19 de julio de 2014

Una maniobra burda e inútil

No voy a  hacer como ella. No quiero estropear nada, y menos un  comentario sobre algo bonito como puede ser la boda de María y Martín. Porque Francisca no merece estar en el mismo plano, ni siquiera de refilón.
Es cierto que dicen que el mejor desprecio es no hacer aprecio. Pero si la razón me dice una cosa, el corazón me dicta otra, aún siempre teniendo en cuenta que es una ficción y que se puede antojar un sentimiento irracional. Más la serie y sus personajes son algo que ha estado en mi día a día durante más de dos años y casi ya tengo interiorizado, como si fueran algo casi real.
De hecho ha sido mucho más que una mera distracción, ya que me han permitido descubrir un montón de gente encantadora, forjar amistades y además hacerme aflorar la pasión por la escritura. Algo que siempre le tendré que agradecer a esta serie.
Pero no quería hablar de mí, sino de Francisca y sus manejos para impedir la unión de Martin y María. Aunque no voy a hablar de lo que además ha salido en los avances sobre Bosco, porque sería adelantar acontecimientos, pero ya adelanto que me parece demencial y que demuestra que esta mujer es capaz cada día de superarse en mezquindad. (Y los guionistas en inventarse tramas retorcidas)
Me centraré en lo más reciente. Realmente es hilarante que recurra a métodos tan burdos como raptar al sacerdote o profanar la iglesia, aparte de que no va a costar mucho que la gente se pregunte sobre la relación entre su oposición a la boda y unos hechos que pueden aplazarla (que no impedirla) y que no pueden atribuirse a la casualidad, a menos que uno sea muy indulgente o muy ingenuo. O que prefiera mirar hacia otro lado e ignorar la posibilidad de la autoría de la doña en los hechos.
Es cierto que a estas alturas, las posibilidades para ella de impedir esta unión son prácticamente inexistentes por los cauces normales. No puede intentar convencer a María, ni presionarla con nada, ni tiene ningún argumento, salvo el rencor alimentado de manera irracional hacia una persona, Pepa, que hace diecisiete años que desapareció pero que, de alguna manera, ella ve presente en los hijos de ésta. Aunque hay otra cosa irracional en este asunto. El que lleve lo de “si no estás conmigo, estas contra mi” a su expresión máxima. María la ha contradecido y por ello no puede perdonarla. No importa si con ello le puede provocar infelicidad o destrozarle la vida, porque su egoísmo es lo único que la mueve y lo único que le importa.
Afortunadamente no cuenta con la fuerza de la gente, y el cariño hacia una pareja a la que todo el mundo desea lo mejor. 

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