De pronto la trama de Conrado y Aurora parece que está tomando carrerilla. Y no es que me parezca mal, sino todo lo contrario. Eso
sí, siempre que no sea en detrimento de la de Martín y María, una bonita
historia de amor que, aunque de alguna manera está cerrando un ciclo y consolidándose,
considero que no ha escrito el final y que aún puede aportar muy buenos
momentos. Además estoy convencida que las dos historias pueden convivir y
desarrollarse sin ningún problema.
Pero ya he dicho en otras ocasiones
que tengo puestas muchas expectativas en la relación de Conrado y Aurora, y que
aunque ahora mismo los barrotes de la cárcel impiden que puedan amarse sin
cortapisas, es patente que estos sentimientos están avanzando y creciendo en intensidad. Ya que
Conrado puede estar preso, pero su corazón ha recobrado la libertad y ya no
tiene miedo de dar rienda suelta a lo que siente. Como le ha dicho a Martín, lo que siente por Aurora es amor puro y sincero, que le desborda y que hace que ésta
sea su mayor razón de vivir. Porque ella le da su amor y su compañía, pero también
algo más: la esperanza.
No conocemos mucho del Conrado
anterior a su llegada a PV, pero por lo poco que sabemos se puede deducir que detrás
de su caparazón de hombre hosco y solitario habita un corazón que ansía, igual
que casi todo el mundo, ser querido y querer. Y que ha recibido de Aurora, a
pesar de la inexperiencia de ésta en estas lides, la lección más grande de amor
que puede darse: la aceptación de como es, no como los otros pretenden que le
conviene.
Aurora ha escogido y Conrado al
final ha claudicado y se ha dejado impregnar de la maravillosa coincidencia del
amor: la aceptación mutua, sin condicionamientos ni reservas.
Aunque ahora para él lleve aparejado otro
sentimiento: el temor a la pérdida o al sufrimiento, a no poder proteger a la
mujer a la que ama. A sentir la impotencia, no del caballero andante, sino del
hombre enamorado que no puede ofrecer la seguridad de sus brazos, y que ha de bregar con la sensación de que de alguna manera le está fallando.
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