31 de marzo de 2014

El vaso medio lleno

Soy muy consciente de que los temas de este blog casi son monotemáticos y que los hago girar básicamente en torno a unos determinados (pocos) personajes. Lo que no quiere decir que no valore al resto, sino que simplemente no consiguen despertarme el mismo interés. Y lamento que esto suceda, porque detrás hay magníficos actores que merecen la misma consideración que los primeros.
También es cierto que, exceptuando a los Mirañar y los Buendía que tienen sus propias tramas, las de los demás suelen ir ligadas a las de los protagonistas principales. Aunque no por ello son menos importantes y no justifica que no sean tenidos en cuenta por mi parte.
Pero hacer propósito de enmienda no es suficiente cuando considero que normalmente no hay mucho a que referirse. Y sé que con esta afirmación suscribo parte de las críticas a unas tramas que en los últimos días creo que han sufrido un parón importante o que han sido reiterativas y monótonas. Por no hablar de lo que se avecina, que coincido con muchas/os que parece una repetición de lo que ya se ha vivido con otros personajes.
No es mi proceder habitual dedicarme a poner en cuestión el trabajo de los guionistas, primero porque creo que hacen muy bien su trabajo y principalmente porque no puedo discutir un tema que no conozco. Pero como espectadora creo que si tengo derecho a opinar y decir que pienso que la serie ahora mismo va un poco a la deriva. Que, estoy segura , sabrán encauzar. 
Entiendo que los que escriben los guiones tienen que hacer su trabajo sin presiones y es evidente que no se puede contentar a todo el mundo, porque cada espectador/a puede tener sus preferencias y su personaje favorito/a. Y que para mantener la buena salud de la serie hay que crear expectativas y dar malos momentos para que después vengan de buenos. Pero compensado, porque lo cierto es que los primeros superan con creces a los últimos y, aunque no quiero ser agorera, creo que es tensar algo la cuerda. 
Aún así intento ser objetiva y, como dije ayer, ver el vaso medio lleno. Porque sigo pensando que la serie es muy buena y que aún puede deparar muy buenos momentos.

30 de marzo de 2014

Libres para amarse

Se dice que  guiarse por las primeras impresiones puede llevar a conclusiones erróneas y en el caso de Conrado esta afirmación se ha manifestado particularmente acertada. Porque a medida que vamos conociendo a este personaje, se descubre que nada tiene que ver con la persona arrogante y hosca que parecía al principio, y que su voluntad de alejarse de la gente tiene una explicación más que razonable. Una culpabilidad, que a la postre se ha demostrado que no tenía razón de ser, consiguió que se hundiera en la amargura y se refugiara en la soledad, rechazando cualquier intento de acercamiento por parte de nadie. Pero creo que no por el temor a que se descubriera su supuesto crimen, sino por no sentirse digno de volver a sentir el calor humano después de supuestamente haber arrebatado tantas vidas.
Sólo Isidro y Aurora consiguieron atravesar este muro que había interpuesto entre él y el mundo y descubrir al hombre que se parapetaba detrás, el que ahora paulatinamente va saliendo a la luz. Y si solo teníamos atisbos de éste que ya dejaban entrever que no era quien pretendía que creyeran todos, ahora sabemos que en Conrado hay una persona con un gran corazón y humanidad. Y también que es un hombre sin medias tintas, que cuando da algo lo hace en su totalidad. Su amistad con Isidro es una muestra palpable de ello, pero especialmente el amor por Aurora que ya anida en él y que ya no puede (ni quiere) mantener embridado.
Y creo que también es un hombre apasionado. Pero, antes por su miedo a hacerle daño a Aurora y después porque la cárcel ha mantenido encorsetada esta relación, poco hemos podido ver de esto, excepto algún beso rápido y alguna palabra de cariño. Intento entender que una celda no es el lugar propicio y que además es posible que estuviera vedado un acercamiento más allá de lo dicho anteriormente, aunque también admito que me parecía raro que se mantuvieran alejados físicamente, cuando es evidente que se desean. Pero esto ha de cambiar. Conrado ha recuperado su libertad y la tranquilidad de saberse inocente, y ello tendría que permitir que sus sentimientos también volaran libres al encuentro de la chica que le ha robado el corazón.
Atrás quedan los recelos, la intranquilidad ante unas pruebas definitivas que aun así no le libraban del escepticismo y de lo que él considera un pulso ante los poderosos, todas sus dudas.. Pero la obstinación, la voluntad de Aurora de sacarle de su encierro y ante todo su amor, han podido con todo.
Y ahora espero que veamos al auténtico Conrado. El luchador y el hombre enamorado. 

29 de marzo de 2014

Martín y María

No sé si Francisca va a claudicar alguna vez y dar su guerra por perdida, pero el caso es que contra los sentimientos de los demás no se puede luchar. Cierto que dispone de mucho poder y dinero para conseguir sus propósitos, pero ante el amor verdadero nada de ello sirve, ni sus artimañas, ni la apelación a un cariño que a la postre se ha manifestado que para ella supone una contraprestación y no algo incondicional. Y no se puede pedir a una persona que quiera por agradecimiento o por conveniencia, porque que el corazón no funciona de esta manera.
Pero aunque haya sido derrotada, nunca ha sido capaz de admitirlo, ni siquiera preguntarse si estaba equivocada.
Lo que es evidente es que tanto con sus hijos como con María lo estaba. Ellos, con sus respectivas parejas, han conseguido ser felices, a pesar de todo. En el caso de los primeros, de manera efímera pero intensa. En el segundo igual de intenso, y además con posibilidades de futuro.
Porque aunque la relación de Martín y María ahora no depare grandes momentos, exceptuando los siempre preciosos con su hija, sigue siendo una gran historia de amor que durante meses ha sido el motor de la serie y cuya situación actual es por la que se ha clamado durante este tiempo. ¿A que se podía aspirar sino a que esta pareja consiguieran hacer realidad el deseo de estar juntos y felices, por encima de todo?
Así que sólo se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío, y he optado por lo primero, con la esperanza de que nos brinden la oportunidad de emocionarnos otra vez con ellos. Que no dudo, ha de llegar.
Sin embargo admito que ya no es lo mismo y que es posible que no vuelva a serlo, porque ahora son una pareja que ya no ha de llevar su amor en secreto y que han formado una familia y un hogar. Pero que aún siguen conservando, incluso aumentado, el amor dulce y tierno que son capaces de hacer visible en cada ocasión que se les presenta. Esto no ha cambiado, aunque si lo ha hecho el carácter de ambos y de ello que el de Martín ahora se acerque más al de un hombre con responsabilidades a sus espaldas y con cierto predicamento por su posición, que al del chico cuyo único destino era ayudar a sus semejantes. Aunque esto puede hacerlo de igual manera, incluso con más medios.
Pero quizás porque ya no es lo mismo, leo con cierta asiduidad comentarios de cómo esta pareja ha ido perdiendo interés y diluyéndose sus personajes. Es cierto que sus tramas desde hace algunas semanas son bastante planas, con algún momento ocasional de repunte, especialmente en la actitud de María, que es quien básicamente centra buena parte de las críticas por su apocamiento y poca sangre. Pero que está consiguiendo dejar atrás cada día un poco y así lo está demostrando. Y admito que ha habido momentos en que incluso he dudado de las intenciones de los guionistas con ellos, básicamente porque el progreso ha sido de lo más lento y largo.
Pero, como he dicho antes, están donde se porfió para que llegaran. 
Aunque siempre puede estropearse. Y más en este maldito pueblo. 

28 de marzo de 2014

Una justicia poco confiable

No me parece muy normal que quien haya de impartir justicia sea al mismo tiempo juez y parte, así que un juicio justo está de todo menos garantizado en el caso de Conrado. No sé si en aquellos tiempos estaba contemplada la posibilidad de recusar a alguien, pero estaría de lo más justificado, porque con esos antecedentes la sentencia parece ya dictada antes de que se celebre la vista. Y aunque pueda existir el beneficio de la duda y estuviera garantizada la neutralidad del juez, creo bastante arriesgado exponerse.
Pero, por lo que parece, y vista la impotencia con la que Conrado ha aceptado el tema, no debía haber muchas posibilidades de cambiar esto. (O quizás es simplemente un recurso de guión para añadir tensión a la trama). El caso es que cualquier esperanza se ha venido abajo para él y Aurora, más cuando también existe también la posibilidad de pena de muerte. De verdad que se me ha erizado el vello ante estas palabras y ver lo que han supuesto para la chica. Porque no dudo de su disposición a hacer lo mismo que intentó su padre con Martín. Morir luchando y con él.
Pero seguro que no será necesario.
Como también es seguro lo que el amor de Aurora ha supuesto para Conrado, aparte de abrir su corazón a unos sentimientos que posiblemente ya había descartado para siempre. Sin haber existido la chica, es muy posible que el destino del geòlogo hubiera sido muy diferente del que ahora se intuye para él. 
Porque otra vez Aurora ha demostrado la grandeza e intensidad de su amor y su intención de agotar hasta el último recurso para liberar a su amado, removiendo cielo y tierra para conseguirlo. Y ello le ha permitido también llegar a conclusiones que me parecen muy lógicas, además de demostrar de manera palpable que el dinero puede callar bocas y que el poder está por encima de la justicia cuando, como en este caso, lo evidente se pasó por alto. Que el máximo responsable se librara cargando las culpas a sus subordinados, sin más pruebas que su palabra para demostrarlo. 
Por suerte esta vez Lesmes ha acudido en su ayuda. Aunque, sin que ella lo sepa, sea algo envenenado. Pero quedémonos en que ello va a suponer la libertad de Conrado. 
O al menos así tendría que ser.  

¿ Una oportunidad para Francisca ?

Una segunda oportunidad.
Creo que es muy fácil decirlo, pero llevarlo a la práctica es bastante más complicado. A veces puede pesar más el pasado que la voluntad y uno no siempre es capaz de perdonar. Y si ello fuera posible, aún queda también el olvidar. Lo que lo hace más difícil de plantear. Aunque no imposible, si existe determinación por ambas partes y, por supuesto, la voluntad de tender puentes.
Pero también está la cuestión de la confianza y de si el sujeto destinatario es merecedor de esta oportunidad por parte del agraviado. Porque lo que no puede pretenderse es cambiar a una persona y solamente se puede contar con su palabra o promesa. Lo que no siempre es suficiente, ni existe la seguridad total del cumplimiento.
Ya hace días que me da la impresión que los guionistas tratan de darle a Francisca esta segunda oportunidad, dejando que se vea aflorar en ella su parte más vulnerable, aunque siempre de puertas adentro. Ya que el orgullo puede más que su sufrimiento y la necesidad evidente de cariño. 
¿Pero quién puede darle esta posibilidad de redención?
Porque si bien es cierto que no hace mucho Raimundo dijo que Francisca no nació malvada sino que el destino la hizo así, el caso es que esto no me parece una justificación para sus actos.
En PV hay varios ejemplos de personas con una vida dura, que han sufrido pérdidas dolorosas y han tenido que luchar para salir adelante, pero ninguna de ellas lo ha hecho arrollando a los demás como lo hace la doña. Mostrándose despiadada e intolerante y sometiendo a la gente a su tiranía, sin mostrar el más mínimo remordimiento. Y en el caso de que suceda esto último, comprando el alivio de su alma con generosos donativos a una iglesia que muestra una comprensión inusitada para  los ricos y no tanta para  la gente corriente. Tampoco cediendo nunca ni un palmo, convirtiendo siempre a los demás en los errados y esperando que su voluntad siempre sea la que se imponga. Llegando incluso a hacerse la mártir e incomprendida, cuando todo/as sabemos quién es realmente y cómo actúa velando siempre por sus propios intereses, algo muy legítimo sino fuera por la manera en que lo lleva a cabo.  
Con estas premisas, veo difícil que pueda existir otro tipo de vida para ella y que consiga cambiar el destino al que se encamina: el de estar sola y acabar sus días en esta situación.
Ni siquiera me da lástima. ¿Quién puede tenerla de alguien que pretende mostrar congoja por un hijo al que de manera consciente y sin escrúpulos hizo la vida imposible, hasta el punto de procurar la muerte de la mujer a la que éste amaba o de intentar acabar con la vida de su hija, y que no hay que olvidar que además dio cobertura a la que finalmente acabó asesinándolo? ¿Que no mostró nunca ni un atisbo de amor maternal por una hija que la necesitaba y a la que no supo proteger? ¿O que no ha sabido entender que el amor es más importante que el honor y que María no es un objeto en sus manos? ¿O que es capaz de trasladar su rencor a sus propios nietos? 
Dicen que todo el mundo tendría que tener derecho a una segunda oportunidad , pero considero que el lastre de Francisca es demasiado abultado para que pueda salir a flote. No veo redención posible y tampoco me creo que a estas alturas pueda cambiar. 
Los milagros no existen.  

27 de marzo de 2014

¿Último intento?

He de decirlo.
Tengo claro el poder de los caciques en la sociedad de 1921, pero me revienta que alguien como Francisca, que representa lo más rancio de la burguesía de la época y el retrato más fiel de la tiranía de la clase llamada pudiente, pueda disponer a su antojo de la vida y el futuro de las personas. Aunque es cierto que desgraciadamente el poder y la influencia del dinero tampoco es algo que haya perdido actualidad, y aún hoy salta periódicamente a las páginas de los periódicos.
De igual modo no me cuadra que encima tenga que merecer agradecimiento o que, de alguna manera, sea necesario buscar su aprobación para temas que no tendrían que trascender del ámbito familiar y no le atañen directamente. Aunque en realidad esta afirmación, y en este caso, tampoco sería correcta. Ya que sí se trata de su familia, aunque ella no la reconozca. Y, por supuesto, sin que esto tampoco dé prebendas para que, ni ella ni nadie, tengan derecho a entrometerse.   
Pero no quería hablar de Francisca sino de María.
No sé si reprobarla o justificarla. En realidad lo que le ha dicho a Martín tiene algo de razón y es al mismo tiempo sorprendente, porque da una dimensión más allá de lo que ha sido siempre la relación con su madrina. En este caso ha visto la practicidad y el hecho de que teniendo a Francisca de su lado podrían sacar beneficio para acallar las habladurías de la gente.
Aunque también hay la otra parte. Los sentimientos que aún le inspira la mujer que ha sido su referente prácticamente toda su vida y de la que no consigue desapegarse a pesar de los desencuentros continuos. Unido a la compasión que le produce la situación de ésta que, también hay que decirlo, Francisca se ha buscado voluntariamente por no ser capaz de dar su brazo a torcer.
Y si, María ha madurado, pero parece que aún conserva un halo de inocencia y la pierde su buen corazón. Muestra de ello es el desencuentro con Martín que ha provocado la decisión de invitar a su madrina al bautizo, aunque al menos esta vez no ha obrado por su cuenta y riesgo y se lo ha hecho saber antes de dar el paso. Y, como no podría ser de otra manera, Martín ha respondido en primera instancia como es lo lógico. Aunque él si es capaz de ceder para complacer a la mujer en torno a la que ahora gira su existencia.
Bueno, en torno a ésta y a su hija.  

Los motivos de Mariana

Puede que sea algo habitual, aunque no había reparado nunca en ello. Pero no pude evitar quedarme con un detalle y es que después de que Mariana sirviera la comida a Francisca ésta le diera las gracias.
Quizás sea solo algo inherente a unos modales que se muestran de manera inconsciente y no haya que buscarle más explicaciones, pero me hizo cavilar. Y llegué a la conclusión de que la doña valora a la chica más de lo que quisiera y admitiría nunca. Porque a pesar de todo, la lealtad de Mariana es incuestionable.
No hace mucho y en otro comentario, hablaba sobre algo que muchos seguidores/as de la serie se preguntan, y es por qué Mariana sigue anclada a La Casona, ahora que la excusa de su sobrina ya no existe. Y creo que hoy hemos tenido una respuesta por su parte.
Ha sido cuando menos sorprendente que Mariana hablara a favor de la doña y que incluso se mostrara preocupada por ella, aunque sin obviar los lógicos recelos. Y tiene motivos para ello, ya que años de convivencia y soportar sus malos modos le han permitido conocer a fondo a una mujer que nunca ha hecho nada sin una razón que la beneficie, y no hay nada que haga pensar que ahora la situación puede cambiar. O quizás si. 
Lo que es evidente para Mariana y para todos, es el hecho de que la doña se está quedando sola. Y aunque lo disfrace de compasión y agradecimiento, el verdadero motivo de los desvelos de ésta hacia Bernarda, es patente que encubren la necesidad de tener a alguien con quien compartir la existencia. 
Aún así y teniendo en cuenta que en Mariana suele mandar el corazón, aunque también la vida le ha dado un buen caudal de la sabiduría, no ha dejado de sorprenderme, e incluso de impacientarme, el hecho de que sus palabras, que aunque no creo que tuvieran exactamente más propósito que dar visibilidad a algo que es notorio para todos, parecieran en última instancia destinadas a hacer mella en María. (aunque es evidente que si eran la pretensión del guión). 
Y han conseguido su propósito, aún con la desaprobación de Martín. 
Pero hablaba de Mariana. 
Puede que siga en La Casona por seguridad económica, o por comodidad, o por la imposibilidad de encontrar otra ocupación (aunque ahora si existe esto, aunque no lo contempla). Pero creo que influyen también otros factores. Ha aprendido a manejar a la doña, y se ha ganado su lugar en la casa y la posibilidad de poder hablar sinceramente con su ama sin temer la consecuencias. Aunque especialmente lo que creo que la retiene es la compasión ante una mujer que no sabe administrar su sufrimiento y que es incapaz de pedir ayuda.Y que ha optado por vivirlo en soledad, alejando a todo el mundo de ella.  
Sabemos que Mariana siempre ha puesto a los demás antes que a ella misma, y ahora vuelve a hacerlo. 

26 de marzo de 2014

Se ciernen negros nubarrones

Veamos.
Alguien ahuyenta a los animales de los Buendía, provocando pérdidas en la granja y acechando a los chicos. Romualdo está desaparecido, pero muy presente en la mente de Conrado. Han atacado a una pareja de ancianos. Han robado en el palacete de los Mesía. Terence se siente observado y cree que le siguen. Alguien acecha a la familia Castro-Castañeda.
Sin olvidar que Jacinta ha vuelto a la carga con la ayuda de Lesmes, que Fulgencio se trae algo entre manos para perjudicar presuntamente a Francisca y que hay alguna incógnita tras las pecas de Martín y Aurora. Y es posible que aún se me olvide alguna otra cosa.
Lo reconozco, soy incapaz de ni siquiera conjeturar nada al respecto de las conexiones de todo esto. Porqué seguro que las hay.
Lo que sí es evidente es que la época de bonanza se está terminando y vuelven los días oscuros a PV. Y por lo que parece, pocos se van a librar de ello, y que lo que dije anteriormente de que Martín y María aún pueden vivir buenos momentos me lo voy a tener que tragar (al menos lo de buenos). Porque casi pondría la mano en el fuego que la "idem" de la foto es de Fernando. 
Quizás lo único que no sea necesario conjeturar es lo que están maquinando Jacinta y Lesmes, aunque tampoco es fácil entender su estrategia. Por de pronto ya han desmontado mi teoría de que éste va a intentar impedir que Conrado salga de la cárcel, porque parece que es todo lo contrario. Aunque sea para granjearse el eterno agradecimiento de Aurora (por supuesto, hasta que la chica conozca los verdaderos motivos que han movido al médico). A partir de ahí no veo por dónde pueden ir los derroteros de esta trama. 

25 de marzo de 2014

La maravillosa coincidencia del amor

De pronto la trama de Conrado y Aurora parece que está tomando carrerilla. Y no es que me parezca mal, sino todo lo contrario. Eso sí, siempre que no sea en detrimento de la de Martín y María, una bonita historia de amor que, aunque de alguna manera está cerrando un ciclo y consolidándose, considero que no ha escrito el final y que aún puede aportar muy buenos momentos. Además estoy convencida que las dos historias pueden convivir y desarrollarse sin ningún problema.
Pero ya he dicho en otras ocasiones que tengo puestas muchas expectativas en la relación de Conrado y Aurora, y que aunque ahora mismo los barrotes de la cárcel impiden que puedan amarse sin cortapisas, es patente que estos sentimientos están avanzando y creciendo en intensidad. Ya que Conrado puede estar preso, pero su corazón ha recobrado la libertad y ya no tiene miedo de dar rienda suelta a lo que siente. Como le ha dicho a Martín, lo que siente por Aurora es amor puro y sincero, que le desborda y que hace que ésta sea su mayor razón de vivir. Porque ella le da su amor y su compañía, pero también algo más: la esperanza.
No conocemos mucho del Conrado anterior a su llegada a PV, pero por lo poco que sabemos se puede deducir que detrás de su caparazón de hombre hosco y solitario habita un corazón que ansía, igual que casi todo el mundo, ser querido y querer. Y que ha recibido de Aurora, a pesar de la inexperiencia de ésta en estas lides, la lección más grande de amor que puede darse: la aceptación de como es, no como los otros pretenden que le conviene.
Aurora ha escogido y Conrado al final ha claudicado y se ha dejado impregnar de la maravillosa coincidencia del amor: la aceptación mutua, sin condicionamientos ni reservas. 
Aunque ahora para él lleve aparejado otro sentimiento: el temor a la pérdida o al sufrimiento, a no poder proteger a la mujer a la que ama. A sentir la impotencia, no del caballero andante, sino del hombre enamorado que no puede ofrecer la seguridad de sus brazos, y que ha de bregar con la sensación de que de alguna manera le está fallando. 

Sobre Rubèn

Creo que es una tarea casi imposible leer todo lo que se escribe sobre la serie, y las opiniones a favor o en contra de las tramas y los actores. Por lo que hablar de algo que se desconoce es cuando menos arriesgado, y con el consiguiente peligro de caer en una injusticia o en lo que tanto se llega a denostar en Dolores: un cotilleo malintencionado.
Hace ya tiempo decidí que éste no era mi estilo y dejar de lado todo ello, a pesar de que, lo reconozco, a veces tengo que contenerme para no ceder a la tentación de dar mi opinión sobre lo que considero que no es justo. Hoy saltándome esta norma, voy a dejar que hablen mis impulsos, ya que he leído de segundas fuentes que hay quien considera un problema que Rubén Serrano sea catalán. Ya hablé en otra ocasión de este tema, porque aparte del mencionado, casi la mitad de los actores de la serie comparten con él esta característica, incluidos casi todos los personajes principales.
Tengo que decirlo. Remarcando que no he leído directamente ningún comentario de este tipo y no sé hasta qué punto es fiable o no esta fuente, además que darle credibilidad puede ser magnificar un tema que no la tiene, creo que sería de una mezquindad total etiquetar a los actores según sea su lugar de origen, y no según su profesionalidad y buen hacer. Y, estoy convencida, que sólo es algo aislado y por ello no es necesario hacer sangre de ello.
Y sí, soy catalana y me honro con ello, aunque ante todo me considero ciudadana del mundo. Y ahora podría ponerme a hacer apología de lo que es ser catalana y de lo que supone tener que soportar las pullas sobre ello. Pero en este caso también volvería a ser injusta, porque sé que la inmensa mayoría de la gente no piensa como esta minoría intolerante. 

24 de marzo de 2014

El nuevo rol de Martín

En escritos anteriores ya he comentado lo que en mi opinión es el hecho de que Martín y María hayan normalizado tanto su situación que ya casi no se advierten diferencias con cualquier otra pareja estable. Y no voy a volver sobre ello, sino a otros aspectos que considero han hecho evolucionar a estos dos personajes.
Lo cierto es que casi cuesta reconocerlos en el chico y la chica que se encontraron hace casi dos años en la plaza del pueblo y se enamoraron a primera vista. Pero no veo que su nuevo estatus sea necesariamente malo, más cuando las circunstancias de ambos han hecho que se tuvieran que replantear todo lo que antes constituía su mundo.
Todas/os hemos sido testigos de los numerosos avatares que les han llevado a la situación actual. Han tenido que hacer frente a los golpes de la vida y salir adelante, hasta conseguir llegar a un punto en el que encontrarse y seguir el camino, aunque ahora juntos. Y ninguno de los dos lo ha tenido fácil.
Quizás el cambio más visible lo ha experimentado Martín, pero discrepo de los que piensan que esto ha influido también en su manera de ser. No creo que el espíritu contestatario haya desaparecido de él, sino que simplemente se ha producido un vuelco en sus prioridades. El aspirante a sacerdote con ideas algo avanzadas para una sociedad rural y tiranizada, es ahora un terrateniente con una familia a su cargo y una hacienda que sacar adelante. No puede ser el mismo que al principio, porque su situación es totalmente diferente. Pero la persona sigue ahí y sus convicciones no tienen por qué haber cambiado. Lo único que han experimentado cambios son sus responsabilidades, entre las que se incluye a una hermana de la que hasta hace relativamente poco desconocía incluso la existencia. Por ello tampoco veo nada censurable que ahora, en ausencia de su padre, asuma el papel de hombre de la casa y hermano mayor. E intente protegerla y evitar que sufra.
Entiendo que ello también puede tener connotaciones machistas, pero las tendría desde la óptica actual, no desde la de 1921, en la que el papel de los hombres era dominante y las mujeres raramente disponían de libre albedrío, menos cuando aún eran menores de edad como sucede con Aurora. Y aunque no es la mentalidad de Martín, que ya sabemos piensa de manera muy avanzada a su tiempo, como he dicho antes sólo está asumiendo el papel que se supone le corresponde.
Otro tema es que además se considere que se está convirtiendo en un burgués acomodaticio, a imagen y semejanza de los que detesta. Tampoco creo que sea así, aunque sí es cierto que ahora es el señor de una hacienda importante, con las prerrogativas que ello supone en cuanto a predicamento entre la gente del vulgo. De las que, por cierto, también gozaba su padre. Pero, aparte de que esta situación no tiene por qué tener connotaciones negativas considerando que Martín no creo que haya perdido su esencia, pienso, como he dicho anteriormente, que simplemente hace lo que le toca y que no tiene que renunciar por principios a un legado que le dejó su madre, y su padre levantó con esfuerzo. Tampoco puede eludir su responsabilidad, más cuando dependen de él su familia y la gente que trabaja en la finca. Y ahora con más motivo, cuando además es padre.
María también ha cambiado, aunque de otra manera. Ha madurado de manera ostensible, en especial desde que se ha convertido en madre. Cierto que su modo de vida sigue siendo parecido al que ya llevaba, pero no su carácter, que ha experimentado un cambio importante al verse enfrentada a la realidad y al haber sido capaz de romper los lazos que la ataban a una vida que la oprimía. Y aunque siga llevando una existencia aparentemente ociosa, tampoco puedo censurarla. Al fin y al cabo ahora es una de las señoras del Jaral, y aunque las otras trabajan tampoco veo que podría hacer, aparte de su misión principal que ahora es cuidar de su hija.
Vale, quizás me lo estoy tomando de manera muy pragmática, y por descontado no me gusta ni comparto este rol de la mujer, pero estoy intentando ponerme en la piel de una de ellas en 1921 y no es lo mismo que en la actualidad, en que el papel de madre y esposa no está reñido con otras ocupaciones.

Cristianar a Esperanza

Aparte claro está de lo que es propiamente el leiv motiv de la serie, las historias de amor y desamor que se suceden en las calles y casas de este pueblo, hay algo en “El Secreto de PV” que considero muy interesante. Y es el hecho de que no se obvien temas que aún hoy son de actualidad, aunque adaptándolos al momento en el que transcurre la acción, y que además se incluyan referencias a acontecimientos y situaciones de aquellos tiempos convulsos. Lo que permite, de alguna manera, hacer inmersión en la historia y conocer algo más sobre cómo era la sociedad de aquel ya lejano 1921. También es verdad que esto que a mí me parece muy interesante es posible que no lo sea para los demás, ya que no olvido que básicamente la serie es un producto de entretenimiento y no un documental costumbrista, y como tal entiendo que estos recursos solo son accesorios, aunque a veces necesarios para entender una situación.
Uno de estos temas es el que hoy me lleva a escribir.
Aún recuerdo la reacción de mi padre, liberal para algunas cosas y muy tradicional para otras, cuando hace 27 años nació mi sobrino y sus padres decidieron no bautizarlo. Algo que volvió a suceder 6 años más tarde cuando vino al mundo su hermana. Una cosa que supongo que hoy es más corriente, entonces fue motivo de controversia. Y ya no digo en 1921, en unos años en los que la religión y el día a día estaban estrechamente ligados.
Todo esto viene a cuento después de ver la casi imperiosa necesidad de Martín y María de cristianar a su hija. Entiendo que los sentimientos religiosos estén arraigados en ambos, y que aunque no fuera así, también contaba lo que se suponía se tenía que hacer y nadie cuestionaba. Pero esto último tiene matices, especialmente cuando se daban circunstancias especiales, como que el recién nacido fuera fruto de una pareja no bendecida por la iglesia. Ahí entra la contradicción de la religión, que por un lado sancionaba la no administración de los sacramentos y por el otro impedía que estos se recibieran. Sin olvidar que en la práctica suponía estigmatizar al pequeño por una situación "anómala" de sus progenitores, al no cumplir éstos con la moral imperante o los cánones establecidos.
No soy creyente, pero tengo muy presente lo que significa para los que si lo son el hecho de que un niño no reciba este sacramento. Que el no bautizado no tiene derecho a los supuestos beneficios en la otra vida y a los que sí lo han sido pueden acceder. Así que puedo entender lo que acongoja a Martín, y no tanto la excusa de que con la bendición de su hija, ellos, de alguna manera, también ven sellada su unión. 
Pero esto ya es otro tema en el que no voy a incidir.
Y ya que hablo de religión católica, aprovecharé para dejar una reflexión de otro tema sobre el que me he preguntado a raíz del intento de suicidio de Bernarda. ¿Por qué un asesino, aunque recibiera la absolución antes de morir, podía ser enterrado en suelo supuestamente sagrado, y una persona que haciendo uso de su libertad individual decidía acabar con su vida, tenía que recibir sepultura extramuros y estaba supuestamente condenado al fuego eterno? 
Sin comentarios…………..

22 de marzo de 2014

La atracción de dos polos opuestos

Siguiendo la estela de comentarios recientes y especialmente del notable cambio que ha experimentado la pareja Conrado y Aurora, me he decidido a intentar hacer una reflexión del porqué esta relación despierta tantas expectativas.
Es una obviedad decir que cada persona es única y especial. Así que afirmar que los componentes de esta pareja tienen rasgos distintivos propios, no es decir nada que no sea manifiesto y notorio. Y por esto mismo discrepo de quienes piensan que podrían tener similitudes con los personajes de Pepa y Tristán. Yo no lo creo así, porque Conrado y Aurora tienen una propia y marcada personalidad por separado, y juntos hacen una pareja de todo menos convencional, ni comparable con ninguna otra. 
Por descontado no pretendo de ninguna manera ningunear a los primeros, ni dejar de lado a la pareja de Martín y María, que han conseguido poner a PV como un referente entre las series. Tampoco voy a negar mi debilidad por éstos y mi deseo de que sigan siendo los protagonistas de una historia de amor que parece que empieza a tener posibilidades de futuro.
Pero centrándome en Aurora y Conrado.
Aunque no siempre puede parecer creíble que una chica de diecisiete años consiga salir airosa de situaciones que por su edad tendrían que sobrepasarla, lo cierto es que ya es toda una mujer, madura, fuerte, independiente y que sabe cuidar de sí misma. Que no calla lo que le dicta su corazón, no esconde sus sentimientos y comparte sus cuitas con sus seres queridos. Y aunque se deja aconsejar, al final acaba actuando siguiendo su intuición y a impulsos de lo que considera que debe hacer a cada momento, sin importarle las consecuencias, ni rindiéndose fácilmente. Educada en un colegio elitista, y destinada a ser una señorita al estilo tradicional, no ha tomado de ello más que sus ansias de saber y una amplia cultura que, por ejemplo, le permite recitar a los clásicos o conocer varios idiomas, pero que no le impide arremangarse para trabajar.  Lo que la convierte en una chica atípica y con una mentalidad muy avanzada a su tiempo.
Conrado tampoco se queda atrás. Es un hombre íntegro, inteligente, cultivado y con un carácter fuerte e independiente. También arrojado y que siempre va de cara, sin amilanarse, ni rehuir el enfrentamiento ni la defensa a ultranza de sus convicciones. Pero que a pesar de ser de natural generoso y solidario, no gusta que invadan su espacio y es celoso de su intimidad. Lo que en consecuencia le convierte en una persona solitaria, hosca y con pocos amigos de verdad, sólo los que son capaces de verle como es realmente. Y si bien algunos rasgos de la primera parte no lo diferencian tanto de otros hombres como Martín o Alfonso, lo segundo si lo hace, aunque esta vez en negativo. Sin embargo, cuando alguien consigue traspasar sus defensas, se encuentra con una persona muy distinta de la que permite que los demás crean. También es posible que hasta ahora hayan influido en su carácter los sentimientos de culpa por lo que ya sabemos del derrumbe de la presa y de lo que, estoy convencida, no tiene ninguna responsabilidad.
Dos caracteres tan potentes, una vez juntos tienden a constituir una mezcla explosiva, que si bien llena de matices que son comunes a las otras parejas, en ellos toman un cariz potente ya desde el principio. La sinceridad mutua, la confianza ciega en el otro,…También el sentido de igualdad entre hombres y mujeres que en Conrado hace situar a Aurora en su mismo plano y la importancia que tiene para él el bienestar y la felicidad de la chica,.... Pero especialmente el amor visto desde la madurez y experiencia de él frente al descubrimiento de sentimientos desconocidos para ella o el sentido de protección de Conrado hacia la que ya es “su” mujer frente a la inocente inconsciencia de la chica.
En definitiva, dos personas diferentes pero al mismo tiempo tan complementarias, que sólo puede existir un destino para ellos, como sucede con los polos opuestos: el de atraerse sin remedio. Y hacer que esto que ya va creciendo y madurando entre ellos, constituya el embrión de lo que puede suponer con el tiempo otra hermosa historia de amor.

21 de marzo de 2014

Dos parejas, dos realidades

No niego que me impacienta la lentitud de algunas tramas, pero ya casi es un signo distintivo de PV, y algo que es más fácil asumir cuando se trata de un producto en el que se siguen encontrando muchos puntos de interés.
De ahí que más de trescientos ochenta capítulos después del salto temporal y con unos índices de audiencia muy altos, un buen número de espectadores sigamos enganchados a la historia de Martín y María, una pareja que al fin ha conseguido llegar a donde deseaban: estar juntos y felices. Aunque aún no se puedan alzar las campanas al vuelo, ya que persisten obstáculos que pueden volver a hacer retroceder esta situación. Y miedo me da incluso el nombrarlo.
También es cierto que si sólo fuera por esta pareja, quizás ya habrían habido deserciones de espectadores, pero ahora hay otra, igual o más interesante, que creo que puede aportar muy buenos momentos: la de Aurora y Conrado.
El caso es que los primeros, una vez cumplido su anhelo de estar juntos y consolidada su relación con la llegada de su hija, han normalizado tanto su situación que diría que casi resultan aburridos. Y lo digo con todo el cariño y, por encima de todo, con mucha prevención. Porque nombrar esto casi equivale a pedir más tramas, y ya sabemos que puede resultar de ello. Nada bueno.
Pero tengo que reconocer que, aún en esta situación de una cierta tranquilidad y sosiego, que no da para mucho movimiento, deseo más esto que lo que han vivido anteriormente. Es precioso verlos demostrarse continuamente su amor, vivirlo con intensidad y disfrutar de la dicha de tener con ellos a su pequeña. Y ya no digo de los también preciosos momentos en los que Martín está con su hija y que permiten revivir otros en los que él era el protagonista junto con su padre.
¿Qué importa que su unión no esté bendecida por la iglesia, ni legalizada por los hombres? Su vínculo es mucho más fuerte y no necesita de papeles que lo certifiquen, porque está por encima de habladurías y convencionalismos. Algo de lo que ellos parecen convencidos, y por lo que han decidido echar un pulso para que nada ni nadie les arrebate lo que tanto han perseverado por conseguir.
La misma perseverancia que está evidenciando Aurora para conseguir demostrar la inocencia de Conrado y sacarle de su reclusión.
Y es cierto que esta relación está aún en estado bastante incipiente, aunque no coincido con algunas opiniones de que haya perdido interés. Yo más bien veo lo contrario. Es ahora, cuando Conrado es capaz de admitir sus sentimientos, y además hacerlo en voz alta, cuando realmente hay esperanzas de que esta relación salga adelante. Con contratiempos (esto es la esencia de Pv y no hay que descartarlo), pero ahora junto con Aurora.
Reconozco que aún no hace mucho que no daba un céntimo por esta relación, pero ahora esto ha cambiado radicalmente para mí. Oír a Conrado decirle a Aurora que es la única persona en el mundo que le importa de verdad, o que admita ante Martín que lo que siente por la chica es el amor más puro y fuerte que un hombre puede sentir por una mujer, es casi como tocar el cielo.
Y ello a pesar que no soy de natural romántica. O al menos eso creía.  

20 de marzo de 2014

Adiòs Soledad

Reconozco que nunca he prestado demasiada atención a los personajes de Terence y Soledad. Y que incluso en los últimos días sus tramas me han impacientado y hecho desear que se terminara de una vez esta historia.
Pero finalmente me he apercibido que había pasado por alto lo que también podía ser una bonita historia de amor. Y no me refiero a la de Soledad y Simón, sino a la de ésta y Terence. Tampoco a  la de los dos juntos aunque, de no haber aparecido Simón, parecía que la suya era una relación consolidada y que eran felices. Pero ha bastando un tercero en discordia para que fuera evidente que no era así y que el supuesto amor tenía unas bases más bien frágiles. 
Aunque no voy a volver sobre el tema de Simón y Soledad, del que ya di mi opinión. 
Pero si querría hablar de Terence. Porque lo suyo si que es realmente amor al renunciar a la mujer que ama para que ésta sea feliz. Aunque ello le suponga desgarrarse por dentro viéndola marchar para siempre, sabiendo que otro hombre tendrá lo que a él se le escapa de las manos. 
Y lo admito. No me gusta que esta historia tenga este final. 

Romper una lanza

Antes que nada debo disculparme por si esto molesta a alguien. Por descontado nada más lejos de mi intención. Pero voy a salirme un poco de mi línea habitual y a escribir de la serie de manera indirecta.
Como no podría ser de otra manera creo en la libertad de las personas, en el más amplio sentido del término. Y ello incluye la libertad de expresión. Por lo tanto en mis escritos intento predicar con el ejemplo y no prejuzgar nunca nada que no tenga que ver directamente con PV y sus personajes, ya que lo que tengo claro es que ni yo ni nadie está en posesión de la verdad absoluta y que todas las opiniones son respetables y han de ser respetadas, aunque no se compartan. Por supuesto ahora me estoy refiriendo a la serie, pero también es extensible a la vida real.
Es cierto que a veces tengo que reprimir la tentación de replicar algo que me parece fuera de lugar, pero como he dicho antes, quizás sea yo la que esté equivocada. Aun así me duele lo que considero injusticias, especialmente cuando se confunden la profesión de actor y su personaje. Porque detrás de cada actor o actriz hay una persona con sentimientos y con la libertad suprema de expresarlos a su manera. Y me imagino que como nos sucedería a todos/as, una crítica mala a su personaje o a su manera de actuar les debe doler, pero aún más que ello trascienda este ámbito y entre en el terreno personal. 
Evidentemente un actor o actriz se debe a su público y, aunque le cueste, supongo que tendría que encajar las criticas que, siempre que sean constructivas, no han de ser más que una manera indirecta de permitirle mejorar en la profesión. Pero fuera de éste ámbito, todos tienen su vida personal que hay que respetar. 
Que quede claro que este escrito no está hecho con ánimo de crear una polémica y tampoco va dirigido a nadie en concreto, pero tenía la necesidad de sacarme esta espina, después de leer algunos comentarios en foros y otros lugares. Y lo cierto es que he dudado mucho antes de colgarlo. 
Pero creo que se lo debo a los actores y actrices, y por extensión también a los responsables de la serie, que nos están permitiendo disfrutar de ratos fantásticos, pero que especialmente han conseguido que se forjaran amistades maravillosas entre personas reales. Algo que siempre tendré que agradecer.

19 de marzo de 2014

Cada dia es el Dia del Padre

Aunque aún tuvieron que pasar más de 30 años para que el día 19 de marzo se convirtiera oficialmente en el Día del Padre, en 1921 y para Martín ya lo es cada día desde que su hija vino al mundo.
Preciosa la ternura y dedicación que le muestra a Esperanza, así como la irrenunciable voluntad de convertirse en un protector y amante padre. Tarea en la que, por descontado, también está dispuesta María, como madre entregada.
Juntos viven una relación que, si no fuera porque nunca ha dejado de sobrevolar la sombra de Fernando y que ahora además vuelven a enconarse las habladurías de la gente sobre su “irregular” situación, podría decirse que no dista mucho de la de cualquier pareja formalizada y feliz. En realidad cuando consiguen olvidarse momentáneamente de todo ello, incluso lo son, más ahora que su unión se ha reforzado con el fruto de su amor.
Pero la realidad siempre acaba imponiéndose.
Sin embargo ahora las cosas se ven desde otro prisma. María ha dejado ya hace tiempo la inocencia de la adolescencia para convertirse en toda una mujer que, a fuerza de sufrimientos, ha madurado y es capaz de tomar las riendas de su vida. Aun cometiendo errores, pero ¿quién no es susceptible de ello? , más teniendo en cuenta que en ella el buen corazón está por encima de otros sentimientos.
Reconozco que el personaje de María no deja de sorprenderme en esta nueva etapa. Férreamente decidida a dejar atrás un pasado que sigue interponiéndose en su camino, no ha dudado en dar un paso adelante con la persona que podría darle la respuesta: el abogado de Olmo. Aunque no haya servido de nada, más que para constatar que Fernando no goza (o gozaba) del aprecio de su familia, que nunca dejó de considerarle nada más que un bastardo.
Pero éste aún sigue condicionando sus vidas. Vivo o muerto (aunque me temo que sea lo primero y que no tardaremos en volver a sufrirle también nosotras/os) aún representa el mayor obstáculo para que Martín y María consigan ser plenamente felices. 
Pero algún día llegará llegarán a ello. No me cabe la menor duda, aunque es posible que antes tengamos que volver a ver situaciones no deseadas.  

¡¡"Confío en tí, Conrado" !!

Tanto agradecimiento a Lesmes por parte de Aurora tarde o temprano le va a pasar factura a ésta y va a ser cobrado con algo que seguro no va a ser nada bueno. Pero ahora no lo sabe, ni tan siquiera tiene motivos para sospechar nada, ni ella ni nadie. Solo las/os espectadores de la serie saben que debajo de la apariencia amable y desprendida del doctor, se esconde una marioneta en manos de una loca, cuyo único propósito es buscar la perdición de la chica.
Pero me voy a quedar con la parte positiva (es un decir) de esta situación. Buscando que Aurora se sienta en deuda con él, aunque con los fines que ya conocemos, el médico ha conseguido sacar a Conrado de la celda de castigo y que pueda reunirse con su amada.
Si no fuera porque, al igual que Aurora, estoy convencida de que la prisión es un lugar en el que está sin merecerlo, casi diría que a Conrado esta reclusión incluso le ha sentado bien. Pero no en el sentido estricto de lo que suponen estos sitios en los que el fin es purgar delitos, algo que, como he dicho anteriormente, no creo que sea justo ni necesario para él, sino porque, y de alguna manera, en la soledad de su celda ha conseguido abrir su corazón y permitir que le venzan sus sentimientos. Cierto que aún sigue con la idea de que no es merecedor del amor de Aurora, pero ahora ya no reprime sus ansias de verla, ni de sentir su cercanía.
Solo hace falta reparar en cómo se ilumina su cara y se suavizan sus facciones cuando ve a la chica. La perseverancia de ésta, su confianza ciega en su inocencia, y por encima de todo el amor que ya no es posible ocultar, han conseguido obrar el milagro. Ahora lo único que se puede esperar es que consigan vivirlo en libertad.
Lo cierto es que tengo puestas bastantes expectativas en esta relación. Creo que puede dar muy buenos momentos porque, a diferencia de la de Martín y María, esta es entre dos personalidades muy acusadas y con mucha fuerza de carácter. Y no digo que Martín no sea igual que su hermana, pero María hasta ahora ha sido el contrapunto.
Pero lo dicho, hasta ahora. 
Aunque esta ya es otra historia.

18 de marzo de 2014

Un largo adiós

Ha sido ver el canario y decirme que éste tenía las horas contadas. Bueno, quizás esta vez me equivoque, pero ¿no es previsible?
Pero no, no quería hablar de esto, si no de algo que no tiene nada que ver. O quizás si lo tiene (de previsible). Lo cierto es que la atracción entre Soledad y Simón es algo que creo que no podía ser de otra manera con la vuelta de Jonàs, y que todas/os presumíamos que iba a suceder.
Pero es algo que me parece que se ha llevado de manera apresurada, como si la ya anunciada marcha de Alejandra de la serie hubiera precipitado las tramas. Es sólo mi opinión, pero la verdad es que ni siquiera he podido encontrar el romanticismo en esta relación, entre otras cosas porque no consigo creérmela. Ya que es posible que Simón esté realmente enamorado, pero lo de Soledad me parece más bien que es como intentar revivir a Juan en la piel de otro hombre, que tiene la misma apariencia que éste pero no es él. Y esto no es justo, ni le veo mucho futuro. Simón es otra persona, con sus necesidades y sueños, y no se le puede pedir que viva la vida de otro. Cierto que amar es renunciar, pero por mucho que éste quiera a Soledad creo que nadie puede representar indefinidamente un papel que no le corresponde, aunque sea sólo para que los anhelos de la mujer a la que ama se vean cumplidos. ¿Y puede lograr que un día ésta olvide a Juan y vea en él a quien es realmente?
Por lo que respecta a Soledad, y aunque parece convencida que le ama, creo que sus palabras añaden serias dudas a ello. Ha dicho que sólo ha querido a dos hombres y no está muy segura que no sean el mismo. Con lo que encima se puede formular otra pregunta: su relación con Terence ¿en que estaba basada? 
La búsqueda de la felicidad es uno de los objetivos que una persona puede perseguir a lo largo de su vida, y que puede conseguir alcanzar. O no. Es cierto que Soledad no ha tenido mucha suerte en este propósito, pero parecía que con Terence había logrado la estabilidad, e incluso el amor. Sin embargo el pasado ha vuelto con fuerza, arrollando todas su convicciones y demostrando la fragilidad de sus sentimientos. 
Pero, como he dicho antes, Simón no es Juan. 

17 de marzo de 2014

El dolor del recuerdo

¿Es egoísmo detenerse un momento a pensar en una misma? ¿Es envidia contemplar la felicidad de los demás y desear poder sentir la misma sensación? Siempre que no pase de ahí , no creo que sea mala ni una cosa ni otra. Y mucho menos en el caso de Candela, nada sospechosa de procurar para ella misma y de dejar de lado a los demás.
Pero creo que es ahora, cuando hay motivos de celebración en personas que le son cercanas y que una cierta alegría inunda la casa, cuando vuelve a ser consciente de lo que ha sido su vida y de que a pesar de que aún es joven, ha perdido muchas cosas por el camino. Demasiadas.
Y es posible que sea también en este momento cuando siente más la soledad. No es que lo esté en el sentido estricto del término, ni que la gente que la rodea no la quieran y no la tengan en cuenta, pero en realidad Candela, sin Tristán a su lado, pienso que puede llegar a sentirse una intrusa en la casa. Aunque sé que a estas alturas un sentimiento de este tipo estaría fuera de lugar, que Martín y Aurora la consideran casi como una madre, y los demás como alguien de la familia, por lo que lo más seguro es que sea sólo una interpretación errónea por mi parte. 
También es cierto que en Candela estos sentimientos hacia los chicos son recíprocos y que los quiere como lo haría una madre,  defendiéndolos y cuidando de ellos. Cariño que hace extensivo al resto de la familia, en especial a María y Esperanza. 
Pero al verla ausente y triste , no he podido evitar pensar que hay algo de lo que he dicho anteriormente, cuando lo lógico sería que disfrutara de la alegría que reina en el que ahora es su hogar. 
Reconozco que tampoco es el mejor momento para pedir a los demás que vean esta situación, cuando todos, en mayor o menor medida, tienen sus propios problemas y mucho más acuciantes, exceptuando quizás Rosario. Y supongo que Candela tampoco va a dejar que se aperciban de ello. Pero puedo entenderla, especialmente cuando ve a la pequeña en brazos de sus padres o el amor que se profesan Martín y María. Son momentos dulces que ella también ha tenido, y cuyo recuerdo nunca dejará de ser bonito y doloroso al mismo tiempo. 
Sólo espero que esto sea un recurso para sacar al personaje de su actual ostracismo. Sus tramas se han ido diluyendo y sólo ocasionalmente goza de algún protagonismo. Y creo que la magnífica actriz que es Aida merece algo más. 

15 de marzo de 2014

Vivir bajo una lupa

En el hipotético caso de que me dieran a elegir entre Nicanora y el primo de Olmo, y aunque no me gusta ninguno de los dos, ni su manera de comportarse, no creo que ni siquiera  vacilara en escoger a la primera. Y no por empatía de género, si no porqué creo que el segundo además alberga malas intenciones.
Cierto que los dos representan al ala más intransigente de la sociedad, la que se guía ante todo por una estrecha moral emanada de la más rancia tradición religiosa, que antepone unos supuestos preceptos provenientes de una interpretación literal, y en ocasiones conveniente,de libros llamados sagrados, a lo que son las personas y sus necesidades y deseos. Algo a lo que, por cierto,  no es ajena ninguna religión o creencia.
Pero aunque los dos pueden acabar haciendo daño a las víctimas de sus aguijones envenenados, veo una diferencia sustancial.
Nicanora, ante todo lo que no tiene es suficiente ascendencia entre la gente como para que su criterio sea tenido en cuenta, aunque sí es cierto que puede llegar a crear un ambiente propicio para ello. Pero, a pesar de todo, parece consciente de que lo que hace no es muy correcto y, a su manera, busca reconciliarse con su conciencia. Aunque a continuación vuelva a reincidir una y otra vez. Pero no la creo capaz de hacer daño intencionadamente a nadie, salvo el daño moral que emana a través de su lengua viperina, que tampoco es menospreciable.
En el primo de Olmo veo algo más peligroso. Un integrismo mucho más radical, aupado además por una posición social que le hace suponerse acreedor de derecho a juzgar, eso sí, según su criterio. Y consciente de que su influencia puede hacer mella en el pueblo llano, que en aquellos tiempos estaba sometido al poder de las clases pudientes, más en un entorno rural como el de PV.
De otra manera no se entiende que no se corte en juzgar e insultar públicamente a Martín y María, según sus criterios trasnochados y sin ningún miramiento, buscando incluso la confrontación. Y con la evidente intención de buscar un linchamiento público, sin conocerles ni saber nada de ellos, posiblemente sólo el parentesco político de María con Olmo.
Aunque, por lo que parece, sólo es el vocero de algo que se vuelve a cocer en el pueblo. Las habladurías y la vuelta a la estigmatización. Para la gente, Martín y María vuelven a ser el cura renegado y la mujer adúltera que han tenido una hija y viven amancebados, algo reprobable según los cánones establecidos. Cuando la única realidad es que son una pareja que pretende vivir su amor y crear una familia. Y que les dejen en paz.

De bruces con la realidad

Sólo desde la ingenuidad se podría comprender que María persista en su empeño en acercar posiciones con su madrina. Bueno, esto y su buen corazón, que aún es capaz de albergar sentimientos hacia una mujer que no ha dudado en dejarla de lado cuando ha osado contradecirla y romper las normas. 
Para Francisca esto no es perdonable.
Ni conveniencias sociales, ni un estatus social, ni unos apellidos, ni una moral de cara a la galería, han podido impedir que María hiciera caso a su corazón y eligiera. Y no ha sido vivir con una cierta tranquilidad al cobijo del poder, sino que ha escogido el camino del amor. Pero ha sido al precio de dejar atrás su pasado, en el que ahora está incluida una mujer que reniega de ella. Que haciendo caso omiso a sus más que evidentes deseos, es incapaz de dar su brazo a torcer, cegada por un rencor más poderoso que cualquier otro sentimiento.
María se va a dar a bruces con una situación que parece que ya va asumiendo. Y por si acaso tenía alguna esperanza de reconciliación, ha podido acabar de convencerse que lo que han dicho durante tanto tiempo y no quería creer, se ajusta a la realidad. Su madrina es implacable con los que no siguen el camino que ella les marca.
Aunque a favor de María he de decir que si bien puede tener aún un punto de ingenua, ha perdido por el camino la parte de inocente y sumisa. Ha quedado en evidencia que no va a dejar que nadie estropee su actual felicidad, aunque sea a costa de sufrir una decepción con la mujer que ha sido su referente desde niña. Sin embargo no hay mal que por bien no venga, porque gracias a ello María al fin está descubriendo a su familia de verdad.
La soledad de la doña es cada vez más evidente, unido a que su propia hija también va a dejarla con toda seguridad.
Y así lentamente Francisca se va acercando al abismo que ella misma está cavando de manera consciente. Aunque aparentemente no parece importarle, así como la falta de cualquier sentimiento de cercanía con nadie. En realidad ya lo ha dicho en más de una ocasión: “el amor no es importante”, y parece que, como un mantra, se lo está repitiendo continuamente a sí misma. A pesar de que estoy convencida que, en el fondo y como todo el mundo, ansía sentir el  cariño de alguien. 

14 de marzo de 2014

El nombre de la bestia

Es posible que coincida con el sentimiento de muchas/os, y he de decir que la vuelta de Jacinta me provoca únicamente cansancio y fastidio.
No voy a meterme con los guionistas, por los que tengo una enorme consideración, pero creo que este recurso ya está agotado y resulta poco creíble. Sé que en la vida no hay nada definitivo, y mucho menos la apariencia que se le atribuye a una persona y que a veces puede esconder algo muy diferente, como sucede en el caso de Lesmes. Pero me cuesta aceptar que alguien, aparentemente con una relación profesional con el psiquiátrico donde está internada la chica, lo que lleva a presuponer una cierta experiencia en personas con enfermedades mentales, se haya dejado embaucar por una interna . Eso si, con una mente retorcida y siniestra.
Y que el doctor se haya colocado al mismo nivel de descerebramiento que ella. 
Claro que el hecho de que yo no crea en ello no quiere decir que en los próximos días Jacinta, a través de quién se cree ser poseedor de su amor, pero que es evidente que sólo es un objeto en sus manos, no vaya  a volver a ponerle las cosas difíciles a Aurora y a todos los que tengan algo que ver con ella. Y mucho me temo que el primer lugar lo ocupa Conrado. Si la loca no ha podido ejecutar su enfermiza venganza a través de Esperanza, es claro que atacará por el otro flanco vulnerable de Aurora : el del amor por Conrado. Y aunque no soy clarividente ni me funcionan las conjeturas , casi me atrevo a decir que ello pasa por impedir que ésta llegue demasiado lejos en sus pesquisas para conocer la verdad sobre lo que aconteció en Villar del Apóstol, lo que en consecuencia obliga a Lesmes a intentar un acercamiento a la chica, para controlar sus posibles avances en este tema.     
Aunque no creo que le sea complicado. Con Conrado en la cárcel y sin posibilidad de hacer nada, unido a que probablemente ahora su situación ha empeorado con la riña y lo más seguro es que esté en régimen de aislamiento, es lógico que Aurora se vuelva en busca de ayuda hacia quien considera un amigo. 

13 de marzo de 2014

Una familia feliz

Quería empezar este escrito hablando de la doña, pero creo que ya se ha dicho casi todo acerca de ella y también de su desnaturalizada manera de tratar a su única hija, así como el desapego hasta extremos irracionales que muestra hacia sus nietos y su bisnieta. Y quería hacerlo hablando también de su sorprendente inquietud por su primo, alguien al que apenas ha tratado en los últimos años y que, de pronto, se ha convertido en una prioridad ,así como en motivo de preocupación casi rayano en la obsesión. ¿O es que, aparte del agradecimiento que cree deberle, se trata de que finalmente se ha dado cuenta de que está sola?
Pero prefiero hablar de otra familia, la del Jaral, una casa donde ahora reina la felicidad. Bueno, esto quizás sea relativo, porque no todos/as disfrutan con la misma intensidad de ello. Pero un niño siempre es motivo de alegría y ha traído a la casa unos nuevos aires, a la familia la sonrisa y a sus padres la dicha.
Ahora parece que todo gira en torno a la pequeña. Aunque lo que más me conmueve es la enorme entrega de Martín hacia su hija, como si con ella pudiera recuperar los años que se vio privado del amor de sus padres, y que es algo que no desea para Esperanza. Me parece precioso  lo fácil que ha arraigado en él el sentimiento de paternidad y de pertenencia mutua. Porque Esperanza es realmente algo suyo, su continuación. Pero no es un sentimiento posesivo, si no algo dulce, tierno y de darse a otro.
Cierto que no quiero dejar fuera a María de estos sentimientos, que son igual de intensos, pero no puedo evitar que cada vez que veo a Martín con su hija en brazos o mirándola arrobado, me invada un sentimiento indefinible.
Sólo espero que esta sensación de sosiego y de felicidad, no se quiebre. Y que Martín y María, ahora convertidos en una familia, consigan lo que tanto ansían y merecen: ser felices.