9 de marzo de 2014

La fuerza del amor

¿Puede la prisión cambiar a una persona? Quizás con la privación de libertad llegue a suceder, pero de qué manera ya es otro tema.
En realidad ha pasado un corto espacio de tiempo desde que Conrado fue encarcelado y por lo tanto si algo ha cambiado en su carácter no puede ser debido a ello. Sin embargo pienso que sí que se ha producido una cierta transformación en él, aunque quizás esta sensación venga dada por su cambio de actitud y su rendición a sus sentimientos.
Es verdad que sigue siendo alguien con una personalidad muy marcada, seguro de sí mismo y con una férrea determinación. Alguien que además, y si me dejara llevar por los tópicos, diría que es un hombre en toda la acepción de la palabra, varonil y aguerrido, que no se deja avasallar y que marca su territorio, aunque a veces ello le lleve a parecer arrogante. También es cierto que el hecho de que hable poco de sí mismo o que esquive preguntas indiscretas puede dar como resultado el hecho de levantar suspicacias y alimentar una reputación que no se corresponde con la realidad. Pero algo que tengo muy claro también para mí, y que es una de las señas de identidad de Conrado, es el hecho de que hace uso de su derecho a defender su intimidad y a trasladar confidencias o explicaciones a quien considere oportuno o se haya ganado su confianza. Y que nadie tendría que ser juzgado solamente por las apariencias y, en consecuencia ,olvidándose de sus actos.
Conrado ha demostrado que no vive al margen de la sociedad y que es capaz de solidarizarse con quien le necesita, sin buscar contrapartidas, demostrando que no es ajeno a la sensibilidad y que alberga sentimientos. Y que cuando da algo lo hace sin cortapisas. Lo hemos visto con Isidro, al que suele anteponer siempre a sus propias cuitas y al que realmente siente como un amigo de verdad. Pero especialmente la que ha hecho aflorar al Conrado que la mayoría de la gente desconoce, ha sido Aurora, aunque quizás sería más correcto decir que ha sido la fuerza del amor, sentimiento que finalmente ha dejado que fluyera y llenara este espacio al que voluntariamente había renunciado.
Y es este amor el que lo ha de salvar de los primeros síntomas de desesperanza que ya muestra y el que le ha de dar nuevos bríos para luchar. Sólo las ansias de estrechar entre sus brazos a la mujer que ocupa su corazón, y sentir su calor, pueden ayudarle a salir a flote e impedir que el pasado le venza. Un pasado que, por alguna razón, es un lastre y que le hace considerarse culpable y merecedor de castigo. 

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