Creo que ya se ha visto esta escena, o algo parecido, infinidad de veces, y nunca ha ido más lejos que la formulación
de una amenaza. Ya sucedía en la época de Tristán y ahora vuelve a pasar con
Martín. No digo que la firme determinación de llevarla hasta las últimas
consecuencias no exista, pero la experiencia y los capítulos que llevo a mis
espaldas me dicen que siempre hay algo que acontece y que pasa a convertirse en
una prioridad, con lo que este tema vuelve a quedar en segundo plano o a perderse
directamente en el infinito. Aunque como en todo, también puede haber una
primera vez o que las cosas sean diferentes. Por ello espero que en esta ocasión no caiga en
saco roto y que la doña deje de gozar de la impunidad de la que hasta ahora ha
hecho gala.
Lo que es cierto y tengo que
admitir, es que todavía nadie ha podido pillarla en un descuido. Sabe muy bien
como cubrirse las espaldas y no dejar rastro de sus desmanes, por lo que
encontrar algo que la relacione con lo sucedido es tarea ardua y difícil, por
no decir casi imposible. Jamás deja testigos, o cuida muy bien de mantenerlos
con la boca cerrada. Por lo que, por ejemplo en el tema de la presa, veo muy
complicado que Martín consiga ir más lejos del punto en el que está, aún con la
certeza de la autoría de los hechos. De nada le valdrá amenazar, ni hacer saber
a la doña y a Bosco que conoce su participación en los hechos, si no puede
apuntalarlo con pruebas irrefutables.
De todas maneras hay que
reconocer que estas escenas dan una cierta vidilla a la serie. Porque además tienen otras
connotaciones, ya que los lazos que unen a los personajes están muy presentes.
No se trata de una discusión solo entre una malvada bruja, su acólito y una víctima
de sus desmanes, sino que subyace el desencuentro entre una abuela y su nieto
que han roto todos sus lazos, como en el pasado sucedió con el otro hombre de
la casa y padre de Martín: Tristán. Y a lo que ahora hay que añadir el tercer
factor: el hermano enfrentado a sus hermanos, empujado precisamente por esta
abuela desalmada que todos desconocen que comparten.
Esta abuela que está convirtiendo
a un ser noble e inocente, en una maquina inanimada que sólo ve, oye y siente a
través de su voluntad. Algo que Martín ha podido constatar y que ya intuye como un
nuevo peligro.
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