1 de julio de 2014

Un indisimulado interés

Cuando inicié este blog me propuse dedicar cada comentario a un tema concreto, rehuyendo hacer algo parecido a una crónica de la totalidad de cada episodio. Y creo que hasta ahora he conseguido cumplirlo, porque siempre me ha sido posible encontrar algo que destacar.
Así que supongo que algo falla ( o quizás es que soy demasiado exigente) cuando una lo poco que recuerda como reseñable del capítulo es una escena que a lo sumo ha durado un minuto, pero que me ha parecido la mar de graciosa, aunque también tenga connotaciones machistas. Me refiero a la escena de Fe y su indisimulado interés por el cuerpo serrano de Francisco/Bosco. Pero ¡que caray!, pocos motivos de regocijo tiene la chica en esta casa infernal como para negarle aunque sea un poco de alegría para la vista. Porque lo que si tengo claro es que en esta actitud de Fe no hay nada de libidinoso, sinó algo parecido a curiosidad por un tema que aparentemente aún no ha tenido ocasión de vivir.
Y ya que ha salido el tema de Bosco, quizás haya algo más que comentar.
Parece que cuando tiene a alguien bajo su ala, para Francisca todo es poco. Igual que María, que en su momento fue mimada y a la que le fueron consentidos todos los caprichos, ahora es Bosco quien acapara toda su atención. Y ello a pesar de que no hace ni puñetero caso a las recomendaciones, pero que sorprendentemente no recibe de Francisca más que lo que parece cariño, además de tolerancia total a sus faltas y sin que ni siquiera llegue a ser reconvenido por ello. Al contrario, a la doña incluso parece que esta actitud rebelde le provoca regocijo. Y ello ante la mirada enfurruñada de Bernarda, que ve como sus planes se arruinan una y otra vez.
Pero aún así, casi da pena que este chico noble y sin doblez, que no parece dudar de nadie ni de sus intenciones, haya caído en las garras de alguien como Francisca. Porque si bien es verdad que, como todo el mundo, merece tener una oportunidad para vivir una vida mejor y que ahora realmente es feliz gozando de una libertad sin trabas, también lo es que al mismo tiempo y bajo la tutela de la doña, se va convirtiendo, aún sin ser consciente de que su actitud despierta rechazo, en alguien que está muy lejos de ser. Sólo espero que el estar con María, a la que considero una influencia positiva y a la que pienso que el chico no ve como nada más que alguien con quien se siente muy a gusto, haga que éste no pierda los valores que lleva intrínsecos. 

1 comentario:

  1. Mi animadversión hacia Francisca Montenegro me impide ser bastante imparcial con respecto a ella y sus actos. Cierto es que cuando falleció Tristán me dio mucha pena ver en lo que por un momento se convirtió, pero no me pasó inadvertido pensar que todo se debía no sólo al amor que le profesaba a su hijo, si no a todo lo que le hizo pasar y, también, a las últimas palabras que le dedicó.
    Con Bosco está pasando de nuevo lo que con María. La señora de la Casona está intentando moldearlo para convertirlo en lo que sus propios hijos rechazaron ser, alguien que lo tendrá todo mientras actue tal y como ella quiere. Alguien que se sentirá como un Montenegro si acepta seguir por el camino marcado por ella. Y, porqué negarlo, Bosco está siendo el bálsamo contra la soledad que ella necesitaba. Por tanto, lo único que veo es un egoismo sin limites en la Montenegro. Bosco como personaje promete muchisimo, si Aurora es el vivo retrato de su madre como tantas veces dicen, él parece ser más parecido a su padre. Cierto es que su carácter se debe especialmente a una vida muy dura al lado de un maltratador, pero tiene materia prima como para ser indómito como Aurora, pero un poco más reflexivo e igual de noble que ella. No sé como reaccionará cuando sepa que su nuevo protegido lleva en sus venas sangre de su adorado hijo y de la partera, porque aunque por Aurora siento un rechazo sin límites producto de su inquina hacia Pepa, con ella no ha tenido apenas relación.
    Espero que a través de María tenga contacto con sus hermano y entre los tres puedan alejarlo de la mala influencia de Francisca. Esta historia está por comenzar.

    Saludos.

    Alejandra.

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