D. Pedro aún puede sorprender.
Cierto que la mayor parte del tiempo su personaje es de lo más
previsible y retrata muy bien a una parte de la clase dirigente que en el pasado, y aún en la actualidad y a pesar de estar expuestos al escrutinio pùblico, no
ha abandonado la sensación de impunidad. Y de la que con más frecuencia de la
deseada aún saltan noticias puntuales a las páginas de los periódicos. Personas
escogidas para la misión de servir a sus
conciudadanos, pero que con la única idea con la que comulgan es la de servirse
a sí mismos, haciendo uso de la prerrogativas de su cargo y de paso arrimàndose al poder.
En el caso de Pedro hemos visto muchas veces como esta
impunidad se traduce en meter mano en las arcas del ayuntamiento con fines
particulares o en hacer dejación de sus funciones sin ningún remordimiento o escrúpulo.
Pero, como decía al principio, a veces éste se reivindica en
situaciones en las que se puede vislumbrar a un dirigente aceptable. Dicen que
la experiencia es un grado y ocasionalmente incluso hace uso de ella.
Y no me voy a referir a su golpe de mano impidiendo que la doña se desplace, sino a la lucidez que ha mostrado con Lesmes sobre las verdaderas intenciones que han movido a éste para denunciar a Conrado. Cierto que es sorprendente que se lo reproche, más cuando se supone que el geòlogo es un presunto criminal buscado por la ley. Pero creo que, en el fondo, también el alcalde tiene sus dudas acerca de la veracidad de esta acusación.
¿Que pasó realmente en Villar del Apóstol? Es una incógnita que resta por despejar, pero que ha supuesto algo inesperado para quien ha desencadenado los hechos. Lesmes empieza a sumar negativos, primero de Aurora y ahora de D. Pedro, que ya está intuyendo el lado oscuro del médico.
Un diabólico doctor que es capaz de urdir junto con un interlocutor desconocido (del que en las pàginas de internet ya circula una supuesta identidad), un maquiavèlico plan con la que creo evidente intención de destrozar la vida de Aurora, sin que le detenga un inocente bebé . Y en realidad ya lo está consiguiendo, con la culpa que ya atenaza a la chica y los primeros indicios de que esta misma culpa ya empieza a ser considerada por otras personas.
Y no me voy a referir a su golpe de mano impidiendo que la doña se desplace, sino a la lucidez que ha mostrado con Lesmes sobre las verdaderas intenciones que han movido a éste para denunciar a Conrado. Cierto que es sorprendente que se lo reproche, más cuando se supone que el geòlogo es un presunto criminal buscado por la ley. Pero creo que, en el fondo, también el alcalde tiene sus dudas acerca de la veracidad de esta acusación.
¿Que pasó realmente en Villar del Apóstol? Es una incógnita que resta por despejar, pero que ha supuesto algo inesperado para quien ha desencadenado los hechos. Lesmes empieza a sumar negativos, primero de Aurora y ahora de D. Pedro, que ya está intuyendo el lado oscuro del médico.
Un diabólico doctor que es capaz de urdir junto con un interlocutor desconocido (del que en las pàginas de internet ya circula una supuesta identidad), un maquiavèlico plan con la que creo evidente intención de destrozar la vida de Aurora, sin que le detenga un inocente bebé . Y en realidad ya lo está consiguiendo, con la culpa que ya atenaza a la chica y los primeros indicios de que esta misma culpa ya empieza a ser considerada por otras personas.
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