25 de agosto de 2014

Una actitud inverosimil

Puesta ya a despotricar contra los guionistas, sigo. Y ello para decir que considero que la trama de Mariana y Micaela va camino de entrar en el palmarés de las tramas más absurdas que se han inventado, lugar que por supuesto suelen copar por méritos propios los Mirañar.
Quizás sea demasiado exigente, pero no consigo ver a donde quieren llegar con ello. Me parece absolutamente inverosímil que la actitud de Mariana sea la de amedrentarse y dejar que el temor la invada, y ello sólo ante las amenazas de una mujer mayor que además aparentemente está sola. No quiero creer que la chica que conocíamos se haya vuelto tan pusilánime como para acobardarse por ello, y no enfrentarse abiertamente a alguien que está condicionando su vida y de rebote la de su familia, hasta el punto de que casi provoca una desgracia con Alfonso y va camino de destrozar su matrimonio. Creo que ya he hecho esta pregunta en otra ocasión, pero ¿qué puede hacerle esta mujer que además no haya tenido ya ocasión de perpetrar? Ya no digo lo que se ha visto en los avances, donde la insta a escoger entre su familiares a quien cargarse. Es totalmente surrealista que Mariana no sea capaz de sobreponerse, sacar a la mujer de su casa a puntapiés, y a continuación dirigirse a las autoridades y a su familia para poner en su conocimiento las amenazas. 
Es cierto que Mariana tiene tendencia a mantener para si las cosas y se ha callado en numerosas ocasiones temas que podrían haber resuelto situaciones, como por ejemplo la de María, siendo incapaz de trasladar a los padres de ésta la infelicidad de su hija y los desmanes cometidos contra ella por parte de su primer esposo. La confianza parece que no es su fuerte, aunque las más de las veces pienso que la confunde con protección a los suyos, cuando estos ya son lo suficientemente mayores para saber defenderse solos. Pero si aún fuera esta la cuestión, creo que el caso de Nicolás es diferente y sólo por el hecho de ser el hombre con el que ha unido su vida tendría que ser merecedor de esta confianza. 

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