1 de marzo de 2014

Momentos



Aun a riesgo de resultar monotemática, no puedo evitar volver a escribir sobre Martín. Inclinado sobre la cuna de Esperanza dándole su amor y sus cuidados, posando su mano sobre su cabecita o arrobado mirándola en los brazos de su madre. O ofreciendo tiernas caricias a María, con delicadeza y al mismo tiempo con unos sentimientos que se derraman en toda su intensidad, cuidándola con mimo y dedicación.
Y no puedo evitar volver a escribir sobre María. El amor con que acurruca en sus brazos a su hija, su instinto materno que pugna por proteger a ésta, la impotencia por no poder darle alimento, su  dolor por creerse poco adecuada para ello,....
Lo reconozco. Estas escenas me están llevando a un terreno que desconocía que existiera en mí y que consiguen tocarme la fibra,  aun siempre teniendo muy presente que lo que estoy viendo no es algo real. Pero si posible.  Momentos de gran intensidad que traspasan la pantalla y que llegan a mezclarse con los sentimientos que pretenden transmitir los personajes.
Y repito, estoy convencida que Jordi tiene un porcentaje elevado de responsabilidad en ello.
Aunque no sería justo si no tuviera en la misma consideración a a la otra parte, Loreto. Creo que con el tiempo han conseguido construir una pareja creíble y, con la ayuda de unos buenos guiones,  también una historia de amor preciosa que considero que ha logrado eclipsar las anteriores. Por descontado, sin que por mi parte ello pretenda ser una minusvaloración de éstas.
Lo cierto es que aunque ha pasado sólo un año y medio, parece que haya sido mucho más. A mi entender poco queda de aquel par de jóvenes que se encontraron un buen día en la plaza del pueblo y que desde el instante en que se cruzaron sus miradas, la llama del amor prendió en sus corazones. Y sin remisión. Pero ha pasado el tiempo y sus vidas han experimentado cambios radicales, han pasado por mil vicisitudes y sufrimientos, han conseguido que nos impacientáramos, que tuviéramos alguna vez ganas de tirar la toalla o que llegáramos a dudar de que su relación llegara un día a algún sitio. Aunque al final el amor ha triunfado.
Cierto es que aún pueden surgir contratiempos en el camino, pero creo que nada volverá a ser igual. Porque ahora su vínculo es aún más inquebrantable con el fruto de su amor en sus brazos.
Si , Esperanza ha de hacer honor a su nombre.

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