarse de esta situación).
Pero no sólo esto, si no también cuesta aceptar que además la mujer se conduzca de la manera más borde posible con todo el mundo, con la evidente intención de alejarlos y no tener que dar explicaciones sobre su comportamiento. Aunque en este caso parece que todos han optado por aceptarlo sin más, a pesar de que esta manera de proceder no se corresponda con la mujer a la que conocen. Es posible que la gente cambie, aunque  no tanto ni tan rápido. Y además sin motivo aparente, sólo una supuesta depresión que por otra parte no le impide trabajar y cuidar del pequeño.
Por cierto y hablando de aceptar sin más. Puede hacerse con las explicaciones, pero se oía bien alto y claro que Candela no estaba sola en su piso y que la voz era de un hombre. La afirmación de que se trataba del vecino no se coge ni con pinzas, y espero que al menos en el caso de Conrado no haya caído en saco roto. Aunque para ello tengan que pasar tropecientos capítulos .
Entiendo que el personaje de Candela estaba faltado de protagonismo, pero me parece que han optado por el peor de los posibles. Cierto que es un cambio de registro total, aunque solo para la ficción, porque las/os espectadores sabemos que es solo comedia y que su sufrimiento es parejo al de las personas a las que quiere y que padecen por un motivo innecesario.
De todas maneras, Esperanza está mejor con Candela que en otro sitio, exceptuando claro está, con sus padres . Y, estoy segura que dado el caso, la mujer sería incluso capaz de poner su vida en peligro para salvar la de la pequeña.    

Duelo al sol

Acostumbrados como estamos a eventuales duelos dialécticos entre los protagonistas de la serie, normalmente con la doña como uno de los contendientes, es refrescante que se dé uno de diferente en el que ella sólo esté presente de manera intangible. Y además que uno de los antagonistas sea  Mauricio, al que se le suponen pocas luces (o al menos esto es lo que pretende la doña) pero que ha demostrado que puede estar al mismo nivel que cualquier interlocutor en cuanto a encajar y devolver sin despeinarse.
Ha sido un duelo de palabras no dichas, de amenazas no formuladas abiertamente y de arrogancia mal disimulada, que Mauricio ha sabido afrontar desde el respeto a los que se supone de rango superior a él, pero sin ceder ni un palmo de terreno. Porque Fulgencio a pesar de todo se le ha pasado por alto un tema crucial: la lealtad del capataz hacia su ama, algo que está por encima de todo. Y ya sabemos que lo que pueda decir el primo no es determinante para que Mauricio desista de su idea de proteger a su ama a toda costa, con la sospecha de que Fulgencio tiene en mente algo contra ella. Aunque es evidente que el capataz no puede ni imaginarse que sea un tema del que él está muy al margen.
También es cierto que Fulgencio cuenta con bazas que Mauricio no tiene: el deseo de la doña de retener a sus primos para paliar su soledad, el clientelismo de ésta que le lleva a defender a los de su clase, pero especialmente el miedo a perder sus privilegios y su nivel de vida. O dicho de otra manera, verse al mismo nivel que las personas a las que desprecia. Aspectos que el psiquiatra está sabiendo manejar muy bien para sacar adelante sus planes, que cada vez es más evidente que pasan por arruinar a su prima o hacerse con su dinero.
Pero volviendo a Mauricio.  
En los últimos tiempos este personaje parece que se está reivindicando. Cierto que sigue igual de tirano y bruto, especialmente con los que trabajan bajo sus órdenes, pero también cada vez más deja entrever retazos de una persona con corazón. Aunque lo situaría en el término medio de lo que han dicho María y Rosario. En el fondo el capataz tiene sentimientos, pero también es un siervo fiel que ejecuta las órdenes de su ama sin rechistar (aunque estamos viendo que últimamente lo hace a su manera y  cuestionándolas cada vez con mayor frecuencia).  
Lo que le hace humano son pequeños detalles, como el de la muñeca, que vemos que hace de manera voluntaria y que le salen del corazón. Porque también hay que reconocerle algo, y es que sabe ser agradecido con los que le tratan bien. Aunque estoy convencida que lo que siente por María va más allá de esto, y es realmente pena por su situación y cercanía hacia la chica que vio crecer y con la que compartió momentos felices. 

28 de abril de 2014

Un amor en horas bajas

Creo que después de este escrito me voy a tomar un tiempo de reflexión en el tema de Martín y María, porque cada vez que sucede algo relacionado con su situación o leo algún avance, mi opinión sobre el papel de cada uno de los dos miembros de la pareja vuelve a variar. Y desde hace días voy dando bandazos en este tema, intentado encontrar la razón del porqué después de una lucha de titanes que les ha llevado a vencer un montón de obstáculos para llegar al punto en el que están, no parezca que su amor sea ahora suficiente para poder superar la situación en la que están inmersos.
¿Es posible que ambos ya estén cansados de luchar? Quizás podría entender esto en el caso de María, pero no en el de Martín. Ha demostrado que es un luchador nato y que no se amedrenta fácilmente, aunque no creo errar al afirmar que María le está condicionando la vida y que ello puede frenarle. Y con ello no quiero decir que la tenga que dejar de lado, al contrario, es ahora cuando la pareja tendría que estar más unida, aunque también pienso que ella tendría que poner de su parte, no que sea algo unidireccional.
Tampoco voy a quitar importancia a una situación por la que nadie tendría que pasar. Es cierto que la muerte es consustancial a la vida y que hay que asumirlo, pero tendría que ser cuando llegue el momento. No cuando los demás decidan, y menos en el caso de una inocente criatura. Y puedo entender el dolor de unos padres, porque también es cierto que, según ley de vida, ninguno tendría que sobrevivir a sus hijos.
Pero volviendo al principio. 
Creo que especialmente mis cambios de opinión también vienen dados por  la actitud de los que rodean a la pareja. Recuerdo que con Tristán ya pasaba algo parecido, y que todos parecían saber mejor que él lo que tenía que hacer o lo que le convenía.
Ya sé que es algo irracional , pero me revienta que todos decidan por Martín que solo él puede ayudar a María. Es verdad que es el primero de la lista y también el que más comprende el dolor de la chica, porque él mismo lo está viviendo en sus propias carnes. También intento comprender la mentalidad de la época y el papel que jugaba el hombre en la familia, aparte de los tópicos, aún no superados, de que es el que tiene que mostrarse fuerte. Y entiendo que además que en aquella época esto estaba aún más acentuado y que la mentalidad atribuía a las mujeres el sello de sexo débil, cuando en realidad en la misma serie ha habido varios ejemplos que esto está muy lejos de ser cierto.
Pero aunque fuera así, esto no impide que alguien haga ver a María que ha de hacer algo por sí misma, no limitarse a languidecer y recrearse en su dolor. Que con ello está perdiendo a Martín, que él también sufre, pero que intenta seguir adelante a pesar de tener el corazón roto. De hecho creo que María no es tan fuerte como machaconamente pretenden hacernos creer, y algo que por mucho que repitan no creo que vaya a hacerse realidad. Cierto que para algunas cosas parece decidida, pero los hechos han demostrado que no lo es tanto, y que toda la determinación que muestra por ejemplo Aurora, en María es apocamiento. Cuando ha hecho algo casi siempre ha sido forzada por las circunstancias y cuando ya estaba al límite, no producto de una reflexión, ni de una decisión meditada. Lo hizo cuando Martín ya tenía el hierro al cuello, cuando podía haberle evitado días de padecimiento a él y a su familia, pues el resultado fue el mismo. Lo ha hecho con el tema de Fernando, sólo cuando ha visto que le podían arrebatar a su hijo. Se ha ido con Martín cuando la doña la ha echado de La Casona. Y así podría seguir……… También es cierto que en un anterior escrito definí a esto mismo como una prueba de su fortaleza, pero ahora creo que es más bien producto de la desesperación y porqué no tenía otra salida.
Y también ha quedado demostrado que es posible manipularla. Que María parezca que dé crédito a las palabras de la doña y que no sea capaz de defender a ultranza a Martín cuando sabe (o tendría que saber) que él jamás la traicionaría, ha hecho crecer aún más mi visión negativa de la chica.
Sólo espero tener que tragarme todo lo dicho anteriormente y que María demuestre de una vez por todas que no es lo que parece, que es capaz de luchar también. Porque lo que menos deseo es dejar de lado a esta pareja, que han conseguido que me mantenga fiel a la serie durante más de cuatrocientos capítulos y que aún me siguen enganchando con su bonita historia de amor.

27 de abril de 2014

Los otros

Cuesta un poco encontrar algo sobre lo que escribir sin ser repetitiva, o sobre lo que pueda explayarme en algo más que cuatro líneas, que no sean las tramas que constituyen el núcleo central de la serie.  
Y es cierto que mis escritos se suelen referir siempre a éstas, sin dejar demasiado espacio a otras que, lo reconozco, no consiguen suscitarme el mismo interés. También es probable que esto mismo provoque que pierda la ocasión de hablar de temas que podrían ser interesantes y que quizás podrían distraer un poco las tramas insufribles (en todos los sentidos, real  y ficticio) que estamos teniendo ahora. Al fin y al cabo todo el universo de PV no se resume en dos parejas, sino que incluye un montón de historias paralelas que en algún momento han tenido o tienen su importancia o su razón de ser. Y, por descontado, lo más importante,  detrás de las mismas hay unos magníficos actrices y actores que defienden sus respectivos papeles con gran profesionalidad y que merecen la misma consideración que los protagonistas principales.
Una de estas tramas es la de los Mirañar. Pero admito que en realidad me es bastante complicado hallar un hilo argumental para hablar de ellos, porque la mayor parte del tiempo su misión en la serie es rayar el absurdo más absoluto, con actitudes que van desde las ideas más estrambóticas que se le pueden ocurrir a una persona y que normalmente salen de Hipólito o Pedro, hasta una Dolores que puede pasar de un extremo a otro de un amplio espectro de comportamientos sin apenas despeinarse, hasta una Quintina que es la más cuerda de todos, pero cuya ansia de saber a veces la coloca en situaciones extremas. Sin embargo todos ellos pueden ser capaces de sorprendernos para bien en algún momento. Por cierto, incluso Pedro con sus dotes de visionario, pues en días pasados habló de Tutankamon, cuando aún tuvo que pasar más de un año, hasta noviembre de 1922, para que se descubriera la tumba de este faraón.
También en estos últimos días se han sucedido dos situaciones que he obviado, aunque admito que es por mi falta de información, pero que ambas están situadas en el contexto de la situación de la época. Me refiero a la leva de los quintos para ir a una guerra que sólo beneficiaba a intereses comerciales y que se saldó en el mismo año de 1921 con una derrota sangrante para los españoles. La otra es la convulsa situación del país, con revueltas y un creciente descontento popular contra la clase dirigente, un tema del que se está aprovechando Fulgencio para llevar el agua a su molino.
Y creo que es justo que dedique un espacio a Florencio, el chico que a causa de la soberbia de la doña es posible que pague con su vida en una lucha absurda, en la que los pobres muchachos que no podían pagar su liberación eran carne de cañón asegurada. Pero que también ha demostrado que ellos eran los realmente valientes, nada que ver con los ricos que se escudaban tras su dinero y enviaban a otros a que les hicieran el trabajo sucio.

26 de abril de 2014

Un montón de silencios

Repasando un escrito anterior me he dado cuenta de que, de alguna manera, estoy adjudicando toda la culpa de la situación por la que atraviesa la relación de la pareja, a María. Y probablemente no sea muy justa con ella. No es que quiera decir que la tiene Martín, porque tampoco es cierto, sinó que creo que la situación de incomunicación e incluso incomodidad que se palpa en el ambiente, y que casi se podría cortar con un cuchillo, es atribuible a los dos. Porque una de las primeras premisas del amor es la confianza mutua, y en consecuencia el hablar sin reparos de los sentimientos que anidan en el corazón y la mente.
Pero algo les está pasando a ambos cuando son incapaces de dejar aflorar lo que sienten y, especialmente, apoyarse el uno en el otro y llorar juntos su pérdida. Ahora cada uno  hace esto último a su manera y por separado. Martín huyendo y buscando ocupar su tiempo y sus pensamientos para no tener que aceptar la realidad, María refugiándose, aislándose y alimentando aún más su dolor. Ni siquiera ya son capaces de tocarse, y se comportan como dos buenos amigos que se interesan por el otro sólo por cortesía.
Sin embargo también hay algo en esta situación que los diferencia. Es cierto que Martín ha tenido más tiempo para asumir la situación, pero aparentemente es el único de los dos que es consciente de la brecha que se está abriendo ante ellos, y que está dispuesto a hacer algo para remediarlo. Haciéndose evidente también que María es la parte más vulnerable de la pareja y la que necesitará más tiempo y ayuda para superar la situación. Claro que esto en el caso de que fuera algo que no tuviera vuelta de hoja, pero ya sabemos que tarde o temprano van a descubrir que su hija está sana y salva. Lo que no sabemos es si será antes de que su relación se haya estropeado tanto que cueste volver a recomponerla. Entre ellos se han creado un montón de silencios que será necesario romper, un montón de palabras que será necesario decir. Porque es posible que María, aunque no lo reconozca, culpe a Martín de la situación, y aun recuperando a Esperanza, nadie podrá quitar los días de angustia pasados y un hecho que al mismo Martín le provoca congoja, y es no haberlo podido evitar.
De hecho éste ha cometido otro error: buscar la ayuda de la doña. Para mí ha quedado bastante evidente que Francisca ha visto el terreno abonado para conseguir su principal propósito, que es que María vuelva con ella y deje a Martín. Lo siento, quizás sea muy dura con ella, pero esto es lo que me parece. No me creo ni de lejos que sus motivos sean realmente sinceros, cuando utiliza la manipulación y la apelación a lo mismo de siempre: el agradecimiento que María se supone que le debe por los años que ha estado bajo su ala. Incluso llegando a tergiversar las cosas y lanzar infundios, como la supuesta maldición para el legado de Pepa, cuando todos sabemos que esta maldición es ella misma. 

25 de abril de 2014

Las orejas del lobo

Parece que por fin se le empiezan a ver las orejas al lobo, pero con la edad a la taimada Francisca se le deben haber formado cataratas en la vista y ni siquiera parece considerar las consecuencias del espejismo que le ha puesto por delante su primo. ¿Será verdad que los años no perdonan, o se trata de que realmente se siente sola y desamparada y se aferra al clavo ardiendo que le brindan sus primos, cuya presencia se intuye cada vez más que trae aparejadas intenciones aviesas?   
No hay que ser muy despierto para ver que el talón de Aquiles de la doña se resume en dos términos: poder y dinero. Y aprovechando esta posible vulnerabilidad, parece que Fulgencio va a hacer lo que se propone. Que, aunque aún no sabemos de qué se trata, tiene todos los visos de ser una venganza.
Aun así, sigo sin creerme del todo la posibilidad de que Francisca caiga en el cepo que al parecer le está preparando Fulgencio. Es cierto que se ha demandado, por activa y por pasiva, que los malos paguen por sus desmanes, y también considero que la doña encabeza por méritos propios esta lista. Porque el hecho de que lo pasara mal en el pasado y no lo tuviera fácil para salir adelante en un mundo en el que los hombres ataban y desataban a voluntad, no justifica de ningún modo todo lo que ha hecho y lo que está haciendo aún ahora. Pero acostumbrados como estamos a que los malos se vayan siempre de rositas, esta hipótesis es casi tan fantástica como que los burros vuelen.
Lo que estoy casi segura es que Fe es ajena a todo ello, por mucho que su ama la trate con mucha más cercanía que Francisca a sus sirvientes. Y me cae bien esta chica pizpireta, con una lengua más bien desatada, pero aparentemente con un buen corazón.
Y hablando de quién paga y quién no. Parece que ni siquiera los perros están a salvo en este maldito pueblo. 

Fuerte es el amor

Por alguna razón, la escena de hoy me ha llevado a recordar los versos que leyó Tristán el día de su boda con Candela, y que pertenecen al Cantar de los Cantares de Salomón.

Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, sólo conseguiría el desprecio"

No creo que sea necesario volver a afirmar que el amor de Martín por María trasciende cualquier intento de ponerlo en palabras. Es puro, tierno y lleva el compromiso firme de anteponerlo a todo, incluido él mismo. No sabe de orgullos, ni de animadversión, ni siquiera de humillaciones, cuando se trata de lograr a cambio el bienestar de la mujer a la que ama y por la que daría todo. ¡¡Que mayor prueba de amor que ello!!
Verlo aguantar estoicamente las pullas de una mujer que desprecia los lazos que los unen, y además haciéndolo a sabiendas que esta misma persona arruinó la vida de sus padres, y por extensión la suya, dice mucho de la gran persona que es Martín. Evidentemente no puede perdonar, ni olvidar, pero si ha podido hacer a un lado los oscuros sentimientos que le inspiran esta mujer, porque ante todo necesita recuperar a María. Y no va a reparar en recursos. Primero lo intentó con Candela, y fracasó, aunque no por los motivos que él piensa. Ahora lo ha intentado con Francisca, aunque también va a suponer un fracaso, porque ésta ni siquiera ha sido capaz de saltarse su estúpido orgullo para, por una vez, hacer lo que debe. No pierde comba al hablar una y otra vez de su sufrimiento por la pérdida de su hijo (cosa que cada vez lo veo más como un intento de provocar lástima), pero parece que cuando la misma situación les sucede a otros no entiende de ello.
Y lo que en Martín ha sido un intento de ayudar a la mujer a la que ama, se va a convertir en una herida más profunda en ésta.
Pero ¿quién le ayuda a él? María, inmersa en su propio dolor, parece que ignora que él también sufre. Aurora, Rosario, Emilia si se dan cuenta y le dan su apoyo y cariño, pero todas tienen sus propios problemas. También están los hombres, Conrado, Raimundo y Alfonso, aunque todos parecen que han optado por dejarle que libre su propia batalla. Quizás quede D. Anselmo, pero sus consejos de poco pueden servir, porque siempre llevan al mismo sitio: la resignación. Y esto es algo que Martín aún no puede asumir.
Sólo espero que esta situación no dure mucho. Porque ni Martín ni María saben que esto se podría revertir, ya que su pálpito es cierto y tienen a su hija viva y sana al alcance de sus brazos. 

24 de abril de 2014

¿Sola e incomprendida?

Ya puesta en plan negativo, algo que por otra parte creo que tiene razones fundadas visto el rumbo de la serie, ¿por qué no rematarlo?
Así que allá voy.
No me acabo de creer a la doña y su paripé de que está sola, incomprendida y triste. Y especialmente me carga su continuo victimismo y su incapacidad de reconocer que ella misma es la culpable de su situación. Pero tanto como esto, lo que está llegando a parecerme farragoso es su insistencia y las escenas, calcadas de un día para otro, sobre el mismo tema recurrente de las finanzas de Fulgencio.
Quizás sea por aquello de que nunca da puntada sin hilo, su preocupación se me antoja motivada por algo muy diferente de lo que aparenta. ¿O es que realmente ya chochea? Si fuera esto último quizás se podría entender su repentino ataque de blandura, pero su pasado no cesa de salirme al paso y no consigo ver a la mujer que al parecer pretenden hacernos creer que puede estarse redimiendo. Cierto que, como todo el mundo, tiene derecho a una segundad oportunidad, pero en este caso ya sería la de tropecientos y aún sigue en lo mismo o parecido. Se le pueden dar oportunidades, pero no indefinidamente, y está demostrando que sigue igual de despiadada como siempre. Excepto para lo que le conviene y especialmente para mantener su estatus social intacto.
En el tema de la marcha de los muchachos hacia una guerra que nadie parece saber porque se libra, ha quedado muy claro quién es Francisca Montenegro y que se puede esperar de ella. Una persona de las que se llenan la boca de buenas palabras y de sentido patriótico, pero que no tienen escrúpulos en enviar a otros para que luchen y mueran, aunque sea por una causa incierta. Y, por descontado, a ninguno de los que considera de su clase social, ya que la guerra sólo está destinada para el vulgo. Patético!!

¿Dónde estaba escondido este hombre?

La verdad es que  me ha parecido tan rebuscado el intento de hacer entrar a Lesmes en escena por medio de Aurora, que he tenido que volver a visionar la conversación para ver si se me había pasado algún argumento convincente por alto. (Vale, entiendo que la pretensión última es que veamos a Jacinta detrás de un tabique con un cuchillo, con la idea de cargarse a la chica). Pero volviendo a la escena del principio, la lógica me dice que si el médico aparece menos por el Jaral, mejor para todos, ya que significa que no son necesarios ni sus conocimientos, ni su intervención. No es aquello que digamos un amigo de la familia, por lo tanto no tiene nada de extraño que su presencia se haya espaciado, ni tampoco considero normal que sea un invitado habitual sólo porque sea el compañero de trabajo de alguien, o incluso una persona con una cierta cercanía a un determinado miembro de la familia. Debo ser algo simple, pero también me cuesta entender que a la chica de pronto le haya entrado cargo de conciencia por un hombre con el que comparte buena parte del día, trabajando codo a codo, y que cuando finaliza la jornada considere que es su obligación seguir manteniendo el contacto, sólo porque éste quede aparentemente solo. Ya sé que no es una comparación muy afortunada, pero un amigo no es como un perrillo abandonado que se lleva a casa. Aunque  lo que más me ha chirriado es que todo esto la haya impulsado a dejar a Conrado y a su prima para correr en pos del médico. ¿O acaso para ella no son más importantes éstos que el galeno? Sin dejar de lado que con esta actitud está poniendo a prueba la tolerancia de Conrado, que aunque tenga mucha y especialmente le lleve la confianza en que Aurora le ha escogido a él, no esconde la animadversión que le provoca Lesmes, sabiendo además que, aunque no lo pueda considerar exactamente un rival, éste anda enamorado de la chica.
Ya no voy a insistir en el tema de que Aurora se presente en la casa de un hombre soltero a cualquier hora. Y no es que me escandalice este tema, pero aun siendo un compañero de trabajo, también es un hombre. Y no creo que en aquellos tiempos fuera muy bien vista esta situación, por muy médico que sea. Aunque también es verdad que para Aurora esto no debe tener una mayor importancia, ya que también visitaba a Conrado.
Por cierto, otra casa en la que no hay cerradura y la gente se mete sin problemas.
En fin, además de quisquillosa, ahora me he vuelto cotilla como Dolores. Pero tenía que decirlo.

Por suerte para Aurora, ha escogido al hombre perfecto. ¿Pero dónde estaba escondido éste? Atento, detallista, cariñoso……. ¡Con cuánta dulzura ha depositado un beso en la mejilla de su amada!  Aunque ha acabado de rematarme cuando lo he visto con dos rosas, una para cada chica. Me ha parecido un detalle sumamente precioso, que dice mucho de él.  

23 de abril de 2014

Sant Jordi. Dia del libro y de la rosa - Poema

Mentes perversas

Me imagino que como en otras cosas de la vida, también entre los malos se pueden establecer categorías. De hecho en PV se visualizan varias de bien marcadas: los malos que lo son por vocación como la doña, los que buscan venganza o algo parecido como Fulgencio, y los que uniendo todo lo anterior, además están locos, siendo quizás éstos últimos los más peligrosos. Al fin y al cabo los del primer y segundo grupo suelen tener un plan y paciencia para ejecutarlo, amén de una mente más o menos lúcida que les ayuda a no dar pasos en falso y siempre contando con una meta marcada, mientras que los otros, aun disponiendo también de un plan y un objetivo, actúan a impulsos de un juicio disperso y sólo para satisfacer sus bajos instintos.
Bueno, quizás haya otra categoría. Los que como Lesmes, sin ser malos propiamente, son abducidos por una mente desequilibrada que los maneja a voluntad y los convierte en una herramienta para satisfacer sus fines. En realidad no es un caso aislado, ya que solo hay que recurrir a las hemerotecas para encontrar montones de noticias de la vida real sobre comunidades o lugares, donde un sólo líder controla la voluntad (y muchas veces el bolsillo) de un montón de personas. Aún así cuesta creer que un hombre grande como un armario sea susceptible de ser controlado por una jovencita, eso sí, loca de atar. 
Considero muy difícil para alguien profano, como es mi caso, conjeturar por qué llega a ser posible una situación de este tipo, por mucho que Jacinta diga que conoce el pasado del médico y parezca que le chantajea con ello. No creo que a éste le fuera muy difícil revertir la situación y deshacerse de ella, aunque ahora ya ha llegado demasiado lejos, después de cargarse a los ingenieros. Algo de lo que, por cierto, por mucho que lo intento no consigo encontrar un motivo razonable. Y ya puesta, otra pregunta sin respuesta todavía, aunque quizás también ésta pase a engrosar las que han ido al limbo y jamás han sido resueltas. Jacinta le ha dicho a Lesmes que le encontró en el manicomio solo y atenazado con un pasado oscuro. Hemos visto como éste entra y sale a voluntad de la institución, por lo tanto no estaba encerrado como paciente. Pero además no puede estar solo porque ¿quién le ha pagado la carrera de medicina? Porque es evidente que entiende del tema. 
En cuanto al amor, no creo que exista nada parecido por parte de ninguno de los dos, y más bien se podría encuadrar en términos de lujuria. Sin comentarios....... 
Lo siento, soy de natural quisquillosa con estos detalles y a veces olvido que es una novela y que en éstas las licencias están permitidas. Pero no puedo evitar buscarle cinco pies al gato. 

22 de abril de 2014

Pidiendo ayuda

¡¡Vaya tacto el de D. Anselmo!! Parecía que su intención al ir al Jaral era intentar darle una mano a Martín con María, y lo que ha conseguido es estropearlo aún más. No dudo que sus intenciones eran buenas, pero ha puesto ante María una cuestión que hace que me ponga sin fisuras del lado de la chica. Pretender que acepte sin más los hechos, volviendo a aconsejar que acepte los designios del destino, o lo que es casi lo mismo, al tema cansino de la resignación cristiana, me parece cuando menos un camino poco apropiado para dirigirse a una persona que, en este momento, está  visiblemente resentida con un dios que parece empeñado en destrozarle la vida.
Sé que se ha hablado muchas veces de este tema y que yo misma he dejado muy clara muy postura sobre el mismo, pero aun entendiendo las razones a las que apela el sacerdote, basadas en unas arraigadas creencias sobre el más allá y el destino de los que han abandonado este mundo, no veo la necesidad de las prisas para cerrar esta etapa y hacer borrón y cuenta nueva. No es fácil suturar una herida de este calibre y sólo el tiempo puede ayudar en ello. También es cierto que hay personas que se aferran a su fe para conseguir salir de este pozo, pero incluso Martín que ha vivido intensamente la religión, ha dudado de los designios de este supuesto ente superior que parece tener como única misión procurarles padecimientos.
Por si no fuera poco, esta misma poco afortunada intervención del sacerdote ha tenido efectos colaterales: abrir una brecha entre los dos amantes, ante la diferente manera de encajar lo que parecen hechos consumados.
Martín tiene además un sufrimiento añadido: el de la impotencia ante su incapacidad para ayudar a María y lograr que ésta busque el consuelo en él para compartir su dolor. Ya que Martín también sufre, aunque parece que está asumiendo que tiene que ser fuerte por los dos, que solo de esta manera podrán salir adelante.

Pero necesita ayuda. Y quien mejor que la persona que es para él como una segunda madre, la mujer que en los últimos tiempos ha estado a su lado de manera incondicional y sin reservas, la que le ha dado apoyo, consejo y por encima de todo cariño. De verdad que se me ha hecho un nudo en el estómago al percibir detrás de las palabras de Martín, un grito desesperado de petición de ayuda. Y después una inmensa pena al ver como su súplica es rechazada, además con unos modos impropios de la mujer que él conoce y quiere.
Una mujer que aparentemente esconde unos motivos muy fuertes para actuar como lo hace. Su desesperación al ver marchar a Martín hundido, pero especialmente su puño levantado al vacío, maldiciendo a alguien en el piso superior, da buena cuenta de ello. Y por descontado que no es al pequeño que se cobija allí, sino a  alguien que probablemente coarte sus actos y la obligue a comportarse como lo hace.  

Vencida por el dolor

Hace no mucho escribía que el amor todo lo puede. Espero que esta afirmación, cuyo sentido original tiene como punto de partida el amor divino, aunque lo extrapolo a algo más terrenal pero igualmente posible, sirva para Martín y María.
No puedo juzgar a ésta por dejarse vencer por el dolor. Es muy difícil ponerse en el lugar de una madre que ha perdido a su hijo para siempre, como también decidir por ella que actitud es la correcta a tomar. Cada persona es un mundo y por muy fuerte que parezca alguien, ante una situación así es muy difícil prever la reacción. María a veces parece fuerte y otras muy frágil. Fue capaz de poner en entredicho su reputación para salvar a Martín, y lo ha vuelto a hacer para irse con él. Pero en cambio no fue lo suficientemente arrojada para denunciar los atropellos de Fernando, ni lo ha sido para oponerse con rotundidad a los visibles desmanes de Francisca. Como tampoco lo es ahora para afrontar una de las más duras pruebas de su vida, acogiéndose a la negación y dejando que ello condicione todo lo demás, incluido su amor por Martín.  
También es cierto que éste tampoco acepta los hechos, pero parece que en su mente empieza a hacerse un hueco no la resignación sinó la realidad, por muy dolorosa que sea. María aún no ha llegado a ello, aunque ahora mismo no parece ni siquiera dispuesta a considerarlo y además, recluida en su espacio interior, tampoco lo parece a permitir que nadie traspase esta barrera. Poniendo al mismo tiempo a prueba el amor de y por el hombre que hasta ahora ha sido su vida.
Lo sé, he dicho que no iba a juzgarla y lo estoy haciendo. 
Pero considero que aunque es muy pronto para hacerse una composición en este tema, dejando a Martín de lado y no confiando en su consuelo y apoyo, María pone en entredicho el amor que siente por éste y lo que les ha unido hasta ahora. Como digo, es un poco apresurado y quizás haya que darle un tiempo a la chica, pero es un signo de alarma esta aparente muestra de que el amor que comparte con Martín quizás no sea tan fuerte, cuando una situación desesperada es capaz de alejarlos en vez de unirlos. Ya sé que esto no es así, y que se aman de verdad y con locura, pero voy a hacer una afirmación arriesgada. Aunque no conozco este sentimiento, sé que el amor de madre es grande y poderoso, pero María lo está anteponiendo a todo, especialmente al hombre con el que hasta ahora estaba dispuesta a compartir el resto de su existencia. Que no hay que olvidar, está sufriendo lo mismo que ella.
Afortunadamente dicen que el tiempo todo lo cura. Aunque espero que no sea demasiado tarde. 

21 de abril de 2014

El amor todo lo puede

Dicen que la línea que separa el amor del odio es muy tenue. Lo que no sé si lo mismo funciona a la inversa y tampoco creo que se pueda atribuir este sentimiento a lo que en principio anidaba entre Conrado y Aurora, que más bien pienso que era algo parecido a la animadversión originada por la actitud hostil del geólogo. Actitud que después ha mostrado su justificación y que afortunadamente ha quedado ya lejos. Ahora Conrado es un hombre respetado, aunque los intereses jueguen un papel importante en este tema y no tanto las buenas obras que ha hecho desde que llegó al pueblo. Pero bueno, lo que cuenta es el presente y, por fin, Conrado tiene amigos, alguno de verdad.
Pero más que esto, lo que tiene es el amor. Ya lo ha dicho el mismo. Jamás tuvo mucha suerte en la vida, pero le ha pasado una sola cosa que le hace reconciliarse con ésta: ha conocido a Aurora y se ha enamorado.
La verdad es que es difícilmente reconocible el Conrado actual comparado con el que llegó hace unos meses al pueblo. Incluso sus rasgos se han suavizado y aparenta menos edad. La felicidad es evidente que juega un papel fundamental en todo ello y el amor en particular, dejando que salga a la luz un hombre tierno y sensual, que sabe dejar en cada beso a Aurora un aura de pasión pero sin grandes arrebatos, tierno y dulce a la vez. Que sin ser empalagoso en sus manifestaciones, sabe poner en palabras sentimientos de lo más romántico y precioso. Y que ya no concibe su vida sin ella, hasta el punto de que no pasa día que no lo deje claro y evidente con lo que, de seguir a este ritmo, no va a tener más remedio que cumplir sus promesas sin más dilación. Aunque es claro que estas promesas están hechas con la seguridad de que sus deseos son correspondidos con igual intensidad.
La verdad es que me encanta esta pareja cada vez más, así como la manera en la que llevan su relación. Sin grandes alharacas ni una pasión desmedida, sino como dos personas que se quieren pero que respetan el espacio del otro. Que no digo que esto no suceda con Martín y María, pero de manera diferente. Porque si algo tienen en común Conrado y Martín es que para ellos las mujeres son personas, no objetos de deseo, ni herramientas de reproducción o de adorno. Pero en Conrado esto aún va más allá, quizás también en parte porque Aurora tiene un carácter mucho más independiente que María, y Conrado sabe valorar esta parte de la chica. Por cierto, como un día hizo Tristán con Pepa, cuando además la instó a seguir la carrera de medicina.
También es cierto, como ya se ha dicho muchas veces, que esta serie es sobre grandes mujeres, pero creo que es justo reconocer, y no hay que desdeñar, el papel de ciertos hombres. Desde Raimundo, un librepensador, culto y adelantado a su época, hasta Alfonso, un hombre valeroso, tierno y generoso, o D.Anselmo un sacerdote poco ortodoxo y que realmente entiende lo que es su ministerio(aunque a veces provoque también motivos de censura). Pasando por supuesto, por el anteriormente mencionado Tristán, un hombre fantástico, amante entregado y que se saltó todas las normas para poder seguir a su corazón, además de noble, honrado y padre amoroso. Incluso los Mirañar a veces sorprenden (más Hipólito que Pedro) y Mauricio también tiene sus momentos de gloria. Pero quien realmente representa ahora a este género son los dos protagonistas. Martín y Conrado. Ambos, cada uno desde su propia parcela, representan un tipo de hombres de los que la mentalidad de la época debía dar pocos ejemplares. 

20 de abril de 2014

Sin paralelismos


Al hilo del escrito anterior.
Casi al mismo tiempo que la historia de Martín y María se va desarrollando por los vericuetos de un sufrimiento sin aparente fin, va creciendo a su vera otra historia que empezó accidentadamente, y que con el tiempo ha madurado y se está convirtiendo en algo que puede ser tan precioso como es, y cuando las escasas treguas lo permiten, la de éstos.
Eso sí, preciosa, pero escasamente parecida. Los caracteres, la manera de ver y enfocar las cosas, tienen poca similitud entre los componentes de las dos parejas. Aurora se parece poco o nada a María, a pesar de tener casi la misma edad.  Es curioso que habiendo sido educadas las dos para ser unas señoritas, una tomara el camino (equivocado) de los convencionalismos y de la actitud que se esperaba de su supuesta posición social, mientras a la otra, Aurora, esta misma educación le haya proporcionado una mente abierta y liberal, que huye de las imposiciones y que le ha hecho forjar una personalidad obstinada y decidida, nada dispuesta a dejarse manipular. Y madura, a veces hasta un punto que puede parecer incluso insolente.
En cambio entre los dos hombres la diferencia considero que no es tanta, especialmente si tenemos en cuenta que el personaje de Conrado le lleva al de Martín trece años de diferencia y por lo tanto en experiencia de la vida. Pero ambos son personas nobles, generosas y con arrestos, que han sabido hacerle frente a una vida dura. También es cierto que esta diferencia crece cuando intentas ver en el actual Martín a aquel chico que llegó hace casi dos años a PV con un macuto a sus espaldas y dispuesto a comerse el mundo. El que era el vivo retrato de su madre, un aspecto que se ha ido diluyendo a medida que los sufrimientos le han pasado factura y el amor por María se ha convertido en el centro de su existencia. Martín ahora vive por y para ella, y esto que por supuesto no es nada censurable, también ha hecho cambiar al personaje.
Por lo tanto creo que intentar establecer paralelismos entre las dos parejas es un ejercicio condenado al fracaso. Y, por ejemplo, intentar imaginarse a Aurora convertida en una frágil chica tratada como si fuera porcelana china, más de lo mismo. Básicamente porque no creo que ella lo permitiese.
Pero lo que si tengo que decir es que tengo puestas muchas expectativas en la pareja Conrado-Aurora. Y básicamente porque me siento mucho más identificada con los caracteres de éstos que con los de la otra pareja. 

Sentimientos encontrados


Desde hace un tiempo tengo sentimientos encontrados viendo como la pareja Conrado-Aurora está desplazando a la de Martín y María. Y digo encontrados, porque aun no dejando de ser fiel a esta última, me estoy dando cuenta de que sus continuas desgracias empiezan a pasarme factura también a mí. Y esto sucede cuando los dos actores, Loreto y Jordi, están poniendo todo su buen hacer y profesionalidad en unas tramas llenas de carga dramática soberbiamente interpretada por ambos, pero cuando esta misma circunstancia de continuo sufrimiento empieza también a causarme un cierto desgaste anímico con respecto a la serie. Más sabiendo que esta situación por la que atraviesan estos personajes es innecesaria, pero que, como viene siendo habitual, es posible que se alargue hasta límites desesperantes, que ponen a prueba la paciencia y la disposición de las/os espectadores.
Sin embargo no tengo ninguna intención de abandonar el barco y menos a esta parejita, que han sido el motor de la serie durante más de cuatrocientos capítulos. Martín y María (lo admito, mucho más el primero que la segunda) siguen siendo para mi unos personajes entrañables, con una historia de amor preciosa y que desprende una gran ternura. Y además considero que Martín/Jordi sabe reflejar este sentimiento mejor que nadie. Tampoco olvido los magníficos momentos que han dado en la serie, y que sus personajes podrían dar aún juego si les permitieran vivir sin que les condicionara una continua zozobra.
No tengo experiencia en series y no sé si el hecho de que los protagonistas sufran desgracias sin fin es algo habitual, por lo que tampoco puedo establecer comparaciones. Pero si sé que es algo que, como he dicho antes, me empieza a parecer exageradamente corriente.
Por cierto, esta afirmación anterior tiene un matiz. Porque por algo inexplicable, los que sufren siempre son los protagonistas buenos, quizás por indefensión o por su buen corazón. Si los malvados lo hacen, suele ser siempre a consecuencia de sus propias acciones y sin que ello sirva para redimirlos. 

19 de abril de 2014

Una esperanza para Mariana

Los grandes y expresivos ojos de Mariana desprenden desde hace días una luz especial. Y es claro que un mocetón rubio y espigado es el culpable de ello. De ello y de que, por fin, Mariana tenga algo más que penas en su vida y pueda tener la esperanza de un futuro.
En medio de la desolación en la que está inmersa últimamente la existencia de gran parte de los personajes, y de que lo que aparentemente se avecina no es que sea mucho mejor, una trama algo más refrescante es un alivio para los sentidos, y especialmente para las/os que seguimos pegados a la serie, esperando que lleguen los buenos momentos que tanto se resisten en producirse.  
Aunque a lo que me estoy refiriendo ahora no venga de parte de ninguna de las parejas protagonistas y que encima sea el suyo, el personaje de Mariana, alguien que siempre ha estado supeditada a otros. Así que ya le toca tener su momento de gloria, más teniendo en cuenta que detrás del personaje considero que hay una actriz magnífica y de la que desaprovechan el enorme talento que tiene.
Mariana y Nicolás forman lo que pienso que es una pareja preciosa. Ella una gran mujer a la que la vida se ha obstinado en mantener en la sombra de La Casona, pero que nunca ha dejado de empeñar su corazón para ayudar a los demás, dejando al mismo tiempo relegados sus deseos y esperanzas. Él un hombre con una eterna sonrisa, tierno , detallista y cariñoso, dispuesto a renunciar a todo para estar con la mujer a la que ama.Alguien que también ha sabido ganarse a los que rodean a la chica.
Espero de verdad que al menos esta encantadora pareja consigan ser felices. 

18 de abril de 2014

La fidelidad impagada



Es algo que a primera vista parecía impensable hasta ahora. Jamás había colocado a Mauricio en el bando de las víctimas, pero después de ver el encontronazo con Fulgencio me ha sobrevenido la posibilidad de que la fidelidad del capataz hacia Francisca le pueda pasar factura. Sabemos que el doctor no gasta demasiados escrúpulos y que además tiene oscuros intereses para acercarse a Francisca. Intereses que, por cierto, aún no se vislumbran, aparte del hecho de los ya consabidos problemas económicos que es cierto que podrían ser un motivo suficiente. Pero pienso que Fulgencio lo que desea realmente es acabar con su prima, ya sea físicamente o arruinándola.
Y por lo que parece Francisca se lo va a poner fácil. O al menos esto es lo que se puede deducir de una actitud cuando menos inexplicable. Porque no creo que se le pueda atribuir que la edad le está pasado factura y por ello está chocheando. Aunque, por cierto, una simple (aunque quizás no tanto) criada como Fe, es capaz de manipularla a su antojo. Tampoco creo que se haya ablandado con los años, porque ha dado muestras más que sobradas de su inflexibilidad en el tema de María, la única persona que se puede decir que la ha querido de verdad y por la que aún deja asomar un cariño que, por otra parte, no le impide mantenerse alejada de ella y sin dar su brazo a torcer. Un cariño cuando menos peculiar, que sólo admite sumisión.
Y sumisión es lo que le pide también a Mauricio, un hombre al que no duda en insultar, amenazar y humillar en público, aunque después admita que es el mejor. Pero al que evidentemente no está dispuesta a dar la razón en el tema de Fulgencio.
El porqué, difícil de deducir. 
Supongo que debe tener mucho que ver con su actual situación de soledad, que no es que no se lo merezca, ya que es lo que ella ha provocado con su actitud y desapego hacia su verdadera familia. También puede tener que ver con la gratitud hacia Fulgencio, aunque esto también tiene contestación ya que con otras personas no ha adoptado la misma actitud. Tampoco creo que de repente le haya entrado sentido de familia, ya que no ha tenido contacto con estos primos en años. Quizás sienta verdadera lástima por Bernarda,  en la que se ve reflejada  y a la que no desea la misma suerte que corrió ella en su matrimonio. Lo que no cuadra en absoluto es que no sienta interés aparente en ir más allá de lo que le cuenta su primo y que crea a pies juntillas sus explicaciones. No es su manera de obrar y, o sabe más de lo que hace creer, o no quiere saber.
Aunque me temo que despreciando las indagaciones de Mauricio, queda patente otra cosa. El corporativismo de los ricos, que debido a un patético código de honor, se protegen entre ellos y no dudan en humillar a los que consideran inferiores. De ahí la despreciable suficiencia de Fulgencio, que no ha parecido dudar ni un momento de la respuesta que el capataz iba recibir de su ama.

Conrado y Aurora

Acabo de darme cuenta,no porqué no sea evidente, de otro aspecto en la relación de Conrado y Aurora. A diferencia de las otras parejas protagonistas de la serie, ninguno de los dos tiene aparentemente condicionantes que impidan que puedan amarse sin reservas. La diferencia de edad sólo es algo anecdótico y nada que pueda entorpecer que su relación avance y se consolide.
Tristán cuando conoció a Pepa estaba casado y después Francisca hizo todo lo posible para torpedear su relación con la mujer a la que éste amaba. Martín tuvo el sacerdocio como impedimento y cuando esto desapareció entonces el problema era María y su matrimonio con Fernando. Pero para Aurora y Conrado nada de esto existe, porque no tienen que reprimir sus sentimientos, ni esconderse para vivir su amor, ni hay terceros en discordia, ni su relación es vista con recelo por nadie. De ahí que, una vez admitido por parte de ambos lo que sienten, puedan dejar que sus sentimientos fluyan con toda normalidad y sin reservas.
Aunque dicho así incluso parece que miel sobre hojuelas y que, a partir de ahora, todo va a ser un camino de rosas. Pero no me engaño, esto es PV y como en la ley de Murphy si algo puede salir mal, saldrá mal (aunque, en este caso, evidentemente por obra y gracia de los guionistas).
De momento y con la recuperación de la vista por parte de Conrado y las expectativas de un futuro medianamente próspero, la situación de la pareja pinta bien. Y los momentos románticos se suceden con mayor frecuencia. En realidad Conrado está dejando surgir a un hombre que, con los pies bien asentados en el suelo y sabiendo hasta dónde puede llegar, está demostrando también su lado más sensual y que no son necesarias grandes dosis de pasión para sentir igualmente que el amor le sale por todos los poros. Ni siquiera es necesario que lo ponga en palabras, porque cuando de sus labios sale el nombre de Aurora, parece que todo se detiene y una muera un poco, deseando estar en el lugar de la chica.
No es el amor apasionado de Tristán, ni la dulzura de Martín, sinó algo que aún con lo mismo que los anteriores, es diferente. Pero igual de precioso. 

17 de abril de 2014

Las desgracias no se acaban

Aunque no creo en lo que considero una superchería, de existir realmente un lugar parecido a PV casi estaría por abogar para la intervención de un exorcista. No veo muy normal que se den cita en el mismo sitio, toda la caterva de iluminados, desalmados, psicópatas y asesinos del mundo mundial. Y que además actúen con casi total impunidad y disponiendo para ello de siete vidas. Exceptuando a los que de alguna manera se han redimido o arrepentido de sus desmanes, pues para éstos si existe el finiquito.
Aun admitiendo que existen los que parecen gafes o personas a las que persigue la fatalidad, tampoco creo que sea muy corriente que en este pueblo casi nadie se libre de sufrir las desgracias más terribles. Si, ya sé que la consigna es que éstas venden más que las alegrías, pero es que de esto último casi no existe en la serie. Y en este caso, cualquier parecido con la vida real no es que sea coincidencia sino algo muy tangible, pues lo cierto es que ésta ya encarga de poner esta circunstancia día sí, día también delante de nuestras narices.
También es cierto que aparentemente ya nos hemos librado de una sabandija (aunque aún no tiene tres metros de tierra y una losa de una tonelada encima, y hasta que esto suceda ya sabemos que no hay nada definitivo). Pero la cuota sigue estando muy por encima de la media, si tenemos en cuenta además que PV al parecer es un pueblo muy pequeño. Y lo que es peor, al igual que reza el dicho de las moscas, que cuando matas una vienen cien al entierro, pues en PV te libras de un canalla y salen otros aún más retorcidos, y además por duplicado o triplicado. Ahora se trata de una “viuda negra” que fatalmente ya ha pasado antes por aquí y que, al parecer, como buena tarántula venenosa, cumple con su función de arrasar a su paso.
Y por si no fueran pocas las desgracias que arrasan el Jaral, y a todos los que de alguna manera están relacionados con esta familia que lo habita, parece que otra vez vuelve a tener en el punto de mira a Aurora. 
Pero creo que pedirle a Martín que vuelva a afrontar otra desgracia ya es excesivo. 

16 de abril de 2014

Un golpe de suerte

Hay veces que me da la impresión que los guionistas me enmiendan la plana de lo que he dicho el día anterior. Ya sé que suena muy vanidoso por mi parte pretender que éstos lleguen a  leer lo que escribo, pero aún así no deja de sorprenderme lo que es claro que sólo es una casualidad o quizás más bien la consecuencia de mi impaciencia en algunas tramas. Aunque, por supuesto, también me alegro de tener que rectificar.
Me refiero a la relación de Conrado y Aurora.
Tengo que dar la razón a quienes afirman que la suya probablemente no será nunca la típica a la que nos tienen acostumbrados en esta serie. Ni siquiera ha salido nunca de labios de Conrado un “te quiero” explícito, aunque si ha llamado a Aurora con epítetos cariñosos como “cariño” o “mi bien”, aparte del ya consabido “mico” que ha adquirido connotaciones igual de cariñosas. Pero ello no quiere decir que no demuestre su amor de otras maneras. De hecho ya ha dejado claro que piensa en Aurora formando parte de su futuro, primero por la proposición de días anteriores, pero también porque ya no habla de yo, sinó de nosotros.
Y no creo que se deba al hecho de que ahora esté ciego y dependa de Aurora, algo que por otra parte ha conseguido afianzar aún más esta relación y consolidar su amor, sinó más bien que ya no concibe su vida sin ella. Que, por cierto, no sólo le ha traído un nuevo sentido a su existencia sino que también y, de alguna manera, parece que incluso las ganas de mostrarse juguetón y jovial.
Lo único que se me hace raro es verlo moverse por el Jaral, su casa en este momento, aunque es evidente que esta situación también ayuda a la relación porque permite que la pareja estén juntos la mayor parte del tiempo.
Como también ha permitido que tuviera lugar una conversación de lo más ilustrativa de lo que puede ser la relación de los dos hombres que ahora mismo tienen el papel protagonista en la serie. Me encanta que Conrado asuma un papel parecido al que haría un hermano mayor, intentando ayudar a Martín y dándole su apoyo y comprensión. Y permitiendo al mismo tiempo a éste encontrar un brazo amigo en el que apoyarse. Estoy convencida que estos dos futuros cuñados nos depararán muy buenos momentos en el futuro, porque no dudo que a partir de ahora su relación será mucho más fluida y cercana. 
Por cierto, y sin que venga mucho a cuento. Si es verdad que ahora la suerte se le ha puesto de cara a Conrado y consigue disponer de dinero, a ver si alguien le compra ropa nueva y deja ya estos pantalones varias tallas más grandes de lo que le corresponde.