26 de agosto de 2014

Rumbo a una nueva vida

Ya lo dije. No pienso que Aurora se equivoque al tomar la decisión de hacer algo por su futuro que no pase por lo mismo que la mayoría de mujeres de su época: casarse, tener hijos y quedar encerradas en un pequeño mundo del que era difícil salir. Sin renunciar a ello en un futuro, ahora tiene la posibilidad de conseguir su sueño. Algo por otra parte vetado por motivos sociales, pero también económicos,  a la mayor parte de la población, incluidos hombres.
Y especialmente tiene decisión, aunque también las lógicas dudas y temores ante un mundo por descubrir que ya se entrevé que no será fácil. Por lo que es entendible que a medida que se acerca el momento de alejarse, todo esto se acreciente. Unido también a un par de factores que lo hacen más difícil: el primero tener que elegir entre el amor y el querer, el segundo no tener la absoluta certeza de estar cumpliendo su sueño o el de su madre.
Al respecto de esto último. No creo que volver a incidir en ello vaya a cambiar nada, pero la continua mención de Pepa no sólo la considero cansina hasta decir basta, sino que creo que llega a desvirtuar al mismo personaje de Aurora. Aparte de lo injusto que es para el personaje de Tristán, ninguneado por todos, excepto por Martín, Candela y ocasionalmente Rosario, creo que el supuesto objetivo de hacer parecer a Aurora a su madre puede haber llegado a provocar el efecto contrario al esperado. No veo porqué para desarrollar un personaje éste ha de parecerse a otro, que si bien es cierto llegó profundamente a l@s espectadores, ya cumplió su ciclo. Aurora tiene su propia personalidad, con particularidades como todo el mundo, pero que son suyas y no atribuibles a nadie más, ni siquiera a los genes. Porque una personalidad puede nacer con la persona, pero también se hace con la vida, la educación recibida, los estímulos externos, el entorno,…..   
Y si, quizás Pepa era especial. Pero creo que las demás mujeres de PV también lo son y no por ello se las menciona continuamente. De hecho pienso que, por ejemplo, Emilia también lo es, porque la influencia de un padre librepensador e ilustrado, que quiso que su hija tuviera una educación más allá de aprender a leer y a escribir, hace de ella una mujer con una personalidad muy interesante.
Pero me he ido por las ramas y mi intención era hablar de Aurora.
No será fácil para ella hacer frente a una sociedad extremadamente machista, pero admiro a las mujeres que supieron romper moldes y con ello abrir caminos a otras féminas que paulatinamente se fueron incorporando a puestos hasta entonces destinados exclusivamente a la clase masculina.
El problema es que, en el caso de Aurora, ello la ha forzado a tener que elegir entre lo que desea y el amor. Y que esta decisión afecta también a Conrado. Bueno, en realidad pienso que le afecta especialmente a él, porque es el que se queda y que tendrá que afrontar la soledad, el que ya ha llegado al final de un ciclo y que ahora tenía puestas sus esperanzas en iniciar otro de sosiego y felicidad junto a la que mujer que ama. Algo que se ha truncado y que además ahora se ve lejano en el horizonte. De verdad que me da una enorme pena la situación de Conrado, que aunque es claro que ni Martín ni María van a dejar que esté solo, ya no será el mismo sin la cercanía de su otra mitad. 
Admito que mis dotes de visionaria son igual a cero y que no soy capaz ni de hacerme una idea de a los derroteros que los guionistas pretenden llevar a esta pareja, alejados por una gran distancia y que tendrán que hacer sus vidas por separado. Sólo si Aurora decide renunciar a los estudios y vuelve a casa, o si Conrado se traslada a la capital, su relación no tendrá problemas, pero de momento no veo que vaya a suceder ni una cosa ni la otra. 
Habrá que dar tiempo al tiempo.   

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