Es solo mi opinión, pero creo que una de las carencias de esta serie (aunque
quizás suceda en todas) es que las diversas unidades no interactúan lo
suficiente. Cada una se limita a desarrollar su trama en su espacio
correspondiente, sólo con eventuales momentos de correspondencia entre ellas,
lo que hace que la posibilidad de evitar que al final todo se acabe
convirtiendo en una espiral de escenas que parecen un deja vû, con sólo algunos
pequeños matices que las diferencian, sea remota. Y con ello provocando el aburrimiento de
las/os espectadores.
Y el único acercamiento que suele
existir, casi nunca es para algo bueno. Cosa que, por cierto, creo que es una
de las principales carencias de la serie: la falta de oportunidades de ver
también alegrías. ¡Sí hasta la que aportaba algo de frescura a la
serie como es Fe, está viendo coartada su actitud!.
También es verdad que lo primero parece
entrar en contradicción con mi firme creencia de que nadie tiene derecho a
interferir en la vida de los demás y que cada persona tiene derecho a su
espacio, pero creo que también hay momentos para la distensión o para ver otras
escenas que también forman parte de la realidad cotidiana y que no sean las que
ya nos tienen habituados/as. Por ejemplo, no recuerdo que jamás hayamos visto a
Martín recorriendo sus tierras y hablando con su gente, a Emilia y Alfonso
ejerciendo de abuelos, y no sólo ocasionalmente y de pasada, a María
preocupándose del trabajo de Martín o ayudándolo en esta labor,….o Francisca
haciendo otra cosa que no sea conspirar para estropear la vida de los demás,
incluido Bosco. Y ya no digo de Candela y Rosario, cuyo papel más bien parece de
adorno. Por cierto que tampoco pretendo sugerir que se llegue al otro extremo
como con los Mirañar, cuyas tramas son cada día más desquiciadas y
surrealistas.
Como he dicho muchas veces, no pretendo decirles a los guionistas como tienen que hacer su trabajo, pero pienso que la escena que ha sucedido
hoy entre los hermanos es representativa de lo dicho anteriormente.
Bosco, hasta ahora, tenía parecía tener limitado su papel a estar encerrado en un espacio controlado y a relacionarse sólo
con Francisca y Bernarda. Además de
mostrarse altivo y soberbio con el servicio y los que considera inferiores, aunque
solo para agradar a la doña y no por su natural manera de ser. Pero la necesidad de algo más le ha llevado a dejar que Bernarda le influenciara para saltarse las normas. Y aunque nada
le haga suponer que Aurora y Martín forman parte de una clase que la doña pueda
considerar socialmente aceptable (cosa que sería cierta, de no ser quienes son
para ella) la realidad es que se ha olvidado de todo recelo y no se ha necesitado mucho para que fluyera
una inmediata simpatía entre ellos, en un ambiente distendido y alegre. Son
jóvenes como él, cercanos y generosos. Y no es necesario que sientan que algo
más los une, porque la empatía puede llegar con cualquier persona que reúna las
mismas características.
Y ya tenemos dos tramas
interactuando y una escena amable.
Ahora solo falta ver si Francisca,
quien por desgracia para todos interactúa siempre para mal, será capaz de
romper también esto.
La verdad es que ya deseo que
llegue el día en que se descubra que Bosco es hijo de Pepa y Tristán, y ver su cara. Aunque no menos va a ser la de Martín y Aurora cuando sepan de la existencia de este hermano.
Este tipo de escenas dan brillo a la novela, más en una novela gris como es ésta en la mayoría de las tramas. A mi me gustó mucho cuando prepararon la escuela, se dieron muchas escenas de éstas, con diálogos distendidos y bonitos, pero de pronto se olvidan de un tema y parece como si nunca hubiera existido, porque ¿ dónde quedó la escuela ?
ResponderEliminarAhora, después de esta bonita escena entre hermanos, ¿cuánto habrá que esperar de malos rollos ? bufffff, solo de pensarlo ya me desanimo.
DL