7 de agosto de 2014

Fantasmas del pasado

Supongo que a una persona con conciencia le es difícil dejar atrás los remordimientos por un acto que considera imperdonable, además con resultado de muerte. Solo desde esta perspectiva se puede entender que Mariana vuelva a sentir el peso de la culpa por algo de lo que no puede considerarse culpable directa.
Es cierto que a veces hay otras opciones, pero no sé si Mariana las tuvo y podía tomar otro camino diferente al que se vio abocada. Y también a veces el instinto de supervivencia es superior a todo lo demás, y no creo que ello haya de ser motivo de reproche. También es posible que jamás deje de pensar que podía haber obrado de otra manera, sin embargo la realidad es que no hay la posibilidad de dar marcha atrás y no se puede remediar lo hecho.
Dicen que el tiempo cura las heridas, y creo que si bien no se pueden cambiar las decisiones, si hay la posibilidad de expiarlo de alguna manera. Y Mariana ya lo ha hecho creces, autoflagelándose y permitiendo ser tratada en un régimen de semiesclavitud tras los muros de La Casona, algo que ha tomado como un justo castigo a su falta.
Pero los acontecimientos se empeñan en volver a abrir las heridas. Aunque me imagino que ello no es fruto de la casualidad, si no que detrás vuelve a estar la mano implacable de la doña, que nunca perdona lo que considera una afrenta. Aunque no sea más que un acto de libre albedrío, el de intentar liberarse de su yugo, como en este caso. Porque quizás Mariana pueda estarle agradecida por haberla contratado después de salir de prisión, cuando es conocida la dificultad (aun en la actualidad) que supone para una persona con antecedentes encontrar un medio de subsistencia, pero el agradecimiento también tiene un límite. Aunque parece que Francisca cree que esto es para siempre.
Pero si de la intervención de la doña en los hechos que vuelven a sobresaltar a Mariana no albergo ninguna duda, si existen preguntas sin respuesta en todo ello.
¿Cómo se ha enterado Francisca de lo acaecido en la cárcel? Ya sé que es omnipotente y que sus tentáculos abarcan mucho más de lo que se ve, pero hasta en esto debe haber un punto. Y no creo que Mariana fuera tan ingenua como para contárselo. Otra pregunta ¿es casualidad que la aparición de la foto y de la jarra, coincidan con la llegada al pueblo de la mujer que se ha hecho amiga de Rosario?   ¿Y que sea precisamente cuando a Nicolás le ha salido trabajo lejos de su hogar?
Si fuera así y la mujer es quien no aparenta ser, significaría que otra malvada anda pululando por el pueblo. ¿No es pedir demasiado al cuerpo y a l@s espectadores?      

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