24 de marzo de 2014

Cristianar a Esperanza

Aparte claro está de lo que es propiamente el leiv motiv de la serie, las historias de amor y desamor que se suceden en las calles y casas de este pueblo, hay algo en “El Secreto de PV” que considero muy interesante. Y es el hecho de que no se obvien temas que aún hoy son de actualidad, aunque adaptándolos al momento en el que transcurre la acción, y que además se incluyan referencias a acontecimientos y situaciones de aquellos tiempos convulsos. Lo que permite, de alguna manera, hacer inmersión en la historia y conocer algo más sobre cómo era la sociedad de aquel ya lejano 1921. También es verdad que esto que a mí me parece muy interesante es posible que no lo sea para los demás, ya que no olvido que básicamente la serie es un producto de entretenimiento y no un documental costumbrista, y como tal entiendo que estos recursos solo son accesorios, aunque a veces necesarios para entender una situación.
Uno de estos temas es el que hoy me lleva a escribir.
Aún recuerdo la reacción de mi padre, liberal para algunas cosas y muy tradicional para otras, cuando hace 27 años nació mi sobrino y sus padres decidieron no bautizarlo. Algo que volvió a suceder 6 años más tarde cuando vino al mundo su hermana. Una cosa que supongo que hoy es más corriente, entonces fue motivo de controversia. Y ya no digo en 1921, en unos años en los que la religión y el día a día estaban estrechamente ligados.
Todo esto viene a cuento después de ver la casi imperiosa necesidad de Martín y María de cristianar a su hija. Entiendo que los sentimientos religiosos estén arraigados en ambos, y que aunque no fuera así, también contaba lo que se suponía se tenía que hacer y nadie cuestionaba. Pero esto último tiene matices, especialmente cuando se daban circunstancias especiales, como que el recién nacido fuera fruto de una pareja no bendecida por la iglesia. Ahí entra la contradicción de la religión, que por un lado sancionaba la no administración de los sacramentos y por el otro impedía que estos se recibieran. Sin olvidar que en la práctica suponía estigmatizar al pequeño por una situación "anómala" de sus progenitores, al no cumplir éstos con la moral imperante o los cánones establecidos.
No soy creyente, pero tengo muy presente lo que significa para los que si lo son el hecho de que un niño no reciba este sacramento. Que el no bautizado no tiene derecho a los supuestos beneficios en la otra vida y a los que sí lo han sido pueden acceder. Así que puedo entender lo que acongoja a Martín, y no tanto la excusa de que con la bendición de su hija, ellos, de alguna manera, también ven sellada su unión. 
Pero esto ya es otro tema en el que no voy a incidir.
Y ya que hablo de religión católica, aprovecharé para dejar una reflexión de otro tema sobre el que me he preguntado a raíz del intento de suicidio de Bernarda. ¿Por qué un asesino, aunque recibiera la absolución antes de morir, podía ser enterrado en suelo supuestamente sagrado, y una persona que haciendo uso de su libertad individual decidía acabar con su vida, tenía que recibir sepultura extramuros y estaba supuestamente condenado al fuego eterno? 
Sin comentarios…………..

No hay comentarios:

Publicar un comentario