No voy a hacer como ella. No quiero estropear nada, y
menos un comentario sobre algo bonito
como puede ser la boda de María y Martín. Porque Francisca no merece estar en
el mismo plano, ni siquiera de refilón.
Es cierto que dicen que el mejor
desprecio es no hacer aprecio. Pero si la razón me dice una cosa, el corazón me
dicta otra, aún siempre teniendo en cuenta que es una ficción y que se puede
antojar un sentimiento irracional. Más la serie y sus personajes son algo que
ha estado en mi día a día durante más de dos años y casi ya tengo
interiorizado, como si fueran algo casi real.
De hecho ha sido mucho más que
una mera distracción, ya que me han permitido descubrir un montón de gente
encantadora, forjar amistades y además hacerme aflorar la pasión por la
escritura. Algo que siempre le tendré que agradecer a esta serie.
Pero no quería hablar de mí, sino
de Francisca y sus manejos para impedir la unión de Martin y María. Aunque no
voy a hablar de lo que además ha salido en los avances sobre Bosco, porque
sería adelantar acontecimientos, pero ya adelanto que me parece demencial y que
demuestra que esta mujer es capaz cada día de superarse en mezquindad. (Y los
guionistas en inventarse tramas retorcidas)
Me centraré en lo más reciente.
Realmente es hilarante que recurra a métodos tan burdos como raptar al
sacerdote o profanar la iglesia, aparte de que no va a costar mucho que la
gente se pregunte sobre la relación entre su oposición a la boda y unos hechos
que pueden aplazarla (que no impedirla) y que no pueden atribuirse a la
casualidad, a menos que uno sea muy indulgente o muy ingenuo. O que prefiera mirar
hacia otro lado e ignorar la posibilidad de la autoría de la doña en los hechos.
Es cierto que a estas alturas, las
posibilidades para ella de impedir esta unión son prácticamente inexistentes por
los cauces normales. No puede intentar convencer a María, ni presionarla con
nada, ni tiene ningún argumento, salvo el rencor alimentado de manera irracional
hacia una persona, Pepa, que hace diecisiete años que desapareció pero que, de
alguna manera, ella ve presente en los hijos de ésta. Aunque hay otra cosa
irracional en este asunto. El que lleve lo de “si no estás conmigo, estas
contra mi” a su expresión máxima. María la ha contradecido y por ello no puede
perdonarla. No importa si con ello le puede provocar infelicidad o destrozarle
la vida, porque su egoísmo es lo único que la mueve y lo único que le importa.
Afortunadamente no cuenta con la fuerza
de la gente, y el cariño hacia una pareja a la que todo el mundo desea lo
mejor.
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