En
escritos anteriores ya he comentado lo que en mi opinión es el hecho de
que Martín y María hayan normalizado tanto su situación que ya casi
no se advierten diferencias con cualquier otra pareja estable. Y no voy a volver
sobre ello, sino a otros aspectos que considero han hecho evolucionar a estos
dos personajes.
Lo
cierto es que casi cuesta reconocerlos en el chico y la chica que se encontraron
hace casi dos años en la plaza del pueblo y se enamoraron a primera vista. Pero
no veo que su nuevo estatus sea necesariamente malo, más cuando las circunstancias
de ambos han hecho que se tuvieran que replantear todo lo que antes constituía
su mundo.
Todas/os
hemos sido testigos de los numerosos avatares que les han llevado a la
situación actual. Han tenido que hacer frente a los golpes de la vida y salir
adelante, hasta conseguir llegar a un punto en el que encontrarse y seguir el
camino, aunque ahora juntos. Y ninguno de los dos lo ha tenido fácil.
Quizás
el cambio más visible lo ha experimentado Martín, pero discrepo de los que
piensan que esto ha influido también en su manera de ser. No creo que el
espíritu contestatario haya desaparecido de él, sino que simplemente se ha
producido un vuelco en sus prioridades. El aspirante a sacerdote con ideas algo
avanzadas para una sociedad rural y tiranizada, es ahora un terrateniente con
una familia a su cargo y una hacienda que sacar adelante. No puede ser el mismo
que al principio, porque su situación es totalmente diferente. Pero la persona
sigue ahí y sus convicciones no tienen por qué haber cambiado. Lo único que han
experimentado cambios son sus responsabilidades, entre las que se incluye a una
hermana de la que hasta hace relativamente poco desconocía incluso la
existencia. Por ello tampoco veo nada censurable que ahora, en ausencia de
su padre, asuma el papel de hombre de la casa y hermano mayor. E intente
protegerla y evitar que sufra.
Entiendo
que ello también puede tener connotaciones machistas, pero las tendría desde la
óptica actual, no desde la de 1921, en la que el papel de los hombres era
dominante y las mujeres raramente disponían de libre albedrío, menos cuando aún
eran menores de edad como sucede con Aurora. Y aunque no es la mentalidad de
Martín, que ya sabemos piensa de manera muy avanzada a su tiempo, como he dicho
antes sólo está asumiendo el papel que se supone le corresponde.
Otro
tema es que además se considere que se está convirtiendo en un burgués
acomodaticio, a imagen y semejanza de los que detesta. Tampoco creo que sea
así, aunque sí es cierto que ahora es el señor de una hacienda importante, con
las prerrogativas que ello supone en cuanto a predicamento entre la gente del
vulgo. De las que, por cierto, también gozaba su padre. Pero, aparte de que
esta situación no tiene por qué tener connotaciones negativas considerando que
Martín no creo que haya perdido su esencia, pienso, como he dicho anteriormente,
que simplemente hace lo que le toca y que no tiene que renunciar por principios
a un legado que le dejó su madre, y su padre levantó con esfuerzo. Tampoco
puede eludir su responsabilidad, más cuando dependen de él su familia y la
gente que trabaja en la finca. Y ahora con más motivo, cuando además es padre.
María también
ha cambiado, aunque de otra manera. Ha madurado de manera ostensible, en especial desde que se ha convertido en madre. Cierto que su modo de vida sigue
siendo parecido al que ya llevaba, pero no su carácter, que ha experimentado un
cambio importante al verse enfrentada a la realidad y al haber sido capaz de romper los
lazos que la ataban a una vida que la oprimía. Y aunque siga llevando una existencia aparentemente ociosa, tampoco puedo censurarla. Al fin y al cabo ahora es una
de las señoras del Jaral, y aunque las otras trabajan tampoco veo que podría
hacer, aparte de su misión principal que ahora es cuidar de su hija.
Vale, quizás
me lo estoy tomando de manera muy pragmática, y por descontado no me gusta ni
comparto este rol de la mujer, pero estoy intentando ponerme en la piel de una de
ellas en 1921 y no es lo mismo que en la actualidad, en que el papel de madre y
esposa no está reñido con otras ocupaciones.
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