28 de marzo de 2014

Una justicia poco confiable

No me parece muy normal que quien haya de impartir justicia sea al mismo tiempo juez y parte, así que un juicio justo está de todo menos garantizado en el caso de Conrado. No sé si en aquellos tiempos estaba contemplada la posibilidad de recusar a alguien, pero estaría de lo más justificado, porque con esos antecedentes la sentencia parece ya dictada antes de que se celebre la vista. Y aunque pueda existir el beneficio de la duda y estuviera garantizada la neutralidad del juez, creo bastante arriesgado exponerse.
Pero, por lo que parece, y vista la impotencia con la que Conrado ha aceptado el tema, no debía haber muchas posibilidades de cambiar esto. (O quizás es simplemente un recurso de guión para añadir tensión a la trama). El caso es que cualquier esperanza se ha venido abajo para él y Aurora, más cuando también existe también la posibilidad de pena de muerte. De verdad que se me ha erizado el vello ante estas palabras y ver lo que han supuesto para la chica. Porque no dudo de su disposición a hacer lo mismo que intentó su padre con Martín. Morir luchando y con él.
Pero seguro que no será necesario.
Como también es seguro lo que el amor de Aurora ha supuesto para Conrado, aparte de abrir su corazón a unos sentimientos que posiblemente ya había descartado para siempre. Sin haber existido la chica, es muy posible que el destino del geòlogo hubiera sido muy diferente del que ahora se intuye para él. 
Porque otra vez Aurora ha demostrado la grandeza e intensidad de su amor y su intención de agotar hasta el último recurso para liberar a su amado, removiendo cielo y tierra para conseguirlo. Y ello le ha permitido también llegar a conclusiones que me parecen muy lógicas, además de demostrar de manera palpable que el dinero puede callar bocas y que el poder está por encima de la justicia cuando, como en este caso, lo evidente se pasó por alto. Que el máximo responsable se librara cargando las culpas a sus subordinados, sin más pruebas que su palabra para demostrarlo. 
Por suerte esta vez Lesmes ha acudido en su ayuda. Aunque, sin que ella lo sepa, sea algo envenenado. Pero quedémonos en que ello va a suponer la libertad de Conrado. 
O al menos así tendría que ser.  

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