8 de julio de 2014

Los hermanos se encuentran

Es solo mi opinión, pero creo que una de las carencias de esta serie (aunque quizás suceda en todas) es que las diversas unidades no interactúan lo suficiente. Cada una se limita a desarrollar su trama en su espacio correspondiente, sólo con eventuales momentos de correspondencia entre ellas, lo que hace que la posibilidad de evitar que al final todo se acabe convirtiendo en una espiral de escenas que parecen un deja vû, con sólo algunos pequeños matices que las diferencian, sea remota. Y con ello provocando el aburrimiento de las/os espectadores.
Y el único acercamiento que suele existir, casi nunca es para algo bueno. Cosa que, por cierto, creo que es una de las principales carencias de la serie: la falta de oportunidades de ver también alegrías. ¡Sí hasta la que aportaba algo de frescura a la serie como es Fe, está viendo coartada su actitud!. 
También es verdad que lo primero parece entrar en contradicción con mi firme creencia de que nadie tiene derecho a interferir en la vida de los demás y que cada persona tiene derecho a su espacio, pero creo que también hay momentos para la distensión o para ver otras escenas que también forman parte de la realidad cotidiana y que no sean las que ya nos tienen habituados/as. Por ejemplo, no recuerdo que jamás hayamos visto a Martín recorriendo sus tierras y hablando con su gente, a Emilia y Alfonso ejerciendo de abuelos, y no sólo ocasionalmente y de pasada, a María preocupándose del trabajo de Martín o ayudándolo en esta labor,….o Francisca haciendo otra cosa que no sea conspirar para estropear la vida de los demás, incluido Bosco. Y ya no digo de Candela y Rosario, cuyo papel más bien parece de adorno. Por cierto que tampoco pretendo sugerir que se llegue al otro extremo como con los Mirañar, cuyas tramas son cada día más desquiciadas y surrealistas.  
Como he dicho muchas veces, no pretendo decirles a los guionistas como tienen que hacer su trabajo, pero pienso que la escena que ha sucedido hoy entre los hermanos es representativa de lo dicho anteriormente.
Bosco, hasta ahora, tenía parecía tener limitado su papel a estar encerrado en un espacio controlado y a relacionarse sólo con Francisca y Bernarda.  Además de mostrarse altivo y soberbio con el servicio y los que considera inferiores, aunque solo para agradar a la doña y no por su natural manera de ser. Pero la necesidad de algo más le ha llevado a dejar que Bernarda le influenciara para saltarse las normas. Y aunque nada le haga suponer que Aurora y Martín forman parte de una clase que la doña pueda considerar socialmente aceptable (cosa que sería cierta, de no ser quienes son para ella) la realidad es que se ha olvidado de todo recelo y no se ha necesitado mucho para que fluyera una inmediata simpatía entre ellos, en un ambiente distendido y alegre. Son jóvenes como él, cercanos y generosos. Y no es necesario que sientan que algo más los une, porque la empatía puede llegar con cualquier persona que reúna las mismas características.
Y ya tenemos dos tramas interactuando y una escena amable.  
Ahora solo falta ver si Francisca, quien por desgracia para todos interactúa siempre para mal, será capaz de romper también esto.
La verdad es que ya deseo que llegue el día en que se descubra que Bosco es hijo de Pepa y Tristán, y ver su cara. Aunque no menos va a ser la de Martín y Aurora cuando sepan de la existencia de este hermano. 

1 comentario:

  1. Este tipo de escenas dan brillo a la novela, más en una novela gris como es ésta en la mayoría de las tramas. A mi me gustó mucho cuando prepararon la escuela, se dieron muchas escenas de éstas, con diálogos distendidos y bonitos, pero de pronto se olvidan de un tema y parece como si nunca hubiera existido, porque ¿ dónde quedó la escuela ?
    Ahora, después de esta bonita escena entre hermanos, ¿cuánto habrá que esperar de malos rollos ? bufffff, solo de pensarlo ya me desanimo.

    DL

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