Trabajar codo a codo con una
persona creo que es una buena manera de descubrir cómo es realmente. Y más
cuando se es perro viejo como Mauricio y pocas cosas se pueden escapar a su
atenta mirada. Bueno, para ser exactos, puede que vea con meridiana claridad
con respecto a los demás, pero, en su caso particular, por mucho que le
requiebre Fe y le lance indirectas, parece miope o cegato total (¿o quizás lo
ve y prefiere no darse por aludido?). Aunque también es posible que sea otro de
los que le tiene miedo al amor, pero no creo que tenga nada que ver con los motivos que esgrime la doña, sino más bien porque no sabe cómo manejar estos
sentimientos.
Parece que su trabajo junto a
Bosco ha provocado que su relación con éste haya experimentado un cambio y no
sea tan tensa. No porque hayan vuelto al principio y sean camaradas, sino más
bien porque Mauricio ha sabido encauzar la situación, aceptar que el chico es
ahora el señor, y aprender a manejarlo. Además creo que éste necesita estar
con otras personas, y salir de los muros opresivos de La Casona. Es algo
patente que Bosco ha aprendido rápido su papel y a no mezclarse con los que se
considera de clase inferior, pero en el fondo jamás podrá despegarse de lo que
ha sido su vida anterior, que lleva arraigada en lo más profundo. Es alguien
criado en la naturaleza, y ésta le sigue llamando. No es una persona para
llevar una vida ociosa y regalada, ahora con la única compañía de dos mujeres
mayores que no le aportan ninguna alegría, y sin poder contar con ningún amigo,
sólo sirvientes que no discuten sus órdenes. Como Mauricio.
Pero creo que en el capataz ha
visto algo más. Éste no sólo es un sirviente leal, sino que también alguien
con el que compartir algo más que charlas sin fuste con una copa en la mano. Es
la otra vida, la que le hace sentir vivo, aunque las directivas de la doña, que
él cumple a rajatabla por un mal entendido sentido de la fidelidad a ésta, le
impidan ser más cercano.
Sin embargo hay algo más en la
actitud de Bosco que le hace buscar la manera de estar fuera de la casa, trabajar
hasta extenuarse y así no tener tiempo para pensar. Es evidente que no se trata
solo de hacer lo que realmente le gusta y que ha hecho toda su vida, sino que necesita
alejarse de Inés. No hay duda que la chica ha penetrado en su corazón y no
puede librarse de esta opresión, por mucho que la doña le advirtiera que el
amor puede significar una condena.
Y Mauricio parece que empieza a
hacerse una idea de todo ello.
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