8 de marzo de 2014

Pepa la partera

Admito que ocasionalmente comentarios que se vierten en las páginas de las redes sociales me sirven de inspiración para algunos de mis escritos. Porque aunque escribir no supone para mí ningún condicionante más que la necesidad de hacerlo por placer, no siempre me es fácil encontrar un hilo conductor para hablar de algo concreto, que además crea de alguna relevancia. Aunque esto también puede ser relativo y que lo que yo piense que la tiene, para los demás no sea así. Aún contando con el supuesto que puede tener puntos en común con las opiniones de algunos/as.
Sin embargo considero que hoy lo tengo fácil, coincidiendo con la celebración del día de la mujer.
No creo afirmar nada nuevo si digo que PV, aún sin desmerecer el protagonismo de algunos hombres, es básicamente una serie de mujeres, que tienen en común la lucha para hacerse un hueco por sí mismas. Incluida María, que es la que lo ha tenido supuestamente más fácil.
Aunque considero que lo que se está haciendo realmente con estos últimos capítulos es un homenaje a una mujer en particular: Pepa. No voy a entrar en el tema de que su espíritu esté conduciendo los pasos de su hija, aunque si por ello se entiende que de alguna manera los genes han influido para guiar los pasos de Aurora hacia una posible solución al problema de Esperanza, admito que algo hay de ello. Creo que la chica, en su búsqueda desesperada para curar a su sobrina y ante la impotencia por la nula efectividad de los métodos convencionales, ha buscado la respuesta en quien, a pesar de no haberla conocido, siempre ha sido su refugio: su madre. Una mujer excepcional que rompió moldes, no se dejó doblegar y luchó hasta el final. Que, sin apenas estudios, era mucho más inteligente y conocía más de la vida que muchas/os que se pretenden ilustrados.
Aurora tiene mucho de ella, así como Martín. El legado de la partera está asegurado.

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