25 de marzo de 2014

La maravillosa coincidencia del amor

De pronto la trama de Conrado y Aurora parece que está tomando carrerilla. Y no es que me parezca mal, sino todo lo contrario. Eso sí, siempre que no sea en detrimento de la de Martín y María, una bonita historia de amor que, aunque de alguna manera está cerrando un ciclo y consolidándose, considero que no ha escrito el final y que aún puede aportar muy buenos momentos. Además estoy convencida que las dos historias pueden convivir y desarrollarse sin ningún problema.
Pero ya he dicho en otras ocasiones que tengo puestas muchas expectativas en la relación de Conrado y Aurora, y que aunque ahora mismo los barrotes de la cárcel impiden que puedan amarse sin cortapisas, es patente que estos sentimientos están avanzando y creciendo en intensidad. Ya que Conrado puede estar preso, pero su corazón ha recobrado la libertad y ya no tiene miedo de dar rienda suelta a lo que siente. Como le ha dicho a Martín, lo que siente por Aurora es amor puro y sincero, que le desborda y que hace que ésta sea su mayor razón de vivir. Porque ella le da su amor y su compañía, pero también algo más: la esperanza.
No conocemos mucho del Conrado anterior a su llegada a PV, pero por lo poco que sabemos se puede deducir que detrás de su caparazón de hombre hosco y solitario habita un corazón que ansía, igual que casi todo el mundo, ser querido y querer. Y que ha recibido de Aurora, a pesar de la inexperiencia de ésta en estas lides, la lección más grande de amor que puede darse: la aceptación de como es, no como los otros pretenden que le conviene.
Aurora ha escogido y Conrado al final ha claudicado y se ha dejado impregnar de la maravillosa coincidencia del amor: la aceptación mutua, sin condicionamientos ni reservas. 
Aunque ahora para él lleve aparejado otro sentimiento: el temor a la pérdida o al sufrimiento, a no poder proteger a la mujer a la que ama. A sentir la impotencia, no del caballero andante, sino del hombre enamorado que no puede ofrecer la seguridad de sus brazos, y que ha de bregar con la sensación de que de alguna manera le está fallando. 

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