Me pregunto si la lealtad de
Mauricio llega hasta el punto de ser capaz de actuar contra Mariana si se diera
el caso de que Francisca se lo ordenara. En su caso el dilema ha de ser
importante, porque es claro que lo que siente por la chica es mucho más que una
amistad forjada a través de compartir lugar de trabajo. Mauricio ha podido
comprobar por sí mismo el buen corazón de ésta y el aprecio que le ha demostrado,
a pesar de que en el pasado no se portó muy bien con su familia. Pero
Mariana, a través de los años, ha podido descubrir al otro Mauricio, el que se
esconde tras una fachada ruda, y éste ha aprendido a valorar esta amistad
desinteresada. Sin olvidar el agradecimiento por los desvelos de ella y Fe
cuando estuvo a punto de morir, así que es fácil entender que esté haciendo
todo lo posible para poner a salvo a Mariana antes de que Francisca decida
vengarse del desplante que, según ella, le ha hecho la chica.
No sé si es que Mauricio se hace
mayor, que se ha cansado de los actos injustificables de la doña y empieza a
cuestionarse su actitud, si se trata de aprecio sincero por Mariana, o unos
incipientes sentimientos que parecen conducirlo cada vez con más frecuencia al
lado de la pizpireta Fe. O acaso es la amalgama de todo ello, el caso es que el
capataz parece estarse mudando en otra persona, mucho más humana y cercana.
En realidad creo que, como dijo
un día Mariana, es un hombre al que ha faltado el cariño, pero al que la
cercanía de la doña no ha conseguido endurecer del todo el corazón. De hecho
hemos visto ocasionales momentos en los que ha demostrado que es capaz de
sentir y amar, especialmente en el caso de Efrén, el chico al que llegó a
querer como a un hijo.
La verdad es que me gustaría que
prosperase la que parece una posible relación con Fe. Creo que ella puede ser,
aparte de su compañera, quien le dé lo que creo que está deseando: sentirse
querido.
Porque creo que Mauricio, al
contrario que la doña, si es posible que tenga redención. No será fácil que la
gente olvide sus desmanes, pero creo que si pueden perdonárselo. Siempre que
sea capaz de demostrar que es digno de confianza, y de que realmente ha cambiado.
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