8 de agosto de 2014

Al acecho

Otra que creo que también se está arriesgando, aunque de otra manera y sin ser consciente de ello, es Francisca. Y no es que no desee fervientemente que este riesgo se convierta en algo tangible y consigamos ver pagar a la doña por alguno de sus desmanes (hacerlo por todos no creo que sea posible ni en cien años).
Considero que no se puede humillar y ningunear a una persona indefinidamente sin esperar que ésta se revuelva de alguna manera. Es posible que funcione con las personas de humilde extracción a las que tiene atadas por el tema del sustento, pero aun siendo una invitada en su casa y dependiendo económicamente de ella, no creo que haya que menospreciar las posibilidades de Bernarda, alguien de la misma posición social y con una mente que se ha demostrado igual de maquiavélica y despiadada. Y Francisca conoce esta faceta de su prima.
Lo que no conoce es la ambición que se esconde detrás de su aparente docilidad y sometimiento, y que Bernarda comparte con un interlocutor desconocido que se encuentra al otro lado del teléfono y con el que parece fraguar sus planes. Que es evidente que se han torcido con la irrupción en escena de Bosco.
Solo los guionistas saben que planes tienen para Bernarda, pero aunque sea ponerse del lado de alguien tan malvado, de la que por supuesto no justifico ninguno de sus desmanes, espero que la mujer sea el instrumento por el que Francisca empiece a descubrir que no es tan invulnerable como piensa. 

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