23 de julio de 2014

Y el día después

No ha hecho falta ni un día para que la normalidad volviese a instalarse en el Jaral. En realidad tampoco ha cambiado nada, salvo el estatus público de sus señores, que ahora pueden hacer vida normal de pareja sin estar en los mentideros. Algo que, por otra parte, creo que tampoco era un tema que les importara demasiado, ni a ellos ni a su familia. Pero recibir la bendición de los hombres les hará más libres y más fuertes, además de alejar muchas dudas. Entre ellas la posibilidad de intromisión de Francisca, que se ha tenido que dar con un canto en los dientes, ante el disimulado regocijo de Mauricio y, por descontado, de tod@s l@s espectadores. Afortunadamente parece que las cosas empiezan a torcerse para ésta, y aunque es difícil predecir si va a dejarlas tal como están, creo que va a tener muchas más dificultades para salirse con la suya.  
Por lo demás ni Martín ni María han podido hacerse a la idea de que sus vidas ya están unidas para siempre. Sin tiempo para ellos mismos, otra vez Aurora vuelve a ser el centro de atención. Y no voy a recriminarlo, porque en realidad, aparte del cariño que siente por ella, también es obligación de Martín velar por su hermana y procurar su felicidad. Y ahora también es el deber de María.
Por cierto, ahora me acabo de dar cuenta de algo de lo que ni siquiera se ha hecho mención, y que demuestra que hay temas que los guionistas pasan por alto. Y es que Martín y María serían primos en primer grado, y ello ni siquiera se ha planteado como un inconveniente para su matrimonio. También es cierto que su genealogía es tan compleja que ni de lejos comparten ni una gota de sangre, y que además probablemente Emilia y Tristán no llegaron nunca a ser legalmente hermanos, con lo que esto ya sería una justificación. Y quizás por ello nadie parece haberlo tenido en cuenta, como tantas otras cosas. Por ejemplo, que Martín haya podido casarse con otro nombre, lo mismo que en el pasado ordenarse sacerdote con esta misma situación. 
Ya sé que todo lo anterior es una tontería, pero tenía que decirlo. Aunque tampoco es que los capítulos den para mucho más (con alguna notable excepción como la de ayer).  
Bien, supongo que podría hablar de Conrado y Aurora, pero prefiero esperar a que se desarrollen los acontecimientos. Hacerlo ahora sería juzgarlos apresuradamente, porque hay muchos flecos en esta relación a tener en cuenta. El principal, la que parece predisposición de ambos a dejarse manipular, aunque parece que Aurora empieza a tener la mosca tras la oreja. Y ello sin que haya sucedido nada visible que le haga pensar que Alicia les utiliza, o de que haya atado cabos por algún motivo, sinó que supongo que es fruto de la reflexión y también de que, al fin, parece que ha decidido luchar por su amor.
Ah sí, otra cosa: Candela. A pesar de que sus minutos de gloria son escasos, me encanta el papel que ha asumido de segunda madre para Aurora. Creo que su ascendiente es importante para la chica, y que su papel de consejera y referente le es a ésta de gran ayuda. Aunque también para Martín y María.
Y ellos la corresponden en igual medida, queriéndola y siendo su auténtica familia. 

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