Las antiguas leyendas dicen que
las sirenas atraen con sus cantos a los
incautos que intentan acercarse a ellas, y que éstos se estrellan sin remedio
contra las rocas de la mar.
Cuando he oído a la doña tatarear
la cancioncita de marras me ha recordado este mito. Salvando las distancias
(con estos seres mitológicos, claro).
Admito que incluso a mí se me
está pegando la tonada, pero no es este el sentido que pretendo dar a entender
en este escrito. Porque parece que algo tiene la doña capaz de conseguir que
los ingenuos caigan bajo su embrujo.
Después de todo quizá no haya
cambiado tanto, aunque ahora pretendan meternos por los ojos una imagen que
poco tiene que ver con la mujer que es evidente que aún subyace en ella. De
hecho creo que la experiencia ha hecho que además haya adquirido otras habilidades, entre ellas la de hacerse la victima con quienes no la
conocen, o mentir con una pasmosa facilidad y sin inmutarse.
¿O será que además hay que tener
en cuenta el influjo de estar bajo el supuesto paraguas de un poderoso? De otra
manera no se entiende que Inés también haya sucumbido a la manipulación de la
doña. No le debe nada, ni tiene porque estarle agradecida, salvo por el hecho
de haberle dado trabajo (que, por supuesto no es poco, ni quiero minusvalorar).
Aunque supongo que para la chica algo también tendrá que ver con la posibilidad de estar cerca de Bosco, y por ello que lo demás carezca de importancia para ella. También es
cierto que tampoco ha tenido tiempo de ver la faceta oscura de la
doña, pero ya volvemos a las mismas de siempre. Además de manipular a la gente,
parece que la doña les anula la voluntad y la posibilidad de pensar por sí
mismos, ya que el que cae bajo sus garras deja incluso de ver y oír. Cuesta imaginar que ni Bosco ni Inés sean capaces de poner en duda lo que les dicen
los demás y que ni siquiera valoren el hecho de que todo el mundo esté en
contra de la doña. Porque no todos pueden estar equivocados.
Por cierto, me sacude algo poco racional cada vez que veo a la doña abrazar al chico. Es realmente patético y vomitivo y , por descontado, intragable. Ni por un segundo creo capaz a la doña de sentir nada parecido al cariño, aunque pretenda hacerlo creer. Y el día que Bosco haga algo que ella desapruebe, estoy segura que quedará de manifiesto.
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