30 de marzo de 2014

Libres para amarse

Se dice que  guiarse por las primeras impresiones puede llevar a conclusiones erróneas y en el caso de Conrado esta afirmación se ha manifestado particularmente acertada. Porque a medida que vamos conociendo a este personaje, se descubre que nada tiene que ver con la persona arrogante y hosca que parecía al principio, y que su voluntad de alejarse de la gente tiene una explicación más que razonable. Una culpabilidad, que a la postre se ha demostrado que no tenía razón de ser, consiguió que se hundiera en la amargura y se refugiara en la soledad, rechazando cualquier intento de acercamiento por parte de nadie. Pero creo que no por el temor a que se descubriera su supuesto crimen, sino por no sentirse digno de volver a sentir el calor humano después de supuestamente haber arrebatado tantas vidas.
Sólo Isidro y Aurora consiguieron atravesar este muro que había interpuesto entre él y el mundo y descubrir al hombre que se parapetaba detrás, el que ahora paulatinamente va saliendo a la luz. Y si solo teníamos atisbos de éste que ya dejaban entrever que no era quien pretendía que creyeran todos, ahora sabemos que en Conrado hay una persona con un gran corazón y humanidad. Y también que es un hombre sin medias tintas, que cuando da algo lo hace en su totalidad. Su amistad con Isidro es una muestra palpable de ello, pero especialmente el amor por Aurora que ya anida en él y que ya no puede (ni quiere) mantener embridado.
Y creo que también es un hombre apasionado. Pero, antes por su miedo a hacerle daño a Aurora y después porque la cárcel ha mantenido encorsetada esta relación, poco hemos podido ver de esto, excepto algún beso rápido y alguna palabra de cariño. Intento entender que una celda no es el lugar propicio y que además es posible que estuviera vedado un acercamiento más allá de lo dicho anteriormente, aunque también admito que me parecía raro que se mantuvieran alejados físicamente, cuando es evidente que se desean. Pero esto ha de cambiar. Conrado ha recuperado su libertad y la tranquilidad de saberse inocente, y ello tendría que permitir que sus sentimientos también volaran libres al encuentro de la chica que le ha robado el corazón.
Atrás quedan los recelos, la intranquilidad ante unas pruebas definitivas que aun así no le libraban del escepticismo y de lo que él considera un pulso ante los poderosos, todas sus dudas.. Pero la obstinación, la voluntad de Aurora de sacarle de su encierro y ante todo su amor, han podido con todo.
Y ahora espero que veamos al auténtico Conrado. El luchador y el hombre enamorado. 

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