Aunque aún tuvieron que pasar más
de 30 años para que el día 19 de marzo se convirtiera oficialmente en el Día
del Padre, en 1921 y para Martín ya lo es cada día desde que su hija vino al mundo.
Preciosa la ternura y dedicación
que le muestra a Esperanza, así como la irrenunciable voluntad de convertirse
en un protector y amante padre. Tarea en la que, por descontado, también está
dispuesta María, como madre entregada.
Juntos viven una relación que, si
no fuera porque nunca ha dejado de sobrevolar la sombra de Fernando y que ahora
además vuelven a enconarse las habladurías de la gente sobre su “irregular”
situación, podría decirse que no dista mucho de la de cualquier pareja formalizada
y feliz. En realidad cuando consiguen olvidarse momentáneamente de todo ello,
incluso lo son, más ahora que su unión se ha reforzado con el fruto de su amor.
Pero la realidad siempre acaba imponiéndose.
Sin embargo ahora las cosas se
ven desde otro prisma. María ha dejado ya hace tiempo la inocencia de la
adolescencia para convertirse en toda una mujer que, a fuerza de sufrimientos,
ha madurado y es capaz de tomar las riendas de su vida. Aun cometiendo errores,
pero ¿quién no es susceptible de ello? , más teniendo en cuenta que en ella el
buen corazón está por encima de otros sentimientos.
Reconozco que el personaje de María
no deja de sorprenderme en esta nueva etapa. Férreamente decidida a dejar atrás
un pasado que sigue interponiéndose en su camino, no ha dudado en dar un paso
adelante con la persona que podría darle la respuesta: el abogado de Olmo. Aunque
no haya servido de nada, más que para constatar que Fernando no goza (o gozaba)
del aprecio de su familia, que nunca dejó de considerarle nada más que un
bastardo.
Pero éste aún sigue condicionando
sus vidas. Vivo o muerto (aunque me temo que sea lo primero y que no tardaremos
en volver a sufrirle también nosotras/os) aún representa el mayor obstáculo para
que Martín y María consigan ser plenamente felices.
Pero algún día llegará llegarán a ello. No me cabe la menor duda, aunque es posible que antes tengamos que volver a ver situaciones no deseadas.
Martin y Esperanza me encantan
ResponderEliminarLo cierto es que cada vez que Martín mira a su hija me derrito un poco más. Estas escenas me parecen preciosas
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