10 de marzo de 2014

Un padrazo

La imagen de Tristán empuñando una pistola ,dispuesto a todo para salvar la vida de su hijo, creo que ha sido una de las imágenes más impactantes de la serie y también algo que ha quedado impreso en mi retina.
Y ver a Martín aferrarse a la cesta donde descansa su hija, me ha traído esta misma sensación. La de un padre dispuesto a todo para librar a su pequeña de las garras de la muerte. Aunque no se trate sólo de esto. Esperanza es una niña deseada, que ha nacido del amor y que ha de ser la dicha de sus padres y de su familia, pero también representa lo que su mismo nombre indica , una expectativa de un futuro mejor en el que la felicidad haga parada y se quede, en el que por fin Martín y María puedan hacer realidad sus deseos y ver consolidado su amor. 
Reconozco que esta nueva faceta de Martín , la de padrazo , me encanta. Y creo que no puede reprochársele este instinto de sobreprotección que muestra , más cuando ahora su hija le necesita de verdad. Tiempo habrá para que suelte lastre , aunque creo que nunca dejará de ser el padre que vele por sus hijos. 
Pero hay algo más en todo esto que no puedo dejar de remarcar y es la imagen de los dos hijos de Pepa y Tristán luchando juntos, y el cariño y confianza mutua que se muestran. Ambos han pasado mucho tiempo separados de su familia, incluso desconociendo la existencia del otro, pero los lazos de sangre están por encima de todo y no necesitan más. Cierto que Martín , como hermano mayor y hombre de la casa, puede sentirse responsable de su hermana, una chica que por cierto le trae continuos sobresaltos , pero el cariño y la confianza que siente por ella siempre vence a todo lo demás. 
Aunque ahora tendrá aún más motivos para ello, si es que aún es posible. Porque Aurora ha tomado una decisión arriesgada,que a la postre ha sido la correcta. Ha salvado a Esperanza y esto es algo que no se olvida.  

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