13 de agosto de 2014

Cantos de sirena

Las antiguas leyendas dicen que las sirenas atraen con sus  cantos a los incautos que intentan acercarse a ellas, y que éstos se estrellan sin remedio contra las rocas de la mar.
Cuando he oído a la doña tatarear la cancioncita de marras me ha recordado este mito. Salvando las distancias (con estos seres mitológicos, claro).
Admito que incluso a mí se me está pegando la tonada, pero no es este el sentido que pretendo dar a entender en este escrito. Porque parece que algo tiene la doña capaz de conseguir que los ingenuos caigan bajo su embrujo.
Después de todo quizá no haya cambiado tanto, aunque ahora pretendan meternos por los ojos una imagen que poco tiene que ver con la mujer que es evidente que aún subyace en ella. De hecho creo que la experiencia ha hecho que además haya adquirido otras habilidades, entre ellas la de hacerse la victima con quienes no la conocen, o mentir con una pasmosa facilidad y sin inmutarse.
¿O será que además hay que tener en cuenta el influjo de estar bajo el supuesto paraguas de un poderoso? De otra manera no se entiende que Inés también haya sucumbido a la manipulación de la doña. No le debe nada, ni tiene porque estarle agradecida, salvo por el hecho de haberle dado trabajo (que, por supuesto no es poco, ni quiero minusvalorar). Aunque supongo que para la chica algo también tendrá que ver con la posibilidad de estar cerca de Bosco, y por ello que lo demás carezca de importancia para ella. También es cierto que tampoco ha tenido tiempo de ver la faceta oscura de la doña, pero ya volvemos a las mismas de siempre. Además de manipular a la gente, parece que la doña les anula la voluntad y la posibilidad de pensar por sí mismos, ya que el que cae bajo sus garras deja incluso de ver y oír. Cuesta imaginar que ni Bosco ni Inés sean capaces de poner en duda lo que les dicen los demás y que ni siquiera valoren el hecho de que todo el mundo esté en contra de la doña. Porque no todos pueden estar equivocados. 
Por cierto, me sacude algo poco racional cada vez que veo a la doña abrazar al chico. Es realmente patético y vomitivo y , por descontado, intragable. Ni por un segundo creo capaz a la doña de sentir nada parecido al cariño, aunque pretenda hacerlo creer. Y el día que Bosco haga algo que ella desapruebe, estoy segura que quedará de manifiesto.  

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