Aparte claro está de lo que es
propiamente el leiv motiv de la serie, las historias de amor y desamor que se suceden
en las calles y casas de este pueblo, hay algo en “El Secreto de PV” que
considero muy interesante. Y es el hecho de que no se obvien temas que aún hoy
son de actualidad, aunque adaptándolos al momento en el que transcurre la
acción, y que además se incluyan referencias a acontecimientos y situaciones de
aquellos tiempos convulsos. Lo que permite, de alguna manera, hacer inmersión
en la historia y conocer algo más sobre cómo era la sociedad de aquel ya lejano
1921. También es verdad que esto que a mí me parece muy interesante es posible
que no lo sea para los demás, ya que no olvido que básicamente la serie es
un producto de entretenimiento y no un documental costumbrista, y como tal entiendo que estos recursos solo son
accesorios, aunque a veces necesarios para entender una situación.
Uno de estos temas es el que hoy
me lleva a escribir.
Aún recuerdo la reacción de mi
padre, liberal para algunas cosas y muy tradicional para otras, cuando hace 27
años nació mi sobrino y sus padres decidieron no bautizarlo. Algo que volvió a suceder 6 años más tarde cuando vino al mundo su hermana. Una cosa que supongo
que hoy es más corriente, entonces fue motivo de controversia. Y ya no digo en
1921, en unos años en los que la religión y el día a día estaban estrechamente
ligados.
Todo esto viene a cuento después
de ver la casi imperiosa necesidad de Martín y María de cristianar a su hija.
Entiendo que los sentimientos religiosos estén arraigados en ambos, y que
aunque no fuera así, también contaba lo que se suponía se tenía que hacer y
nadie cuestionaba. Pero esto último tiene matices, especialmente cuando se daban
circunstancias especiales, como que el recién nacido fuera fruto de una pareja
no bendecida por la iglesia. Ahí entra la contradicción de la religión, que por
un lado sancionaba la no administración de los sacramentos y por el otro
impedía que estos se recibieran. Sin olvidar que en la práctica suponía estigmatizar al pequeño por una situación "anómala" de sus progenitores, al no cumplir éstos con la moral imperante o los cánones establecidos.
No soy creyente, pero tengo muy presente lo que significa para los que si lo son el hecho de que un niño no reciba este sacramento. Que el no bautizado
no tiene derecho a los supuestos beneficios en la otra vida y a los que sí lo
han sido pueden acceder. Así que puedo entender lo que acongoja a Martín, y no
tanto la excusa de que con la bendición de su hija, ellos, de alguna manera,
también ven sellada su unión.
Pero esto ya es otro tema en el que no voy a incidir.
Pero esto ya es otro tema en el que no voy a incidir.
Y ya que hablo de religión
católica, aprovecharé para dejar una reflexión de otro tema sobre el que me he
preguntado a raíz del intento de suicidio de Bernarda. ¿Por qué un asesino,
aunque recibiera la absolución antes de morir, podía ser enterrado en suelo
supuestamente sagrado, y una persona que haciendo uso de su libertad individual
decidía acabar con su vida, tenía que recibir sepultura extramuros y estaba supuestamente condenado al fuego eterno?
Sin
comentarios…………..
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