18 de marzo de 2014

Un largo adiós

Ha sido ver el canario y decirme que éste tenía las horas contadas. Bueno, quizás esta vez me equivoque, pero ¿no es previsible?
Pero no, no quería hablar de esto, si no de algo que no tiene nada que ver. O quizás si lo tiene (de previsible). Lo cierto es que la atracción entre Soledad y Simón es algo que creo que no podía ser de otra manera con la vuelta de Jonàs, y que todas/os presumíamos que iba a suceder.
Pero es algo que me parece que se ha llevado de manera apresurada, como si la ya anunciada marcha de Alejandra de la serie hubiera precipitado las tramas. Es sólo mi opinión, pero la verdad es que ni siquiera he podido encontrar el romanticismo en esta relación, entre otras cosas porque no consigo creérmela. Ya que es posible que Simón esté realmente enamorado, pero lo de Soledad me parece más bien que es como intentar revivir a Juan en la piel de otro hombre, que tiene la misma apariencia que éste pero no es él. Y esto no es justo, ni le veo mucho futuro. Simón es otra persona, con sus necesidades y sueños, y no se le puede pedir que viva la vida de otro. Cierto que amar es renunciar, pero por mucho que éste quiera a Soledad creo que nadie puede representar indefinidamente un papel que no le corresponde, aunque sea sólo para que los anhelos de la mujer a la que ama se vean cumplidos. ¿Y puede lograr que un día ésta olvide a Juan y vea en él a quien es realmente?
Por lo que respecta a Soledad, y aunque parece convencida que le ama, creo que sus palabras añaden serias dudas a ello. Ha dicho que sólo ha querido a dos hombres y no está muy segura que no sean el mismo. Con lo que encima se puede formular otra pregunta: su relación con Terence ¿en que estaba basada? 
La búsqueda de la felicidad es uno de los objetivos que una persona puede perseguir a lo largo de su vida, y que puede conseguir alcanzar. O no. Es cierto que Soledad no ha tenido mucha suerte en este propósito, pero parecía que con Terence había logrado la estabilidad, e incluso el amor. Sin embargo el pasado ha vuelto con fuerza, arrollando todas su convicciones y demostrando la fragilidad de sus sentimientos. 
Pero, como he dicho antes, Simón no es Juan. 

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